"Tenemos Que Hablar" - Capítulo 3 - Parte 1.

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Mi alarma sonó a las cuatro y treinta de la mañana.

Me dispuse a ponerme la ropa de entrenamiento. Ya estaba acostumbrado. Todos los días, tanto yo como las personas de mi padre tenían entrenamiento diario. Se llamaría explotación humana y es ilegal, pero mi padre sabe callar a cuantas personas se les presenten en su cara. Un par de billetes o el disparo de un arma podría callar a cualquiera.

A mí no me sorprendía, más bien me daba asco como trataba a sus empleados pero lo que mas me daba asco era la forma en que ellos vendían su vida para que él los mantenga.

Ponían a sus familias en riesgo, siendo ellos implicados en estos negocios, además de cargar un gran historial de muertes seriales.

Tomé las llaves de mi auto y mi teléfono y salí por la puerta.

Paré el ascensor y fui directo a la cocina. Abigail se encontraba allí.

Es ridículo tener una nana a esta edad pero ella me había cuidado y defendido desde pequeño, básicamente una madre para mí. Mi segunda madre.-le sonreí-

"Buenos días, cariño" dijo al verme. "Tu desayuno está en la mesa, ven siéntate."

"Buenos días, Abby" dije abrazándole por detrás y plantándole un sonoro beso en su mejilla derecha. Era de esas personas a las que les tomas cariño con el tiempo. Si se ha mantenido aquí, conmigo, es por mi constante petición por que mi padre no la lance a la calle.

"¡Vamos, vamos, vamos! Tienes que desayunar antes de llegar a tu entrenamiento" dijo apurándome.

"Está bien, Abby" le sonreí a la señora de algunos 60 años. Se sentó conmigo en el comedor y clavó sus ojos en mí. "¿Qué?"

"¿Cómo te ha ido en la escuela, pequeño?" dijo divertida esperando mi respuesta mientras recostaba su cabeza en sus manos y sus codos apoyados en la mesa. Quizás se parecía un poco a mi madre.

"Me ha ido bien" dije comiendo.

"No hables con la boca llena" me reprochó pasándome una servilleta.

" Lo siento, pero tu me has preguntado" mencioné riendo. "Hablé con ella anoche"  le quité la servilleta de la mano mientras veía cómo su sonrisa crecía.

Ella adoraba a mi madre. Las dos se adoraban entre sí. Eran algo así como hermanas. Cada vez que veía diferentes signos de envejecimiento en Abby, me preguntaba si mi madre también estaría envejeciendo. Y por lo más obvio que fuera, no quería saberlo, solo quería que durara para siempre.

Ya había terminado mi desayuno, tomé mi jugo y me levanté de mi asiento.

"Buena suerte hoy, cariño, y cuidado con todos esos cuchillos" dijo desde su asiento con su habitual tono de preocupación cuando sabía que tenía entrenamiento.

"Lo tendré, Abby" dije suave y caminé hasta quedar detrás de ella y abrazarla. "Tú también cuidado con todos estos cuchillos" reí. "Nos vemos luego." dije y caminé hasta la puerta, saliendo por ella.

Los entrenamientos eran normalmente en un campo construido atrás de la torre. Allí se hallaban distintos contenedores con cuchillos, flechas. Y había un campo de tiros. Ya no los necesitaba, pero para mi padre eran necesarios y cruciales.

"¡Eh! ¡Ha llegado el hijo de papi!" dijo uno de los empleados de mi padre.

"¡Eh!" dijo otra voz detrás de mí imitando la anterior. "No llamas a mi amigo hijo de papi, grandísimo hijo de puta. Puedo hacer que te sacrifiquen y te echen a los cerdos." esos insultos. Solo Cameron. Reí.

"Cam, ¿qué haces aquí?" pregunté haciendo nuestro habitual saludo.

"Dijiste que tu querido padre quería verme. Vine. Eso es lo que importa." dijo corrido. "O es que... ¿no me quieres aquí?" dijo dramático.

"Imbécil." pronuncié.

"Te  extrañé, amigo. Viajar es una mala idea y más si vas sin tu mejor amigo." dijo dándome ligeros puñetazos en el brazo y saltando de lado a lado.

Bromeamos entre ambos mientras caminábamos hacia el vacío campo de tiros.

"¿Y la chica con la que estabas ayer? ¿Quién era?"

"Es de la escuela." gruñí. "No puedo creer que esté pasando por eso otra vez."

" ¡¿Y te quejas?!" exclamó exagerado. "Con ese bombón... Yo no lo haría maigo, no me quejaría de nada." dijo negando con la cabeza tal cual niño pequeño creía que era.

Puse mi dedo índice en la pantalla verde para abrir la puerta del campo mientras Cameron tomaba el primer revolver y lo examinaba.

"Tiene novio." dije.

"¿Y?" dijo desinteresado. "Es solo por unas horas al día"

"No haré eso, idiota"

"Jude, eso no le importará en lo absoluto" alzó sus manos. "Seguro que piensa lo mismo que todas, un chico misterioso, idiota y sexy que..."

"¿Me acabas de llamar sexy?" dije incrédulo casi riendo.

"¡Claro! Y de sexy trasero" reí fuerte.

"¿Eres gay?" pregunté riendo.

"No idiota, pero solo digo que así debe de verte" dijo riendo. " Es lo que decían todas en la universidad, y créeme, te esperan con ansias hormonales."

"Juro que esta es diferente" dije tomando el mango de un revólver y disparando justo al centro del muñeco que había. "¿Cronometrado?" le pregunté. El campo era con tecnología de punta, parecía uno de esos juegos de video en donde disparas a la suerte.

"Sí, y con láser" dijo mientras cargaba su revólver. "Listo por aquí."

Encendí el láser y los movimientos que cada muñeco hacía. Las bocinas canturreaban: Cinco, cuatro, tres, dos, uno.

"Listo por aquí" dije .

Y el juego empezó.

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⏰ Última actualización: Sep 19, 2015 ⏰

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