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Acordó una reunión con la persona que decía haber conocido a Ji Sung. No era posible que personas externas a la ciudad ingresaran debido a la cuarentena. Era por ello por lo que el detective Yang fue quien tuvo que conducir hasta los límites de la ciudad para encontrarse con Lee Min Ho. Sabía que no era ético, y que incluso era algo embustero, pero tuvo que hacer algunos movimientos para que le dieran acceso a Lee sin necesidad de llegar hasta la gran urbe.

—¿Qué parentesco dice tener con Han Ji Sung? —cuestionó Jeong In, tendiéndole un vaso de café que compraron en una tienda de autoservicio.

—Soy un viejo amigo de él. Bueno, era.

—¿Y... por qué viajó hasta aquí por su cuerpo?

—Oh, estoy haciéndole un favor a su madre. Ella está en Incheon gravemente enferma y quiere que incineren el cuerpo y guarden las cenizas. ¿Usted sabe qué podría hacer para recuperarlo?

—Sí, uh... Yo soy —pensó improvisadamente— asistente del médico forense en la morgue. Encontramos que el virus que está causando la contagiosa enfermedad ya no está activo en el cuerpo. Si llegamos a un acuerdo con los encargados de la investigación y se controla la enfermedad puede ser posible que se lo entreguen.

—¿De verdad?

—Confíe en mí.

—De verdad se lo agradezco mucho, señor —exclamó Lee, estrechándole la mano aceleradamente.

—No es nada —Se zafó de su apretado agarre—. Voy a... voy a hablarle al médico ahora mismo.

—Hágalo, no lo interrumpiré. Yo, uh... por mientras voy a ir al servicio —avisó señalando la tienda detrás suya.

—Adelante.

Salió del auto y se llevó el celular a la oreja pretendiendo hacer una llamada telefónica. De reojo observó la figura de aquel hombre yendo en dirección a una tienda pegada a una gasolinera. Esperó a que se perdiera de su vista antes de ir detrás suyo.

Sospechaba de él, el médico forense le comentó que la razón por la que tenía prohibido contestar el teléfono era porque había una persona insistiendo en recuperar el cuerpo de Ji Sung, esta persona era su madre, pero a Jeong In le extrañó el dato cuando se enteró de que la madre de Han fue la que dio autorización a las investigaciones. Era por ello por lo que le sorprendió que le contestara la voz de un hombre. Tenía la teoría de que podría ser un agente del Grupo Shin o de alguna otra organización que lo quería, no había averiguado todavía para qué, pero ese hombre podría ser la clave para llegar la persona que estaba al mando de todo aquello.

Esperó afuera del baño para hombres, en cuanto escuchó la llave del agua cerrarse y un par de pasos que se acercaban supo que era su señal. Cuando Min Ho salió fue sorprendido con una llave que le rodeó por el cuello, no se dejó inmovilizar por su atacante, por lo que inmediatamente luchó empujando el cuerpo a sus espaldas hacia la pared, haciendo que el impacto lo saltara. Metió un gancho en el abdomen, y cuando estuvo a punto de dirigir el puño a su cara Jeong In lo tomó del brazo y lo derribó al suelo.

—Dime tu verdadera identidad y para quién trabajas, y tal vez sea gentil contigo —dijo el más joven, apuntando el cañón de una pistola en su dirección.

Min Ho tenía las manos a los lados de su cabeza.

—Está bien, está bien. Dame chance, ¿sí?

Con lentitud se incorporó del suelo, manteniendo las manos en alto en todo momento y la mira en el arma. Jeong In no cesó ni por un instante. Min Ho estaba por sacar su placa del bolsillo interno de su chaqueta cuando su contrario pensó que extraería un arma, detuvo el ataque plantando un codazo en el brazo del otro y arrebatando la pistola de su mano. Ahora era él quien le apuntaba.

Rabiaes Dementia: ReminiscenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora