【𝘾𝙖𝙥𝙞𝙩𝙪𝙡𝙤 𝙑𝙄𝙄: 𝓓𝓲𝓼𝓽𝓪𝓷𝓬𝓮】

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"𝑴𝒊𝒓𝒂𝒅𝒂 𝒅𝒆 𝒄𝒆𝒓𝒄𝒂, 𝒍𝒂 𝒗𝒊𝒅𝒂 𝒆𝒔 𝒖𝒏𝒂 𝒕𝒓𝒂𝒈𝒆𝒅𝒊𝒂. 𝑷𝒆𝒓𝒐 𝒗𝒊𝒔𝒕𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒆𝒋𝒐𝒔, 𝒑𝒂𝒓𝒆𝒄𝒆 𝒖𝒏𝒂 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒅𝒊𝒂."
—𝘾𝙝𝙖𝙧𝙡𝙚𝙨 𝘾𝙝𝙖𝙥𝙡𝙞𝙣.

No sabía cómo sentirse ante probar las aguas de su castigo (así lo vió el), algo que la vida misma le obligó a tener eso en cuenta durante mucho tiempo

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No sabía cómo sentirse ante probar las aguas de su castigo (así lo vió el), algo que la vida misma le obligó a tener eso en cuenta durante mucho tiempo. Sentía que se lo merecía, que ya no habría vuelta atrás y se lo ganó a puro impulso, incluso tomó en cuenta el hecho de casi morir en esa clínica.

No tenía el control de su cuerpo pero si de su mente, podía escuchar lo que sucedía a su alrededor tan callado y a la vez muy ruidoso, solía vivir con el esfuerzo de fingir ser alguien quien no es y perder el control de si mismo cada que actuaba de manera fea con los demás.

Su situación se puso más grave cuando quiso despertar, pero nunca lo conseguía. Aún con todo en su contra intentó hacer sus mayores esfuerzos para abrir los ojos y saber que ocurría allá afuera de su mente. Era horrible su sentir, las extremidades no las podía mover ni siquiera articular alguna palabra, estaba atrapado en su propia enredadera mental creada por el mismo, sus memorias poco a poco se mezclaron con pesadillas.

De alguna manera no estaba muerto, si bien su auto-odio estaba por los extremos, el coma le dañó parte de la consciencia que ahora era un callejón sin salida, rogaba para que lo dejaran salir pero nadie vino, ni lo escuchó. El vacío se apoderó de su corazón dándole una necesidad enorme de afecto y de culpabilidad extrema. Este nuevo daño no le gustaba, podía tolerar sus anteriores cicatrices pero la nueva lo odiaba bastante queriendo sólo ir al otro lado en paz.

De pronto una voz hizo eco en la nada que veía, y no era una expresión cualquiera. Esta era calmada y alentadora al contrario de los gritos que escuchaba desde que se desmayó. Era Skipper, aquel quién intentó ganarse su afecto de muchas formas fallando en el proceso; le estaba dando fuerza, ánimos junto con palabras cariñosas y amables.

No entendía el por que, pero allí estaba su pareja (o al menos es lo que él considera), apoyándolo junto con algunas muestras de afecto que vagamente podía notar, no sabe que en el exterior había personas que velan por su seguridad y que lo quieren de verdad. Sus miedos y el eco de las voces que lo hacían sentir peor se desvanecen cada que escuchaba a su amado Skipper, ya que le daba seguridad y confort causando que las esperanzas volverían con el paso de los días, semanas y meses.

Pero cuando no se oía la voz del pingüino, las demás bajaban la poca autoestima que había ganado, ya hubo un punto en qué se dió por vencido y dejó de luchar para recuperarse, no valía nada para él mismo, ni para los demás, si es el caso.

¿Para qué pelear si nunca va a mejorar?

¿De que sirve seguir la voz de la persona que más le ha hecho sentirse mal?

"𝙈𝙮 𝙍𝘦𝘢𝘭𝘪𝘵𝘺" © [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora