IX

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--¿Mañana?

--Es mi día libre después de mucho tiempo.

Luna retrocede un paso, pero ya es tarde. Ha entrado sin tocar la puerta y los dos la miran, que mala suerte llegar justo cuando Ricardo ha recalcado sus bien merecidas vacaciones.

--Buenas tardes señor Alcaraz.

--Buenas tardes señora Luna, no la escuché tocar.

--Está bien Sergio. Buenas tardes, ¿qué noticia nos tiene señora?

--L-lamento la interrupción. Solo quería hablar un momento con el señor Alcaraz. Sobre Ternura.

--¿Ya la tienen? --Ricardo sonríe un poco.

--Sí, bueno, algo así.

El empresario levanta una ceja con sutileza.

--La señora va a aceptar con una pequeña, ligera, minúscula...

--Al grano, Marcela --dice Sergio.

--Quiere que usted vaya personalmente a pedírselo.

Por un momento se quedan en silencio, unos segundos donde Sergio frunce el ceño, Luna juega con sus manos y Ricardo desvía la mirada a la ventana con vista a toda la Ciudad de México.

--Excéntrica --comenta pero no recibe respuesta más allá de un asentimiento de cabeza de Luna-- vamos ahora, como escuchó mañana es mi día libre --y con un suspiro levanta su saco del perchero.

--Señor, otro problema es que ella quiere un horario muy específico...las 12 de la noche de mañana.

--¿Qué se cree? --murmura el contador.

--Luna, por favor. ¿Este es el mejor acuerdo que consiguió con todos los recursos que tuvo disponibles?

--Lo lamento es que ella es una celebridad muy...--¿caprichosa?, ¿excéntrica?, ¿altanera?, ¿prepotente?, no, no puede hablar mal de la opción que ella misma ofreció-- cotizada.

--¿Está segura que aceptará? Porque mis días libres son sagrados y su plazo se estaría cumpliendo --aclara Ricardo posando sus oscuros y profundos ojos sobre Marcela.

--Apuesto mi trabajo por ello.

Entre rencor y soledadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora