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—Buen trabajo. Nos vemos mañana.

—¡Hasta mañana!

—¡Dios! Estoy muy cansado.

Realizó la entrega del área hacia el siguiente grupo de enfermeros que cubrirían el turno y procedió a lavarse las manos para deshacerse de todo el antiséptico y desinfectante que se le había quedado adherido entre sus dígitos. Se despidió de sus compañeros y salió de la central rumbo al salón principal del hospital.

Salió de las instalaciones distraído con el celular en mano esperando una respuesta de Felix, quien le dijo que pasaría por él al trabajo.

De repente una figura que pasó de largo frente suyo le hizo parar de inmediato cuando creyó que iban a chocar. Agudizó la mirada y se percató de que se trataba de Kim Seung Min, quien se veía como una persona completamente diferente sin el uniforme. Llevaba una chaqueta de mezclilla y una gorra puesta, de su mano colgaba una bolsa roja con botellas de agua y sándwiches de tienda de conveniencia que repartió a las personas que manifestaban fuera del complejo y luego tomó asiento al lado de un grupo. La mirada baja y perdida. Se percató de que muchas de las personas que yacían desde la mañana seguían en la zona aún entrada la noche, levantaban en alto los estandartes e inclusive entonaban una canción como despedida a Bae Ga Ram enfrente de un altar en su honor. Por un momento se vio interesado y quiso acercarse a observar, pero una ambulancia se interpuso en su camino bañándole de una luz roja.

De ella emergieron un par de paramédicos llevando una camilla con un paciente en estado de gravedad, por lo que dedujo. Los vio con atención, su vista siguiéndolos, esperando a que entraran al área de urgencias, sin embargo, se extrañó cuando notó que fueron hacia él. Era el único idiota en uniforme frente a la entrada.

—Oye, oye, oye. Yo no...

—Enfermero, qué bueno que recibió nuestra llamada —verbalizó uno de los miembros llevando la camilla hacia el interior. Se vio obligado a seguirlos—. Un equipo de rescate sacó a este hombre de un tráiler que cayó al mar, pensamos que se pudo haber quebrado algunas costillas con el volante...

Empezó a recibir los datos del estado del paciente, pero dichas palabras nunca llegaron a sus oídos. Más bien, se vio ensimismado por los datos que recogió con la vista. Le cubría una manta blanca con algunos manchones de sangre, sabía que era para protegerlo del frío, al elevar la sábana encontró con que tenía la camisa abierta y que tenía el tórax distendido en un intento de respiración forzosa. Su cuerpo se hallaba adornado de múltiples marcas de hematomas y heridas por arrancamiento, sobre todo en el antebrazo izquierdo, que era de donde todavía escurría la sangre de una alargada herida recién hecha. El rostro lo tenía completamente inflamado y amoratado, sin embargo, aun así, pudo reconocer que era el sujeto que le chocó en la estación del tren.

—¿Es el paciente? —intervino un médico en traje quirúrgico tan pronto se adentraron al pasillo que conectaba con la sala de urgencias. Observó al muchacho con detalle acomodándose los anteojos— Llevémoslo a la sala de inmediato. Enfermera Choi, necesito que llame al radiólogo.

—Sí, doctor.

—¿Quién es usted? —interrogó esta vez dirigiéndose a Chang Bin, solicitándole silenciosamente que empujen la camilla con velocidad a la sala.

—¿Yo? Uh... Mi nombre es Seo Chang Bin, trabajo en CEyE.

—¿Seo Chang Bin? —El médico entonces se bajó la máscara que le cubría medio rostro, revelando a una persona que le pareció sospechosamente familiar. Era el sujeto de la sauna. Pudo confirmarlo cuando le dedicó una amplia sonrisa— Muchas gracias, enfermero —Asintió con la cabeza, Chang Bin no pudo hacer más que devolver el gesto. Volvió a colocarse la máscara en si sitio, listo para entrar a la sala de emergencias—. Mi nombre es Bang Christopher Chan —le dijo antes de marcharse.

Rabiaes Dementia: ReminiscenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora