"Nine in the morning,
the man drops his kids off at school"—¡GOOOOOOOOOL!
El estadio aulló con euforia cuando Lionel Messi, mi querido primo, metió la pelota dentro de los tres palos mexicanos.
Me abracé con Aimar, ambos con los ojos llorosos. Leo había abierto el contador y todo el público rugía para alentar a nuestra selección.
—Vamos la puta madre —me susurró al oído.
Mis ojos querían soltar lágrimas y mi garganta cantar a gritos, pero me contuve. Tenía que mantenerme tranquila, todavía faltaba para que el partido termine y las cámaras te enfocaban todo el tiempo.
Confiaba en este equipo a morir y sabía que teníamos los huevos y las ganas para poder ganar este partido. Además, era uno bastante picante. Los hinchas mexicanos se la habían pasado toda la semana bardeando a Messi y dudando de su gran talento. Esperemos que hoy cerremos un par de bocas (anulo mufa).
Después de que los minutos pasaran, Scaloni tuvo que hacer algunos cambios. Uno de ellos fue Enzo Fernández.
Lo miré de reojo sacándose la camiseta de suplente y poniéndose la titular. Volví mi vista nerviosa a la tableta que tenía en mano para poder mostrarle las tácticas que podía llegar a implementar.
Se dirigió al lado del árbitro y yo tuve que acercarme para mostrarle.
—'Cuchame, Enzo —lo llamé casi gritando. Él posó su mano en mi espalda baja y acercó su oreja a mi boca indicándome que me escuchaba; obviamente ignoré mi pulsación a mil—. Vo' tene' que hace' así, así y así. Y si de casualidad te llega a gustar el arco, pateas. No dudes de vos, yo confío plenamente. ¿'Cuchaste? No seas bobina.
Asintió con una sonrisa de sus perfectos dientes blancos. Ahora sí era su turno de entrar a hacer su magia. Miren que yo no era de River, pero este muchacho tenía talento y yo quería que el mundo lo supiera. Le estuve comiendo la cabeza al técnico para que tuviera unos minutos.
El tiempo pasó y dieron córner para Argentina. Messi la jugó corta con De Paul, este último se la pasó a Enzo, que se había mostrado, mantuvo un poco la pelota y asombrosamente le pegó un zapatazo y... entró.
Automáticamente salí corriendo a la esquina con todo el estadio volviendo a estallar de alegría. La emoción me había invadido y no la pude controlar. La Selección tenía oportunidad de renacer y era gracias a mi primo y a Enzo.
Nuestras miradas se encontraron en un momento cuando llegué con una sonrisa plantada en mi boca. Noté como venía hacia mi y yo sin dudarlo lo rodeé con mis brazos a punto de llorar cuando la distancia entre nosotros se había acortado lo suficiente.
Luego de mi, fueron cayendo todos. De Paul, Leo, Paredes, Fideo, etc. Sabía que quizás había dejado el profesionalismo de lado, pero al ver a Enzo hacer, quizás, uno de los goles más importante de su carrera, la emoción y felicidad tomaron control de mi cuerpo y lo llevaron hasta acá. El alivio también era parte de mis sentimientos, la presión de haber perdido el último partido ya no estaba en nuestros hombros. Si bien, faltaba un partido más que jugar, las lágrimas inundarnos mis ojos al sentir que el peso de no haber podido mejorar antes se fuera.
Cuando todos empezaron a volver al otro lado de la cancha, me separé, le agarré la cara y lo zarandeé un poco. Él estaba con los ojos rojos por las lágrimas.
—Te dije, boludo. La puta madre, te dije.
Asintió con sus típicas sonrisas enormes que podían iluminar una habitación completa. Le di unas palmadas en el cachete izquierdo y me volví a mi lugar.
ESTÁS LEYENDO
Quedate || Enzo Fernández
FanficSu falta de experiencia sobre el amor, junto con el miedo al "qué dirán..." inculcado por su familia, genera que la tensión con el número 24 de la Selección Argentina pueda hasta cortarse con un cuchillo. ¿Podrá Enzo Fernández romper las barreras me...