Capítulo 3: "Yo siempre cumplo"

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Me toma 10 minutos descubrir la dirección de Abigail, Alynn me la da sin ningún rodeo. Resulta que es su amiga desde que llegó a Manhattan. Se sorprendió al saber que ella me invitó a su casa, no me lo dijo, pero es obvio que es por su hijo, Adrian.

Después de llegar de la escuela tomo una siesta y posterior a eso, me ducho. Hoy no tuve entrenamiento por lo que llegué más temprano a casa.

Para salir, paso por la cocina, está papá.

—Hola, cariño.

Me abraza.

—Hola. No sabía que estabas en casa.

—Ah, sí. Salí temprano hoy. ¿Vas de salida?

—Sí, voy a casa de una compañera. Tenemos tarea.

—Claro. ¿Llegas a cenar?

—Creo que sí, no me tomará tanto tiempo.

—Bien. Nos vemos entonces.

—Adiós, te quiero.

—Yo también. Diviértete.

—Es tarea, papá.

—La tarea puede ser divertida también —ruedo los ojos y me voy.

El camino a la casa de Abigail no me toma tanto tiempo, quizás menos de 15 minutos. Cuando estoy de frente a las rejas, tomo mi teléfono y la llamo.

—"¿Hola?"

—Abigail, soy T/N. Estoy afuera.

—"Así que lo lograste".

—¿Me abres?

—"Sí. Ya voy".

—¿Quién te lo dijo? —Me dice una vez que entramos a su casa.

—El qué.

—Mi dirección y mi número.

—Alynn.

—Claro —asiente—. Debí suponerlo.

—Se sorprendió de que tuvieras otra amiga.

—No somos amigas.

—Ya lo sé, pero ella no lo sabe.

—Empecemos rápido. Siéntate aquí, voy a buscar mis cosas. No te pongas tan cómoda.

Me río de su último comentario.

Abigail vuelve con su cuaderno y su computador portátil.

—Hagamos esto rápido, llegaste 10 minutos tarde, así que tenemos 50 minutos.

—¿Por qué?

—Porque lo digo yo. ¿Qué tema quieres escoger?

—¿No vas a ofrecerme algo para beber?

—No.

—Tengo mucha sed, Abigail. No puedo trabajar si tengo sed.

—Bien —rueda los ojos—. Pero solo agua.

—Gracias —le sonrío falsamente.

Durante los minutos que nos quedan, me dedico a molestarla y por ende, retraso nuestro trabajo.

—Deja de borrar lo que escribo —me dice molesta.

—Yo lo hago, tú díctame.

—Está bien. ¿Lista?

—Nací lista, Graham.

Cuando estamos a nada de terminar, entran a la casa una mujer junto a un niño, lo reconozco de inmediato, es Adrian.

El niño de inmediato corre a los brazos de Abigail.

—Hola, querida. Adrian se portó muy bien en casa de Nonna... —Su voz se apaga cuando me ve.

Me levanto y me acerco para saludar.

—Hola, mucho gusto, señora. Soy T/N Baker, compañera de Abigail.

La mujer me sonrió.

—El gusto es mío, llámame 'Jael'. Bienvenida a nuestra casa. ¿Te quedas a cenar?

Miro la hora en el reloj y me doy cuenta que ya son las 7.

—No. T/N ya se iba.

—De hecho no. Tengo tiempo —le sonrío a Joan.

—¡Perfecto entonces! —Dice y se va.

—Mami, ¿por qué la chica de los pasteles está aquí?

—Porque vino a hacer tareas, mi amor.

—Hola, Adrian. Me llamo, T/N. Soy compañera de clase de tu mami. ¿Cuántos años tienes?

—Adrian. Ve con tu nonna.

El niño se va corriendo a lo que creo, es la cocina.

—¿Qué es lo que pretendes? —Me dice molesta—. No vas a quedarte a cenar y no hables con Adrian.

—Tu mamá me invitó gentilmente, ¿cómo iba a decirle que no?

—¿Y? No vas a quedarte. Puedo decirle que no pudiste quedarte, pero no hagas esto —sigue teniendo una postura firme, pero lo último me lo dice casi suplicando.

—Bien. ¿Me envías el documento para terminarlo? —Ella asiente— ¿Nuestro acuerdo sigue en pie?

No le he dicho a Andrea lo que hablamos con Abigail, no hasta asegurarme que sea seguro que quedó en el equipo.

—Claro, yo siempre cumplo.

—Bien, entonces nos vemos.

Abigail me sigue hasta la salida. Ve como me subo a mi auto y me alejo.

Llego a casa un poco más tarde de lo que le dije a papá que llegaría, casi siempre cenamos a las 7 en punto.

Cuando llego, ya todos están sentados al rededor de la mesa de la cocina. Está Amelia entre mamá y Andrea, y papá al lado de Andrea.

—Perdón por llegar tarde, pensé que me tomaría menos tiempo.

—No te preocupes, tu cena está en el micro, aún debe estar caliente —me indica papá.

Tomo mi plato y me siento entre mamá y papá. La mesa de la cocina es circular y un poco más pequeña que la del comedor.

—No sabía que estabas aquí —le digo a mamá.

—Llegué algo temprano hoy.

—Mamá resolvió el caso —me dice Amelia.

—¿De verdad?

—Sí, lo hicimos. Hoy fue la operación.

—Y ganaron —interviene Amelia.

—Sí algo así —se ríe mamá.

—Voy a entrar al grupo de ciencias. No es un deporte, pero van a hacer una excepción por mí. Que se jodan las porristas —dice Andrea como si fuese una confesión inadecuada.

—Andrea, tu vocabulario.

—Perdón, pero se lo merecen.

—Bueno, de hecho... hablé con Abigail, ¿la conoces?

—¿Abigail Graham? Claro que la conozco, todo el mundo la conoce. ¿Qué te dijo?

—Esa misma. Bueno, dijo que estás en el equipo. Ella cree que cualquiera puede cometer un error.

—¿De verdad? —Asentí efusivamente. Ella se levanta y se lanza a mis brazos—. Te amo. Te amo. Te amo.

—No hice nada, ella fue.

—Aún así.

—¿Y el grupo de ciencias? —Pregunta papá con algo de esperanza en su voz.

Papá y mamá serían más felices si nosotras quisiéramos seguir sus pasos, no nos lo dicen, pero lo sabemos.

—Quizás el otro año... o nunca —todos nos reímos.


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holaa!!! estoy editando esto 😁😁😁

Entre café y otoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora