Hé Yuán [Xicheng]

VIII

Advertencia: 

Capítulo con contenido explícito y conductas masoquistas. Si eres sensible a este tipo de temas, pido discreción.

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En cuanto sintió caer a la cama supo que eso no era una buena señal. Sin embargo, fue sorprendido por un par de labios que lo besaron con tal desesperación y fuerza que no sabía cómo quitarse el cuerpo de encima sin que este cada vez más lo apresara en el mismo sitio. 

Acorralarlo entre sus brazos, así  Xichen sostuvo su cuerpo, de manera que Jiang Cheng no tuviera oportunidad de huida. Siguió besando al menor hasta sentir como su beso era correspondido y Wanyin le permitía explorar al interior de su boca.

Como si eso era lo que tenía que hacer, Wanyin se percató de la manera en que su cuerpo le pedía a gritos dejarse hacer con Xichen. Tal pensamiento lo llevó a repentinamente experimentar el calor en su interior, y así mismo una necesidad sexual comenzara a dominarlo.

El desconcierto le hizo sentir pánico. No obstante, las suaves caricias de Xichen lo tranquilizaban y lo incitaban a ir más lejos. Pronto, los labios de Xichen comenzaron a recorrer su cuello dejando un par de besos húmedos en el camino. 

El calor en su interior se intensificó, y con ella, la repentina necesidad de despojarse de sus prendas. Como si leyera su mente, Xichen se alejó un poco de Jiang Cheng, y sin aviso, el dragón se despojó de sus túnicas, así también retiró sutilmente las prendas que cubrían el cuerpo del doncel.

- A-Cheng – llamó en medio de su inconciencia y con un notable deseo reflejado en sus ojos cobre. 

Se inclinó hasta que sus labios pudieron succionar con fuerza uno de los pezones de Jiang Cheng y recorriendo con sus manos la piel tersa de su pecho. Tal sensación, hizo que instintivamente Jiang Cheng llevara sus manos hasta la nuca de Xichen y se aferrara de su cabello.

Aquellos lunares en el cuello de Jiang Cheng lo incitaban a morder aquella zona como "suya", y de esa manera dar calma al instinto que deseaba reclamar celosamente al doncel en todas las formas posibles. En su interior se regocijaba ahora que Jiang Cheng le correspondía y se aferraba con fuerza a su cuerpo. 

Ahora que lo miraba, a consecuencia de la luz del alba que se filtraba por la habitación, Jiang Cheng podía apreciar el brillo azul turquesa hacerse presente en el cuerpo de aquel hombre, donde las escamas que cubrían las partes de su cuerpo hacían la ilusión de emitir luz propia.

Aferrándose el uno al otro, comenzaron a restregar sus cuerpos en un vaivén pretencioso a llevar sus deseos al límite. Mientras, Jiang Cheng se disponía a pasar suavemente con sus nudillos la ancha espalda de Xichen disfrutando de la extraña sensación de los relieves de las escamas.

Sentir aquellas caricias sobre su piel provocaron que sonidos guturales, semejantes a un ronroneo, provinieran de la garganta de Xichen. Estas mismas hicieron a su cuerpo vibrar de satisfacción. 

Un sentimiento de pertenencia y posesión por sentir al otro como suyo, lo hicieron llevar sus largos y fríos dedos de su mano libre a reafirmarse en las carderas de Jiang Cheng para conseguir mayor fricción y acercamiento.  

- Mío - 

La voz del dragón retumbó en sus oídos. Diciendo aquello como un mantra, entre jadeos y besos, Xichen recorrió el abdomen de Jiang Cheng deleitándose con la cálida sensación que esa piel le ofrecía a la suya.

Disfrutó del momento hasta que fue tomado por sorpresa, con la repentina acción de Xichen de cargarlo y darle la vuelta, provocando que todo su cuerpo quedara contra las sábanas. Sin esperar protestas, los besos de Xichen recorrieron el camino de su columna hasta morder y dejar sus huellas en la curvatura de su cadera.