''Encuentro'' - Capítulo 1 - Parte 4

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Había acabado el receso y busqué en el mapa el aula 372, la cual encontré con rapidez. 

Teatro, con la señorita Hughbert. 

''Bienvenidos estudiantes'' dijo una mujer con voz pasiva mientras regaba incienzo por toda el aula.

No habían sillas, sólo un pequeño escenario y gradas, telas y artefactos gitanos.

''Señor, no puede portar zapatos aquí dentro'' dijo la ¿profesora? 

''Está bien, lo siento, no fue mi intención'' quité mis zapatos y tomé la pequeña navaja que había dentro. La guardé entre mi ropa interior y el pantalón.

Escuché el timbrazo que seguramente indicaba que la clase había empezado. Mi camisa aún seguía manchada, pero al menos lo pegajoso ya se había ido. Saqué la chaqueta de leather de mi mochila y me la puse.

''Bienvenidos sean todos, alumnos.'' pronunció subiendo al escenario. ''Hoy, al ser primer día con este grupo quiero que todos lean estas páginas, quiero que suban a escena solo dos personas. Un hombre y una mujer para hacer un pequeño fragmento de la obra 'Romeo y Julieta' de William Shakespiere.'' empezó a repartir papeles. ''Como es Literatura Universal, espero que por ser su primer y último año de teatro, lo aprovechen. A final de año se llevará a cabo la obra final en el teatro de Los Angeles.'' 

Chillidos y gritos de sorpresa empezaron a aparecer entre el alumnado. Esto de teatro se veía extraño. ¿Por qué estaba en teatro? Se suponía que venía a trabajar no a hacerme el amante incondicional con un disfraz.

''Algo más alumnos, en este salón no se permitirán teléfonos celulares, computadoras portátiles, tabletas o ningún aparato que pueda romper la vibra de un actor. Un actor se compone por él mismo y por los elementos que lo rodean'' dijo muy inspirada la mujer.

Cuando ya tenía mi papel en mano empecé a leer.

«Romeo

(Tomando la mano de Julieta) 

Si con mi mano, por demás indigna 

profano este santo relicario, 

he aquí la gentil expiación: 

Mis labios, como dos ruborosos peregrinos, 

están prontos, están prontos 

a suavizar con un tierno beso 

tan rudo contacto. 

Julieta: 

El peregrino ha errado la senda 

aunque parece devoto. 

El palmero sólo ha de besar 

manos de santo. 

Romeo: 

Pues oídme serena mientras 

mis labios rezan, y los vuestros 

me purifican. (La besa) 

Julieta: 

En mis labios queda 

la marca de vuestro pecado. 

Romeo: 

¿Del pecado de mis labios? 

Ellos se arrepentirán 

con otro beso. (Torna a besarla).»

¿Que no podía mi padre elegir otro horario? Supuse que tenía dos opciones: quedarme aquí y ver cómo esta gente se asombraba por algo tan estúpido o podía ir al baño, pero acababamos de entrar del receso así que profundamente dudaba que me dejaran salir.

''¿Terminaron de leer el texto?'' preguntó ansiosa la maestra.

La mayoría asintió, yo también, así sería uno más del montón. 

''Bien chicos y chicas, ¿quiénes quieren pasar al escenario?'' preguntó.

Lo sabía. Plenamente sabía que todos estaban ansiosos por algo vacío. Asentían a algo que no sabían. 

Si miraba el papel mucho tiempo, quizás pensaría que estaba demasiado ocupado analizando el texto como para ir a escenificarlo ahí arriba.

''Pues entonces, tendré que elegir yo misma'' dijo con indignación.

Se paró de su asiento a buscar otro papel, hubiera sido el nombre de los alumnos u otro fragmento para leer.

''¿Butterfield, Anne? ¿Estás presente?'' preguntó al aire al no saber quién era.

Escuché primero unos brazaletes chocando y por instinto giré la cabeza. ¿Será que estaba en todas mis clases?

''Párate aquí...'' suspendió. ''Y... Garret, Jude. Jude, ¿estás aquí?'' preguntó igual.

Respiré profundo y levanté mi mano dejando mi mochila donde ya me sentaba y llevando conmigo el papel con el texto. Bajé las gradas y me paré en el escenario. Aquí no estaba el queridísimo novio de la muchacha y mi futuro comprador por excelencia. 

Sonreí de lado al pararme y ¿por qué será que son tan chillonas las mujeres?

''Ya saben quién es Romeo y quién es Julieta. Prepárense, respiren y cuando estén listos sólo avisen'' dijo sonriente mientras bajaba del escenario.

Metí mi mano izquierda en mi bolsillo y bajé la cabeza. Al subirla pude notar que todos, absolutamente todos los alumnos nos miraban. No tenía ningún problema, pero ví que ella sí.

Respiré profundo dándome seguridad a mí mismo. Ella tenía la cabeza abajo y sabía que no estaba leyendo el texto.

''Cuando quieran'' pronunció la profesora desde el fondo del salón.

Saqué mi mano del bolsillo y tomé la de ella. La llevé tras bambalinas. 

''Oye, lo siento, te quitarán el puntaje por mi culpa... yo... yo no sé actuar... y le tengo miedo a las multitudes.. yo... yo...'' dijo a punto de llorar.

''Yo tampoco se actuar'' le sonreí.

''Pero.. pero... pareces tan confiado ahí arriba y... lo siento, no puedo'' dijo desesperada.

El contorno de sus ojos se había tornado rojizo. Predije que lloraría en cualquier momento.

''Hagamos un trato: tu me regalas el puntaje y yo la confianza.'' le miré a los ojos.

Hasta ese momento se había percatado de que había yo tomado su mano.

''Está bien'' -trató de sonreir. 

A través de su mano se sentían las pulsaciones de nerviosismo. Salimos a escena. 

''Ya estamos listos, maestra'' dije en voz alta, ésta atendió.

''¡Pues vamos!'' aplaudió dos veces. ''¡Acción!''

Y empezamos

Tomé su mano otra vez, ella sólo atinó a mirarme. Nos colocamos cara a cara. ''Tranquila'' le susurré y asintió, respiró profundo. ''Si con mi mano, por demás indigna profano este santo relicario, he aquí la gentil expiación: Mis labios, como dos ruborosos peregrinos, están prontos, están prontos a suavizar con un tierno beso tan rudo contacto.'' pronuncié.

La miré profundamente a los ojos. 

''El ... el...peregrino ha errado la senda aunque parece devoto. El palmero sólo ha de besar manos ...de santo.'' llegó a pronunciar. 

Respiré tranquilo y le sonreí.

''Pues oídme serena mientras mis labios rezan,'' leí. ''...y los vuestros me purifican.'' lamí mis labios pues ya sabía que venía después.

Tomé su cara entre mis ambas manos y ella sólo miraba cada acción. Supuse que estaba petrificada y que luego se sentiría culpable por pensar que le ha sido infiel a su novio. Pero podría apostar que ese idiota ya la ha humillado y destrozado millones de veces.

Still ThereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora