Aliquem Con Corde - Kazuscara/Scarakazu

Capítulo #3: "No sé cómo sentirme."

Empezaron a recorrer su camino para poder llegar al destino: Isla de Watatsumi. Tuvieron que subir una montaña sobre el cadáver de la serpiente gigante, que dejó un cráter enorme. Cuando estuvieron encima de la montaña, encontraron dos casas que parecían abandonadas, no sabían si alguien estuvo allí o sigue viviendo ahí, así que Aliquem iba a saquearla, pero Kazuha lo detuvo. "Mejor evitemos crearle un trauma a alguien". El trotamundos chasqueó la lengua y siguieron avanzando por la parte derecha de la montaña, encontraron unos peldaños de piedra que subieron con cuidado. La atmósfera cambió un poco, como si una niebla estuviera presente, cuando terminaron de subir aquellos escalones, vieron como había un gran escenario, árboles muertos a los alrededores y un terreno plano donde en el centro se veía a alguien reposando, parecía tener una máscara gigante que le cubría.

- Alejémonos de él, es un títere espadachín, desde aquí se ven sus cuerdas - Dijo Aliquem, viendo con desagrado aquella creación.

- ¿Qué hace esto aquí abandonado? - preguntó Kazuha, viendo que su acompañante sabía lo que era aquel Oni.

- No importa,vámonos. - Tomó camino a su izquierda donde bordaba hacia una montaña, queriendo apurar al que se supone debía ser su guía.

Pudieron observar un cañón a lo lejos, donde se veía ya el mar abierto que era su destino, también varios campamentos con samuráis y ladrones de tesoros errantes. Avanzaron un poco más cuando por fin vieron lo que Kazuha buscaba: El muelle, su plan era irse en barco para llegar más rápido que atravesar todo a pie, además de que iban a tener un límite: El Bastión Mumei, o al menos lo que quedaba de este.

- Ese muelle es nuestra meta, iremos en barco hacia Watatsumi - Señaló con el dedo antes de empezar a bajar más hacia su destino - no deberíamos tener problemas.

- Considero que hay uno. - El samurái errante volteó a verlo, confundido - ¿vas a robar un barco?

-No, compraremos uno - Ahora el confundido era Aliquem, no sabía si estaba siendo sarcástico, el rostro no demostraba absoluta pista.

Cuando lograron llegar al muelle, se veía impresionante el mar abierto, aunque desde ahí no podía verse Watatsumi, lograban ver el Bastión Mumei, entonces vieron que habían personas custodiando, Kazuha fue con normalidad a hablarles a los bandidos, Aliquem se quedó viendo a la distancia para asegurarse de que no intentaran nada extraño.

Él veía a la distancia realmente, solo miraba, pero no se dio cuenta que sus ojos tomaron una mirada enojada, haciendo que su ceño se frunciera. Para su gusto el chico se estaba demorando mucho solo para conseguir un bote, así que se acercó para escuchar qué tanto estaban diciendo.

- Diez mil moras no son suficientes para un bote? - Preguntaba Kazuha, mirando sus moras que no eran pocas.

- No, mínimo cien mil moras por un bote, así te lo llevas y ya tú verás qué haces con él - Contestó, su tono era desinteresado y se notaba que no le importaba nada, solo quería esas moras ya que observó la cantidad que traía.

- Entonces lo lamento, tendré que rechazar la oferta - Al bandido no le gustó lo que dijo, la sonrisa vivaracha que tenía se derrumbó, frunciendo el ceño.

No los iban a dejar ir, Aliquem chasqueó la lengua, sabía que la idea de negociar no era buena, "estos idiotas nunca dejarán de aprovecharse de las personas", el bandido llamó a su gente, que estaba descansado en la pequeña playa que estaba cerca del muelle. Antes de hacer cualquier cosa miró a Kazuha, buscando en su mirada una respuesta, pero lo que vio fue un disgusto, definitivamente iba a estallar una pelea ahora mismo. Terminaron rodeados al poco tiempo, aunque no eran muchos tampoco debían sumestimarlos, el samurái errante estaba siendo bastante cuidadoso, viendo los pasos de sus enemigos, mientras el trotamundos solo agarró a uno y lo lanzó a metros de la pelea, era más fuerza bruta que cualquier otra cosa, al final los bandidos temieron por su propia vida, la brutalidad con la que el viento los reprendió hizo que huyeran despavoridos, rezando a dioses inexistentes por un milagro.