dos: sobre ser un guardian

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━━━━━━━❪❄️❫━━━━━━━—¿Quién les dijo que quiero ser un guardián?

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—¿Quién les dijo que quiero ser un guardián?

Norte soltó la carcajada y hasta se agarró la panza asumiendo que Jack estaba jugando.

—¡Claro que quieres ser un guardián! ¡Música! —Ordenar que se reanudara la música fue lo que desató la ira de Jack.

—¡No quiero música!

Los duendes bufaron y aventaron las trompetas.

Jack trató de explicar qué él no estaba hecho para una vida tan estricta con tantas tareas y cosas que hacer. Él solamente era juegos y diversión. Sus ojos se pasearon junto con su cuerpo por sobre las mesas, pero ninguno sabía cómo reaccionar o qué decirle.

—Simplemente no les sirvo —concluyó Jack y se encogió de hombros.

—¿Ven? Fue lo que yo dije—dijo ácidamente conejo.

—Jack —intervino entonces Hada—, no creo que estés entendiendo lo que hacemos. Cada una de las luces de ese globo es un niño.

—Un niño que cree —aclaró Norte—. Y bueno o malo, grosero o educado los protegemos. —Entonces suspiró y juntó las manos—. Bueno, dejémonos de tonterías, tenemos cosas que hacer. Pitch sigue allá afuera haciendo de las suyas.

—¿Pitch; el coco?

—Ese mismo. Nos amenaza a nosotros y también a ellos.

—Otra razón para elegir a alguien más capacitado.

—¡No! —bramó Conejo—. Ninguno de nosotros decide, el hombre de la luna nos eligió. Y cuando El hombre de la luna dice algo, tú escuchas o terminas como Berge.

—¿Qué? —preguntó Jack estupefacto.

—Anoche el hombre de la luna te eligió —aclaró Hada con dulzura.

—¿Ves? No puedes negarte —dijo Norte.

—¿Pero por qué no me lo dijo él mismo? —preguntó triste y confundido, se pasó los dedos por el cabello y se paseó—. ¿Después de tantos años esta es la respuesta? ¿Pasar la eternidad encerrado ideando maneras de sobornar niños? —dijo en ese arrebato de frustración—. ¡No, eso no es para mí! —miró a Conejo—. No se ofendan.

El guardián de la pascua lo miró indignado y tartamudeó producto de su rabia.

—¿Cómo esperas que no nos ofendamos? —Caminó embravecido y con el ceño completamente fruncido hacia él, pero mejor se giró a ver a los demás—. ¿Saben qué? Yo creo que nos salvamos. ¿Qué puede saber este tonto sobre hacer felices a los niños?

—Uh... ¿Conoces los días nevados? —se acercó con un tono socarrón en la voz porque quizás no iba a aceptar ser un guardián, pero si tenía que defender su ego con eso, lo haría—. Sé que no es un huevo duro, pero a los niños les encantan. —Luego le dio la espalda, considerando que había ganado la discusión, pero solo dándole tiempo para pensar cómo contraatacar.

—Pero ellos no creen en ti, ¿o sí? —soltó con veneno—. Eres invisible amigo, como si no existieras.

—Conejo, silencio —ordenó Hada.

—No, el canguro tiene razón.

—¿El qué? No soy un canguro, no me digas así.

—Ah —se encogió de hombros—. Toda la vida pensé que eso eras.

—Te diré quien soy— siseó mientras se inclinaba—: El conejo de pascua. Los niños creen en mí.

Jack tragó pesado y frunció los labios. Entonces recordó el coraje con que Conejo había mencionado el nombre del libro y pensó que sería el contraataque perfecto.

—A todo esto, dime de una vez quien es Freyja Berge. La forma en que la mencionas y el no verla aquí me hacen pensar que ella es la única persona que me puede aportar algo valioso.

—Ya es suficiente —paró Norte la discusión—. Jack, ven conmigo.

Siguió al mayor al rededor de todo el taller. Dentro de su frustración, lo encontró fascinante; con todos los juguetes flotando libres en el aire. Admitió haberse tratado de colar un par de veces. Finalmente, lo siguió hasta su estudio. Norte azotó la puerta tras de Jack y se acercó a él con una expresión intimidante y tronándose los nudillos.

El muchacho retrocedió hasta chocar de espaldas con la puerta esperando que las cosas se pusieran feas, pero Norte le entregó una muñeca rusa. La confusión en su estado más natural se instaló en sus facciones.

Jack comenzó a abrirla, sintiéndose presionado ante la insistencia del mayor. Y con cada muñequita nueva, Norte le iba develando secretos sobre su persona, los valores que lo volvían quien era, tratando de sembrarle esta curiosidad sobre encontrarse a sí mismo y así pudiera ver lo capaz que era de ser un gran guardián.

Pero Jack siguió insistiendo sobre Freyja y Norte le tuvo que explicar. Tomó asiento en un banco y bajó la mirada, no era una historia sencilla.

—Freyja fue el quinto guardián. —musitó y luego le subió la mirada a Jack, que aún sostenía la muñeca—. Cuando Pitch atacó por primera vez, el hombre de la luna escogió a un grupo para pelear contra él con la intención de revivir la esperanza y la ilusión en las infancias, pues son lo más importante. Me eligió a mí, a Meme, a Hada, a Conejo y a Valkiria.

—¿Que pasó?

—Decidió que no firmaría el libro del guardián y se alejó para siempre.

—Ella sí pudo elegir.

—Sí, Jack, pero nadie sabe qué fue de ella después —respondió con un atisbo de melancolía—. Ella era una buena niña, yo lo sentía... en mi panza—bromeó—. Nunca nos dio oportunidad de comprenderla.

Norte le mostró una bola de cristal que tenía en su librero, en ella mostraba a los guardianes originales; incluida la Valkiria. Jack la escudriñó por unos segundos, admirando las poses heroicas de las figuritas y notó como a la cabeza había una chica rubia con una armadura plateada y un caballo alado, parecía ser quien lideraba.

--Tenemos un problema, amigo, en el palacio de los dientes. --Escucharon la voz de conejo.

Norte preparó el trineo para atender la emergencia en el palacio de Hada. No le importaron en lo absoluto las quejas de Jack y también consiguió que Conejo dejara de rezongar.

Tras un par de bromas con su archirrival mientras volaban por el cielo, Jack logró ver cómo unos caballos negros cabalgaban por el cielo y se llevaban a las hadas que chillaban aterrorizadas adentro de sus esqueléticos cuerpos. Apenas iba a reaccionar cuando vio cómo los sobrevolaba un caballo blanco de alas magníficas, que transportaba a una mujer. Con un movimiento de su espada, ella disolvió al caballo negro de manera que Jack pudo salvar a un grupo de haditas y resguardarlas con Meme, una de las cuales se refugió en su sudadera. La chica se dirigió a la plataforma dorada aún con el arma en mano y una peligrosa determinación.

Meme se dio cuenta que tenía arena negra en las manos y se la enseñó a Conejo. Norte se preparó para apoyar codo a codo a Valkiria un par de metros al frente, blandiendo heroico su espada.

Valkiria | Jack Frost ;; Rise of The GuardiansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora