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Tenya Iida:

Hace un par de semanas que no sabía nada de Aiko y lo último que supe es que había conseguido rentar un departamento. Así que le escribí.

Dijo que se sentía bastante mal y que no había salido de su cama desde ayer, le pregunté si había desayunado al menos y si podía ir a su nuevo departamento y después de un poco de insistencia me dejó ir.

La zona era más o menos buena, por decirlo de alguna forma, el edificio estaba bastante maltratado, la pintura se veía deslavada y algunas ventanas tenían grietas y parches. Tomé una bolsa de tela en qué había metido unos fusillis y cosas para cocinarlo, bajé del auto y entre al edificio. Busque el número de su departamento y toqué.

Abrió la puerta con un rechinido y la vi envuelta en una cobija color azulado. Se veía algo pálida pero una linda sonrisa se le marcó en el rostro al verme.

– Tenya – extendió una mano fuera de la cobija y me jaló suavemente de la camisa para hacerme pasar – ven entra.

– Cómo estás Aiko?

Una vez dentro cerré la puerta, dejé la bolsa de las compras en el suelo y la envolví en un abrazo, ella se recostó sin dudar en mi, cerró sus ojos y suspiró.

– Mucho mejor ahora que estás aquí. – bajo la mirada a la bolsa de tela que estaba en el suelo – que trajiste?

– Dijiste que no has comido – noté que abría un poco los ojos – y pues ahora que se medianamente cocinar supongo que es un buen momento para hacer algo a una pobre dama que está enferma.

Se envolvió en su cobija, se tapo los labios y me miró con alegría. Soltó una risita mientras sus mejillas se coloraban levemente, se veía tan adorable así. Subió sus brazos, envolviendome a mí también con parte de su manta y me besó con cuidado.

– Eres un cielo sabías?

Volví a besarla en los labios, después en su nariz y finalmente en la frente.

Me puse a hacerle una pasta, ella se recostó en el sillón que estaba al lado de la cocina, prácticamente la sala y comedor era un mismo espacio y no había ni una pared que marcara el inicio de la cocina, así que podía verme sin problemas, estábamos a solo unos cuantos pasos del otro.

Mientras se hacia fuí hacia ella, se trató de hacer a un lado pero me vió de pie y sonrió un poco.

– Bueno, en realidad no se si cabemos los dos, no eres precisamente pequeño.

Me acerque a su cuerpo envuelto en la cobija y la levanté, después me senté y la sostuve en mis brazos, ella me sonrió y se acurrucó contra mi cuerpo.

– No tienes nada contagioso verdad?

Lo dije de broma pero casi al decirlo mi mente se empezó a preocupar en pensar de que se habría enfermado, aunque río burlonamente.

– No, no – me acarició la mejilla – nada de eso, solo uno de esos pequeños costos de ser mujer.

– Ah – me sonroje un poco al entender – te suele doler mucho?

– A veces es peor – hizo una pequeña mueca – pero está bien, al menos sé que no estoy embarazada.

Vi una sonrisa forzada en sus labios, le acaricié la espalda y le dejé otro pequeño beso en la frente.

– Puedes sobarme un poco el vientre?

Noté que se avergonzó de la petición pero acepte al instante, ella tomo mi mano y la guío a la parte de su estómago que le dolía.

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