VII

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Sus pensamientos fueron interrumpidos por un centinela que tocaba desesperadamente a su puerta. Acomodándose sus túnicas para cubrir las evidencias en su cuerpo, se acercó a la puerta.

- ¿Diga? – preguntó en un intento de escucharse tranquilo sin la posibilidad de levantar sospechas de que algo le estaba ocurriendo. Sin embargo, su situación pasó a segundo plano tras las palabras del centinela.

- ¡Príncipe Lan! ¡El reino está bajo ataque! – informó el muchacho tras la puerta. 

Después de eso, ordenó al centinela que se retirara. A pesar de su apariencia, tomó a  Shouye  y Liebing en sus manos, y se encaminó a la batalla.

Ante sus ojos ya no era sorpresa la escena que presenciaba, los Wen nuevamente estaban atacado los jardines de He Yuan.

La ira revoloteó en su interior, ahora que podía ser superior no dejaría pasar el satisfacer su sed de venganza.

Un deseo visceral por ver la sangre de aquellos que le arrebataron a su familia se hospedó en su pecho. Así que arrojando sus armas al suelo se abalanzó a mano limpia contra el ejército enemigo. 

Para su regocijo, Xichen había obtenido la cabeza de Wen Rouhan utilizando la nueva "maldición" a su favor. Aquel hombre había quedado pasmado en su sitio al ver ante sus ojos a la bestia en que se había convertido Xichen.

Con el miedo y la sorpresa a flor de piel la vida le fue arrebatada en un segundo, en donde la conciencia de Xichen había sido bloqueada por el resentimiento. 

Aunque pudo obtener su victoria, muchos soldados y civiles murieron en la masacre de aquella noche. Entre ellos, la vida de su familia. 

Nuevamente la culpa lo albergó, enfocándose en un panorama pesimista. El árbol de espino había sobrevivido luego de aquel asedió. Por lo que prefiriendo no poner nuevamente en riesgo a los jardines y a su gente decidió solicitar, ahora como rey, la retirada de todas las personas dentro y fuera del castillo, así como de los alrededores de los jardines de He Yuan. 

- Decidí por desintegrar el reino. Me dediqué a investigar un poco más sobre mi condición; descubrí que se trataba de la 'Bendición de la diosa Meng'. Se decía era una especie de condición por el deseo otorgado por la diosa Meng - explicó sin dirigir su mirada hacia Jiang Cheng. 

- Desarrollé algunas habilidades después de saber cómo funcionaba esta condición. Por lo que gracias a ello creé una barrera protectora para el espino y los jardines de He Yuan –

En algún punto de la historia Jiang Cheng supuso que después de este suceso la gente se dedicó a habitar lejos de los alrededores del castillo. Sólo así dieron a conocer los rumores alrededor del príncipe. Difundiendo que este había perdido la cordura tras dedicarse a la supuesta hechicería. 'Sí que esos rumores se mantuvieron hasta la actualidad' no evitó pensar observando la manera en que Lan Xichen perdía la mirada en el paisaje.   

- Pude mantener con vida a este lugar por mucho tiempo. Sin embargo, lastimosamente, en los últimos años, las palabras de mi padre se han vuelto realidad -

'Si el jardín no recibe la energía del doncel creador del árbol, el jardín comenzará a marchitarse. Y con él, el castillo también lo hará'

- Este lugar no ha recibido la energía espiritual de un doncel en muchos siglos. Es obvio que en cualquier momento desaparecerá – tras sus palabras Wanyin miró preocupado hacia Xichen. Viendo como los ojos del Lan se ponían acuosos. Arrugando la manta de la cama entre sus manos preguntó intranquilo.

- Si eso ocurre, ¿Qué pasará contigo? – inquirió arrugando el entrecejo ante la incertidumbre.

Derrotado, una media sonrisa se albergó en el rostro de Xichen. En un intento de reconfortarse, bebió un poco del té frío de su taza y se dedicó a responder al joven sentado en la cama.

Hé Yuán [Xicheng]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora