Entre rencor y soledades

XI

Cuando Ternura abre la puerta ella espera encontrarse con la señorita Luna diciéndole que no ha logrado concretar su petición, sabe el tono en el que va a decirle que entonces no podrá hacer la colaboración con la dichosa marca de agua y bueno, Nathaly está en el fondo muy decepcionada pero ya se le pasará.

El problema o la suerte es que no se encuentra con eso. Se encuentra con un hombre de dos metros que le da las buenas noches y más allá de eso ve a otro hombre, pálido como el azúcar, con cabello oscuro como el fondo de un precioso cielo estrellado y labios rosas como pétalos de peonias.

--Buenas noches --dice mecánicamente, y el hombre se acerca con una caminata que podría acabar con carreras de modelaje, con una seguridad que ella simplemente no puede ignorar. Y cuando se acerca su colonia comienza a sentirse, ese aroma tan varonil que hace que se arrepienta de no haberse retocado las pestañas, o de no haberse hecho otro peinado, o de cualquier cosa.

--Buenas noches --sonríe, de manera simple y espontánea-- me llamo Ricardo Alcaraz, soy...-- ¿quién no sabría quién es él? Pero eso no le importa a Ternura, podría ser el dueño del mundo o un estudiante de artes, eso no le quita la mirada de gato negro que tiene y sostiene.

--Ternura, ya lo sabe.

--La señorita Luna aquí presente me informó que deseaba que viniera personalmente a presentarle un proyecto en el que quisiéramos que participe.

--Así es, disculpe la hora pero sabrá que soy una mujer ocupada.

--La entiendo, precisamente por ello nos gustaría llevarla a un restaurante que hemos reservado.

--Es muy amable señor Alcaraz, pero yo ya he cenado y conozco los detalles del proyecto. Solo...quisiera informarle que con gusto participaré en el proyecto.

--Muchas gracias Ternura --le responde con una sonrisa aún más linda que la anterior-- será un gusto que alguien tan reconocida como usted con acompañe en la campaña.

De fondo Luna da un pequeño salto de felicidad y se acerca con un maletín sonriendo, Ternura solo se da un apretón de manos con el dueño de la compañía multimillonaria, con el apuesto dueño.

--Aquí tengo todos los documentos señora Ternura, ¿podría firmarlos para concretar su confirmación a la colaboración del proyecto?

No quiere dejar de verlo, pero tiene que hacerlo para revisar los documentos, y aunque los revisa lo mejor que puede no deja de pensar en lo injusta que han sido con sus opiniones acerca del amor a primera vista.