Prólogo

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14 de Noviembre.

Era el día de entrenamiento para poder estar listos para el amistoso contra Emiratos Árabes Unidos.

Iba a ser un partido más que nada para probar las variantes del equipo y ver cómo funcionábamos mejor. Técnicamente jugaban todos bien, pero tácticamente dependíamos de cuán mejor estaba cada uno con el otro.

Por ejemplo, no era lo mismo la dupla de De Paul y Paredes que Enzo y Paredes. El morocho, al jugar con Leandro, tenía más oportunidad de subir y bajar constantemente. Mientras que el ex jugador de boca con Rodrigo hacía que este último vaya más a las patadas y a jugar con Leo, básicamente cumpliendo su función.

En conclusión, era bastante lo que teníamos por estudiar. Se nos venía un mes complicado y la idea me encantaba. Era fan de este deporte y poder implementar tácticas ingeniosas me fascinaba: una de las razones por las que me dedicaba a lo que hacía actualmente.

Volví a la realidad cuando Scaloni me pidió que lo reemplace unos minutos, ya que necesitaba ir al baño. Con gusto acepté y les di una pelota para que hagan medio y descansen un toque de los ejercicios de físico.

—¡Rodrigo dejá de charlar o sino te hago hacer cincuenta lagartijas! —grité.

Sabía que lo hacían apropósito porque estaba yo, era más relajada y no apretaba tanto como Scaloni. Lo que me pasaba era que no me gustaba estar rompiéndole las pelotas a los jugadores para que hagan su trabajo. Cada uno sabía las consecuencias y no me daba estar atrás de cada uno como un perro.

—¡Eh! Se vino la policía, chicos. Escóndanse que en cualquier momento empieza a disparar —respondió De Paul.

—Tranquilos que acá tenemos al hombre araña. No se alarmen —acotó Enzo. Lo miré fulminándolo con la mirada tratando de no reírme.

Al lado se encontraba Julián, quien empezó a hacer señas con sus manos como Spiderman, simulando que me tiraba telarañas.

Yo no me pude resistir y formé una pistola con mis manos. Apunté a Juli e hice como que disparaba. El 9 se tiró al piso actuando su muerte.

—¡Noooooooooo! ¡Spiderman! —lloriquearon De Paul y Enzo en joda. Se habían tirado al piso y todo. También Álvarez sacó la lengua como perro muerto.

—¡Bueno che! Dale, déjenla en paz —saltó mi primo, Lionel. Automáticamente los tres se levantaron y se entraron a cagar de risa. Me uní a ellos, pero levemente; tenía que mantener el profesionalismo.

Luego de unas risas se calmaron y volvieron al medio. Sin embargo antes de volver, Enzo se me acercó.

—Che linda, mirá que no está prohibido reírse un poco. Fue una jodita nomás —mientras me hablaba lo hacía con su sonrisa característica, la cual me hipnotizaba cada vez que la resplandecía. Yo rodeé los ojos divertida.

Yo no podía dejar de pasar mi mirada por su torso que llevaba puesta una remera pegada al cuerpo que provocaba que se le marcara demasiado el abdomen. Además tenía el pelo medio desordenado; estaba transpirado lo cual me debería haber parecido asqueroso, pero por alguna razón se me hacía atractivo en él.

Últimamente, siempre que me venía a hablar me ponía nerviosa y las pulsaciones se me aceleraban. No jodía cuando decía que podía sentir como por dos segundos dejaba de respirar, no sabía qué me pasaba. Y bueno, para ser sincera, tampoco quería averiguarlo.

—Vuelva al trabajo, Fernández —le dije medio con calor en la cara. Él se mordió el labio mientras negaba con la cabeza. Me miró a los ojos fijamente, mezclando el negro de sus ojos con el negro de los míos y provocándome el típico cosquilleo en la panza.

Hizo el amague de acercarse más a mi, pero Aimar lo llamó a los gritos.

—¡Enzo, dejá de chamuyar y ponete a laburar!

Me voy a dedicar pura y exclusivamente a alabar a Aimar.

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• Bueno, espero que les haya gustado este pequeño bocado de lo que vendría a ser la historia :))

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• Si encuentran algún error ortográfico, avísenme con respecto que lo corrijo automáticamente.

Que tengan un buen día,
Sofía🥰

Quedate || Enzo FernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora