Prólogo

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Abrí los ojos con dificultad, el brillo de la mañana me daba directamente.

Observé el sitio en el que estaba metida una habitación, con las paredes oscuras, una ventana grande, un armario diminuto, y justo enfrente una puerta, la cual estaba ligeramente abierta.

Me di leves toquecitos en la cabeza, me ardía y recordaba muy poco de la noche anterior. Me acordaba del bar en el que estuve con mis amigas. De las copas de más. El momento en el que conocimos a unos tipos bastante interesantes. Risas. Una mano en mi cintura. Y después, una mansión lo suficientemente grande para valer mucho más que mi casa y mi coche.

Intenté buscar algo para poder recapitular las cosas, pero no encontré nada. Mi teléfono no estaba, y la ropa que llevaba puesta en este momento no era mía, eso era algo obvio.

Un olor muy familiar me llegó de repente, y me fijé en la puerta. Apoyado en el marco había un chico, alto y robusto, que me observaba con sus pequeños pero hermosos ojos marrones.

Se acercó lentamente, esbozando una pequeña sonrisa sincera, para a continuación sentarse en la cama, y bajar sus ojos desde mi cara hasta mis manos, volviendo después a mis ojos.

¿Se quedaría simplemente mirándome o me diría algo?

—¿Se puede saber quién eres? ¿Me has traído tú aquí? —Lo dije en un hilo de voz, ya que notaba mi afonía, y no podía levantar más el tono.

—Soy Christopher Bang, es un placer tenerte aquí.  —Escucharlo me dejó desconcertada, su tono era frío. Al analizar lo que había dicho, solo lo observé. ¿Placer? Si yo no era más que una simple imbécil. Además, no es que yo hubiera querido estar allí, nadie me había invitado.

Luego de decir su nombre, simplemente, salió de la habitación, dejándome igual que antes y sin oportunidad de formular más preguntas.

¿Qué quieres?

-Muñeca de la mafia- (Imagina con Stray Kids)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora