The Ones Who's Fallen [En Curso]

Capítulo 31

"¿Vendrás con nosotros de vuelta a TonDC?" Lexa pregunta a Luna.

"Sí".

Lexa asiente, con una sonrisa en los labios. "Nos iremos mañana por la mañana".

"¿Podemos quedarnos aquí un día más?". le digo.

"Podemos", confirma Lexa. "Pero, ¿por qué?

"Para empezar, será más fácil para las heridas de ambas. Y podemos pasar mañana construyendo algo para transportar al Pauna y minimizar su contacto con el suelo".

"Es una buena idea". Luna concede. "Así será menos probable que la carne se contamine".

"Muy bien. Mañana trabajaremos todas en su construcción". Dice Lexa.

"Pero ustedes dos están heridas, así que están limitadas en cuanto a lo que pueden hacer. Luna está limitada a hacer lo que pueda en una pierna. Lexa, estás limitada a hacer cualquier cosa que no te lastime la espalda, así que vas a estar atando todo."

"Pero..." Lexa empieza

"Nada de peros", la corto, dirigiéndole una mirada severa. "Es un trabajo importante".

Lexa suspira derrotada y asiente. "Muy bien. Deberíamos descansar un poco. Luna, puedes tomar algunas pieles de Clarke y mías para abrigarte".

Luna toma algunas pieles de las dos, pero se asegura de dejarnos suficientes. Nos da las gracias y se echa a dormir, empezando a roncar casi al instante después de acurrucarse bajo ellas.

"Buenas noches, Clarke". Lexa dice en voz baja, aunque dudo que algo despierte a Luna si sus fuertes ronquidos no lo hacen.

"Reshop (buenas noches), Lexa". Murmuro de vuelta, metiéndome en mi cama.

Una vez debajo de las pieles, me quito la armadura y la tiendo a mi lado junto con mis armas. Me quedo en ropa interior, reprimo un bostezo y me duermo.

***************

Me despierto con el olor de la carne cocinándose. Dejando escapar un zumbido complacido, estiro el cuerpo (aunque tengo cuidado de mantenerme bajo las pieles porque estoy casi desnuda).

Luna y Lexa me dan la espalda y parece que están cocinando juntas. Hablan en voz baja, probablemente para no despertarme y se ríen.Es agradable verlas felices y trabajando juntas. Es obvio que ambas se han echado de menos.

Decido probar suerte, salgo de debajo de las pieles y me visto rápidamente, poniéndome el sujetador y la armadura. Por supuesto, Lexa me oye moverme y se vuelve para mirar. Llevo pantalones y sujetador, pero estoy a punto de ponerme la camisa cuando mira. La cara de Lexa se sonroja y se vuelve rápidamente. El gritito que suelta cuando se da cuenta de que me estoy poniendo la ropa es lo más adorable que he oído nunca.

Riéndome para mis adentros, me pongo el resto de la armadura y engancho mis armas con facilidad. Cuando termino, me dirijo hacia ellas. Lexa sigue sonrojada, pero Luna está tan concentrada en lo que sea que esté cocinando que ni siquiera se ha dado cuenta.

Cuando las alcanzo, Lexa se vuelve hacia mí. "Moba (perdón), Clarke. No sabía que te estabas poniendo ropa".

"No pasa nada", la tranquilizo, dedicándole una sonrisa que hace que ella también sonría automáticamente. Aunque sigue pareciendo arrepentida. "Te lo prometo, no estoy enfadada ni nada".

Lexa asiente y Luna nos mira. "Strisis, la comida está lista".

"Mochof" responde Lexa.

Comemos y nos ponemos a trabajar. Luna y yo encontramos troncos lo bastante grandes para que Lexa pueda atarlos. Le he permitido a Lexa tener un trabajo extra, que consiste en encontrar más cuerda o cosas parecidas porque no tenemos suficientes. le insto a que no se esfuerce demasiado, y espero que me haga caso. No quiero que el viaje de vuelta sea más doloroso para ella.

Después de Luna y agotar el bosque cercano de todos los troncos caídos, decidimos empezar a cortar algunos árboles más pequeños. no quieren hacerlo con una espada, por lo que Luna construye un hacha. Desde cero. Mientras sólo puede hacer presión con un pie. Por decir lo menos, fue otra hazaña impresionante.

Hago que Luna y Lexa dejen de trabajar unas cuantas veces para comer, merendar o simplemente para descansar.

Cuando todas están satisfechas con la cantidad de madera que tenemos, Luna y Lexa ayudan a atarlo todo. Después de terminar Lexa, siendo su ser dominante y perfeccionista, va y comprueba cada pulgada de cuerda para asegurarse de que está bien hecho. Luna y yo la observamos todo el tiempo, hasta que se pone el sol. Entonces Luna se dirige a la cueva, diciendo algo sobre prepararnos la cena a todos. Me quedo con Lexa, contenta de que esté en la última sección. Satisfecha, asiente para sí y se levanta.

"¿Cómo subimos a Pauna?". le pregunto.

"Tendremos que levantar al Pauna sobre él". murmura Lexa. "Y no te preocupes, Clarke, ya sé que no me dejarás hacerlo. Luna y tú deberían bastar para levantarlo".

"¿Queremos hacerlo ahora o mañana por la mañana?". pregunto.

"Esta noche. Deberíamos acercar la Pauna todo lo que podamos para que no tengan que llevarla lejos". Lexa reflexiona. "Podemos hacerlo antes o después de comer".

"Preferiría hacerlo antes". Dice Luna desde detrás de Lexa, haciéndonos saltar a las dos. Maldita sea, es un ninja.

"Muy bien. Los caballos pueden tirar de la Pauna hasta aquí y luego vosotras dos podéis hacer el resto". afirma Lexa, entrando de nuevo en la cueva.

Luna y Lexa hacen que los caballos tiren de la Pauna hasta la balsa que hemos construido. Luna y yo levantamos la Pauna y tiramos de ella. Es lento y extremadamente difícil.

"Sería más fácil si bajara mi otro pie". Luna resopla mientras nos detenemos después de cinco míseros minutos para tomar un descanso. La hemos movido unos treinta centímetros.

Me arrodillo y compruebo su tobillo de nuevo. "Debería estar bien para caminar y pararse, pero bajarlo mientras levantamos una cosa extremadamente pesada está fuera de discusión".

"Bien". Luna refunfuña, pero parece contenta de poner el pie en el suelo.

"Yo podría ayudar". Lexa se ofrece. Al ver mi expresión, se apresura a continuar. "Revísame, debería estar bien".

Lo hago y suspiro. "Vale, puedes hacerlo pero tienes que tener cuidado. Y tengo una condición. Luna y tú montarán los caballos mañana".

Las dos abren la boca para quejarse, pero parecen pensárselo mejor y asienten.

"Has elegido a una testaruda, strisis".

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Vaya gobernada que eres, Lexa.
Pero no te culpo, digo, ¿quién no se dejaría gobernar por la rubia de ojos azules?

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