Lan Xichen era un hombre apasionado por la literatura. Y aunque eso hubiera sido algo impuesto por su padre, ahora lo agradecía. Pues esos conocimientos le fueron de ayuda en la búsqueda de su deseo por volver a ver Jiang Cheng.
Regresar a Jiang Cheng a la vida no era opción, Wanyin había acabado con su vida y corría el riesgo de que lo volviera hacer de nuevo. El menor cedió a las manos del resentimiento, para Xichen era evidente de que en el momento que Wanyin partió, el alma del menor estaba decidida a dejar la vida terrenal. Aunque eso implicara un riesgo para entrar en aquel ciclo de rencarnación.
Xichen no sería tan egoísta como para atar el alma de Jiang Cheng a una vida a la que el mismo Wanyin estuvo dispuesto a dejar. Aunque para él seguía siendo doloroso entender que tenía que dejarlo ir, que esa fue la decisión de Wanyin, y por más que él rogara a los cielos evitar la muerte de su amante, de cualquier forma Jiang Cheng no se hubiera detenido.
Así que para él, la única opción que tenía a la mano, era asegurase de lograr encontrar a su amado en otra vida.
Sin embargo, Xichen se preguntaba cómo él podía hacer eso. Dentro de su mente la conciencia constantemente le reprochaba que él había sido el único y gran culpable de todo lo ocurrido con Wanyin desde el momento que decidió salir de aquella habitación.
Por su cobardía, al dejarse a merced del agotamiento e impotencia antes que de defender a Jiang Cheng y a su hijo, quienes agonizaban en las manos de Wen Rouhan.
Por su falta de acción e ingenuidad al no ser suficiente por consolar a Wanyin, dejando que aquel joven se marchitara.
Por no haber sido capaz de prevenir de encontrar el cuerpo inerte de su amado en medio de una habitación completamente solo, tal como había sucedido con su madre.
No obstante, de lo que más se culpaba, fue dejar que la vida de Jiang Cheng se le escapara tan fácilmente de la manos, sin oportunidad de hacer algo para volver a ver esos luceros azules que siempre lo miraban y expresaban el amor que el menor le guardaba.
De no poder evitar llorar en medio de las paredes del Hanshi por soñar con vivir ese futuro que juntos habían planeado, donde Lan Tian, que había sido esperado con tanto anhelo, fuera sostenido por sus brazos y él hubiera demostrado ser mejor padre que su padre. Donde pasaría toda su vida junto a Jiang Cheng hasta que la muerte los reclamara. Sin embargo, esa noche le arrebataron todos esos sueños, y ahora tenía que conformarse con simples recuerdos y el sentimiento de angustia de desear con fuerzas todo aquello que no pudo ser.
Al final de todo, decidió por encerrarse en medio de una gran pila de libros, solicitando que no le fuera interrumpido en sus sesiones de lectura, a menos que él dijera lo contrario.
Así transcurrieron los años, en donde la presencia de aquel gentil príncipe que merodeaba por los jardines de He Yuan era casi inexistente. Lo más preocupante de todo, era que nadie podía dar noticias claras de lo que ocurría con Xichen.
Incluso el mismo consejo se había preocupado. Algunos acusaban que había una probabilidad, que después del suceso con los Wen, Lan Xichen hubiera cedido a la locura.
Todos en el reino habían sido testigos del amor que profesaban Jiang Cheng y el Príncipe Lan, supusieron que la muerte del joven Jiang fue lo suficientemente fuerte para el príncipe como para que Xichen tomara la decisión de aislarse del mundo exterior. Donde su presencia en los aniversarios luctuosos de su consorte él era el único sin asistir, para las personas dentro y fuera del jardín de He Yuan era evidente que el príncipe no estaba dispuesto a aceptar la muerte de su amado.
- Por favor... Tan sólo una vez por favor – sentía su garganta raspar mientras su voz lastimera hacía eco por toda la habitación. Ahora su apariencia lucía descuidada, incluso su piel se había vuelto más pálida de lo normal, su cuerpo era débil, habían pasado días en los que ni siquiera probaba bocado. Tan sólo se limitaba a beber un poco de té.
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Hé Yuán [Xicheng]
FanfictionTocar las inscripciones en una roca. Ver todo volverse negro. Por un largo tiempo estar inconsciente. Y despertar, perdido, con la vista de un jardín fuera de todo lo que había visto antes. La historia mía, los personajes no, créditos a la creador...