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Tenya Iida:

Estaba recostado cuando sentí como Aiko comenzaba a moverse entre mis brazos.

- Creo que te llaman.

En efecto, presté un poco de atención y escuché como mi teléfono personal sonaba.

- Déjalo, al rato regreso la llamada.

No quería soltar a Aiko, ni tampoco levantarme de la cama, pero ella se incorporó un poco  y leyó.

- Ahí dice Suki P., No es importante?

Al oír eso me levanté de golpe. Hoy había quedado en ir a comer en casa de su familia, era el cumpleaños de su padre.

Tomé el celular y contesté.

- Hola, buenos días Suki.

- Iida, te mandé mensaje anoche y no contestaste, supuse que estabas dormido.

- Lo lamento apenas agarré el celular...

- No importa, compraste lo que te dije?

- Amm las bebidas? Si si, ya tengo todo.

- Y el regalo?

- Cómo?

- El regalo, te dije que un reloj no porque mi madre le daría uno y tampoco ropa, odia recibir ropa.

- Ah si, el regalo de tu padre, si, también ya está arreglado.

- Excelente, entonces te dejo, te lo dije por mensaje pero la reunión se cambió a una hora más tarde si?

- Claro, no hay ningún problema.

- Bien, que tengas un excelente día.

- Gracias, igualmente.

Colgó, ni siquiera estoy seguro que haya escuchado mis últimas palabras pero está bien. Suspiré un poco, apenas empecé el día y ya tengo el horario lleno.

- Estás bien? No quieres recostarte otro rato? - río y me miró coqueta- aunque las vistas son agradables.

Aiko seguía envuelta en las sábanas de mi cama, ambos estábamos totalmente desnudos, aunque claro yo de pie. Me acerque y senté en el borde de la cama, ella se levantó, se tapo el pecho con la sábana y me dió un tierno beso en los labios.

- Si no te conociera diría que parezco "la otra" - río para si, pero en realidad eso hizo tensarme. Al ver mi reacción ella paró de reír - No fue divertido? Es de mal gusto que bromee de eso contigo?

- Aiko... No te lo he dicho... En serio pensaba decirte, de verdad...

- Espera, sí soy "la otra"? La de la llamada era tu novia?

Su semblante cambio totalmente, primero a incredulidad, después a sorpresa y por último a... a tristeza?

- Te iba a decir, en realidad estoy comprometido...

- Era tu prometida?!

Esta vez se alejó un poco de mí, y en su semblante volvió a reflejarse incredulidad.

- Si, era mi prometida. En verdad lo siento no había encontrado la ocasión para decirte.

- Vaya - esta vez no logré ver qué clase de emoción estaba sintiendo, su rostro estaba casi inexpresivo - O sea que en todas estás semanas que estuvimos... - buscó la palabra adecuada - que estuvimos tonteando, no se te ocurrió si quiera comentarlo?

- No sabía cómo...

- Y eso de que no te gustaba mentir?

Me dejó callado, en realidad tenía toda la razón. Ella tampoco agregó nada más, se envolvió con una de las cobijas y se puso de pie, rodeo la cama y se acercó a mi lugar.

- Entonces... Vas a querer que nos sigamos viendo?

Me quedé sorprendido, estaba esperando una reacción diferente, no diré agresiva, pero esperaba como mínimo una cachetada.

- Iida la verdad no es como que sea la primera vez que soy la otra mujer si? - se sentó a mi lado- muchos de los hombres que buscan mis servicios son casados o tienen parejas, solo que se suele informar de eso antes, por discreción mía.

- No era mi intención...

- Ya... supongo que no, pero solo para saber, se supone que nos seguiremos viendo?

No supe que contestar. Ella se incorporó y recogió varias de sus prendas que se habían quedado regadas por el cuarto.

- Bien, tómate tu tiempo para contestar si?- se volvió a parar frente a mi, su rostro seguía sin reflejar emoción - Me visto enfrente de ti o... Quieres que me meta al baño?

- No, tranquila, salgo yo.

Tomé también mis prendas que estaban por el suelo y salí de la habitación.

Horas más tarde estaba en la casada de los Ukino, era espaciosa, con un gran jardín. Llegué temprano y estuve ayudando en los preparativos para la reunión, mi futura suegra siempre parecía un rayo de sol, a diferencia de Suki y su marido.

- Ah Iida puedes traer esos arreglos para este lado?

- En seguida señora Ukino.

Así estuve casi toda la tarde, convivía más con mi suegra que con mi propia prometida, y eso que durante la comida estábamos sentados uno al lado del otro, pero ella o estaba en su teléfono o hablaba con una de sus primas que también estaba a su lado.

En fin, de ratos nos reunían para fotos, y aunque tomaba a Suki de la cintura nunca sentí que a ninguno nos encantara esa clase de tratos.

- Que regalo quieres abrir primero cariño?

El señor Ukino empezó a abrir varios regalos, no mudaba mucho de expresión, pero al menos cuando llegó al mío y saco una edición especial de un libro de botánica logré ver cómo sus ojos se iluminaban, además, preguntó de quién había sido, entonces sentí cierto orgullo cuando ambos nos estrechamos la mano.

Después de eso nos llamaron a Suki y a mí para una foto en el jardín solo nosotros dos. Aunque toda la familia de ella se quedó cerca para vernos.

Las mujeres de la familia no paraban de decirle que iba estar preciosa como novia, y los hombres de la familia insistían que cuánto nos tardaríamos en tener al primer hijo.

La cosa iba bien, en teoría, hasta que algunas de sus primas empezaron a decir que tomarán una foto besándonos. Nunca nos habíamos besado.

- Uno pequeño, para la comparativa en la boda.

- Si, además sino que fotos le mostrarán a sus hijos.

- El jardín nunca ha estado más arreglado, aprovechen para las fotos.

- Si, ahora una con beso.

Los dos nos tensamos un poco, ella lo disimuló mejor que yo.

- Y bien? - me miró, con esos penetrantes ojos verdes, que casi sentía que podría comerse mi alma - No me importa si es uno pequeño.

Titubee, pero tomé con cuidado si mejilla, escuché de fondo como sus primas gritaban, emocionadas. Junte mis labios con los de ella y tomaron la foto.

Todo lo el resto de la velada no pude evitar sentirme vacío, veía a Suki a lo lejos, riendo o hablando, parecía que cada moviendo lo tuviera calculado horas antes, era delicada y nunca la había visto equivocarse. Parecería una persona ideal para mí, pero tocarla no me provocaba nada, su mirada más que gustarme sentía que me intimidaba, y el beso... Simplemente no logré sentir absolutamente nada.

Y esa sería mi futura esposa, excelente.

Unholy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora