43 capitulo

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La frialdad del invierno en copos de nieve que caían sobre la ventana, creando así hermosos diseños de hielo, tan magníficos que parecían hechos por magia. Pero un poco mas profundo yacía el, con sus cabellos negros desparramados por la almohada, aun así durmiendo pacíficamente sobre el acolchonadas sábanas.

Pero el sonido de la puerta siendo abierta, el sonido crujir de las tablas de madera junto a una risilla, fue lo que lo despertó, pero no del todo, pues solo se dispuso a dar una pequeña sonrisa mientras mantenía sus ojos cerrados.

-Hey Menma...Menma despierta. Conocía de memoria la cálida mano que agitaba su hombro para supuestamente levantarlo. Sin hacerse el de rogar, lentamente el párpado de sus ojos comenzó a abrirse, esbozando así una pequeña sonrisa. Y lo primero que vio, fue la hermosa sonrisa de su madre, tan grande y brillante, cual solo el podia apreciar, vestido tan hermoso con un vestido verde -Feliz dieciseisavo cumplaños mi amor. Y así besar su mejilla, causándole un pequeño rubor en sus mejillas.

-Hey disléxico. Lo escucho decir, algo fastidiado e incluso molesto. Casi al instante su madre se apartó para que lo viera, recargado en el marco de la puerta con aún su pijama azul puesta. Al verlo con atención se sorprendió por la caja que tenía entre sus manos, una caja de cartón con un envoltorio azul marino y un moño negro, pero lo que mas le sorprendio, fue cuando lo lanzo hacia el -Feliz cumpleaños idiota.

-Hey. Escucho decir de su madre en un tipo de regaño sobre su hermano menor, quien solo se dedico a darle una pequeña sonrisa. Así se llevaban ellos.

El pelinegro, entusiasmado, se sentó sobre la cama para poder abrir el regalo, y con un brillo sobre sus ojos azules, abrió el regalo, cual al instantes estos brillaron como el oro mientras unas pequeñas estrellitas se formaban en ellos, una gran sonrisa se esbozaba en su rostro.

-Es más que obvio que tienes una preocupante obsesión con los tomates. Asi que decidi usarlo en tu contra. Y así fue, cuando su rostro estaba teñido de un rojo intenso, una mirada embobada y brillante, lentamente levantó lo el contenido de la caja, una bolsa, repleta de dulces rojos y brillantes y en su envoltura la palabras ''TOMATE'' escrita en esta.

-Bien chicos, ¿que les parece ir a desayunar un delicioso pastel de tomate y ver peliculas todo el dia sobre el sillon?. Pregunta que terminó respondida por un gran ¡Si! al menos por parte del moreno, y una sonrisa repartida en cada rostro de los presentes.

Cuando estuvieron en la parte baja, no se oian mas que risas y alboroto, Menma estaba cubierto por aquel pastel de tomate de cubierta blanca pero totalmente rojo por dentro, mientras que Kawaki reía a carcajadas al haber empujado al mayor contra el pastel, mientras que los mayores veían la escena con una sonrisa mientras degustaban el pastel.

Cuando fue hora de los regalos, su madre se acercó primero, portando consigo una pequeña caja de madera adornada con un pequeño moño rojo. Algo sorprendido y curioso, la tomo de sus manos y con lentitud y cuidado, como si se tratara de una gema, deshizo aquel liston y abrió lentamente aquella caja.

Para su sorpresa allí yacía una pequeña tela roja, una bufanda. Pero no era tan común entre millones pues en esta estaba grabado con letras de oro una canción, su canción, cuál le traía tranquilidad incluso en los días más fríos.

Al levantar su mirada, pudo ver los ojos de su madre de lado de una sonrisa cálida y sincera -Espero que te haya gustado mi amor. Y así besar su mejilla para apartarse.

Detras de él se encontraba su hermano, quien portaba una sonrisa, casi nula pero no demostraba más que tranquilidad y alegría. Cuál lo reconfortaba bastante al conocer lo mucho que había mejorado después de conocerlo. Pero al mirar con atención, pudo ver en su mano derecha un collar -Otro regalo. Pensó al ver cómo se acercaba hacia el y lo extendía al aire.

-Dos lunas menguante forman un círculo, círculo en donde cabe el sol. Dijo pero realmente no lo había entendido aún viendo con curiosidad la forma de aquel collar, como había dicho, una luna menguante de plata -Supongo que como peldaño de la familia te lo mereces. Y así extenderlo hacia el. Pero todavía no entendía, no fue hasta ver aquel mismo collar envuelto en el cuello del moreno. Y como un rayo, la idea cruzo por su cabeza.

-Dos lunas forman un círculo perfecto donde cabe el sol y ellas le sirven como escudo. Pensó, comprendiendo la metáfora de su hermano. Era obvio que el chico amaba a su madre tanto como el lo hacía, así que sin dudarlo, se abalanzó a el, abrandolo lo más fuerte que podía -Gracias hermano menor.

-Ni creas que estoy tan sentimental como para llamarte hermano mayor idiota. Pero aún así se aparto, sin dejar de lado su corta pero demostrativa sonrisa.

-Y el último regalo. Escucho decir a sus espaldas. Casi al instante se volteo para ver de quién se trataba, cargando entre sus manos los regalos de sus familiares, vio como su maestro, el hombre de tez blanca y ojos violeta y  largo pelo tenía entre sus manos un libro de piel, se veía algo viejo y polvoriento y no era muy normal pues analizarlo, sus ojos se tornaron de sorpresa. Aquello era un libro tan prohibido como imposible de ver, juraría que en su vida tendría la oportunidad de siquiera verlo en fotografía, pero allí estaba, un libro grande de piel marrón y escrito en sima suyo una placa dorada, escrita las palabras "Uchiha Uzumaki". Sabía a la perfección de que se trataba, el libro que su madre con tanto amor se había encargado de rellenar con fotografías de él y el Uchiha. Sabía a la perfección que aquel libro seguiría doliendo, tanto que dudaba que las llamas no lo haya consumido antes.

Así que solo lo miro, lo miro intentando que las llamas que le traían la sangre Uchiha lo quemase. No quería que eso lastimar más a su madre.

Fue Nuestra CulpaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora