2. Londres, dulce hogar

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_____ M. Müller
Londres, Inglaterra

El hospital es amplio, me asfixio en el pequeño espacio que me encuentro, tuve que ingresar por los tubos de calefacción, me limpio el sudor de la frente mientras espero a que el piso se vacíe y continúo avanzando en un intento de salir de este microscópico lugar.

El hospital militar es uno de los más resguardados y tuve que burlar cámaras para poder entrar, lo que no podré será burlar a los doctores como me vean aquí.

Salgo de mi escondite con la espalda adolorida cuando no capto movimientos afuera, ingreso con cuidado a la habitación y al cerrar suelto aire sacándome el pasamontañas.

Me acerco con cuidado y lo veo dormido con el abdomen vendado, no tiene tubos o algo por el estilo lo cual me dice que no está grave, guardo el haladie que cargo metiéndolo bolsillo de mi sacón y mi cuerpo se tensa cuando abre los ojos.

― Creí que no vendrías ― me sonríe ― cuánto tiempo...

― ¿Sorpresa?

― ¿La conoces Alex? ― preguntó la mujer que aparece en la puerta y volteo.

No recuerdo su nombre, trato de hacerlo pero no la ubico solo sé que es la madre de Alex Morgan ¿Renata?¿Romina?¿Ramona?¿Rosa?¿Roxana?

― Madre, ella es ____ ― habla el viejo no tan viejo que tengo por abuelo ― la hija de Christopher.

¿Rina?¿Roberta?¿Rebeca? ¡Alto! ¿Acaba de decirle que soy su nieta?

― ¿Qué? ― hablamos en unísono y leo la tarjeta que porta en el pecho

¡Regina! Bingo

Miro a mi bisabuela la cual luce bastante joven para ser una bisabuela, al parecer a todos les gustó comerse la torta antes del recreo como dicen por ahí, ya que solo así me explico lo jóvenes que se ven.

Ella no deja de verme y yo miro el techo, ya me descubrió ¿Qué puedo hacer? ¿Fingir que no vine por ver a Alex? Sería estúpido y el único estúpido es el tipo que tengo como padre.

― La bastarda de Christopher ― me mira y elevo el mentón ―¿Él ya sabe que está aquí?

Como odio ese nombre.

― Que no lo sepa, solo vine a cerciorarme de que no estés muerto ― me limpio las manos en mi saco y busco el pasamontañas para colocármelo de nuevo ― ya que vi que estás vivo, la culpa está sanada ― comento con sarcasmo.

Palmeo su pierna de mi abuelo a modo de despedida, el silencio se perpetúa cuando me voy hacia la puerta y volteo hacia ambos con una sonrisa de ironía ― ¿En verdad? ¿Una trampa? ― pregunto a Alex al ver los soldados de la FEMF que se acercan en mi dirección.

El Palm en el bolsillo suena y me detengo a revisar lo que llegó, mi cara está en los noticieros como si fuese una criminal que está en busca y captura por atentar contra la vida del ministro.

― Mierda ― hablo para mí.

― ¿Porqué no te quedas y hablamos?

― No necesito tu apoyo, en 7 años no lo necesité ― reviso con la mirada la habitación en busca de una salida ya que la puerta esta atestada de soldados y es Regina quien toma asiento para abanicarse.

― La testaruda no quiere quedarse, Alex. Es mejor dejarla ir.

Bloqueo la entrada a la habitación, debido a que la cerradura es inteligente, esta bloquea el paso a los soldados que hacen mejores esfuerzos por entrar.

ENEMIGOS (T/N en Pecados Placenteros)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora