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Me levanté de la cama, con la intención de seguir a Christopher.

Quería saber a donde iba, por qué me dejaba sin saber nada de la noche anterior. Quería respuestas, y no iba a parar hasta conseguirlas.

Abrí la puerta y me di de bruces con un chico con el pelo grisáceo, más alto que yo y que además, tenía unas pecas hermosas que encajaban perfectamente con su tono de piel. Al notar como reparaba en mí, lo miré fijamente a los ojos.

—Señorita Lim, debería volver a la habitación —Su voz grave hizo que saliera del trance.

—Mira, solo quiero que respondas una pregunta. ¿Quién me ha traído aquí? —Me fijé detenidamente en su garganta, en como tragaba saliva con incomodidad. Estaba claro que no quería responderme

—Yo... —Miró por encima de su hombro, como buscando ayuda—. No puedo decírselo. Eso debe hacerlo el Señor Bang.

—Pues llévame con el Señor Bang entonces. —Me crucé de brazos y levanté la barbilla. Me importaba un bledo su altura.

—No creo que yo deba hacer eso,
Señorita Lim, tengo órdenes estrictas que me dicen que debe quedarse en la habitación.

Reí y le miré fijamente.

—Bonita forma de secuestrar a las personas.

El chico hizo una mueca, a la vez que se ponía más cerca de la puerta de la habitación, como si fuera a obligarme a entrar. Se escuchó un ruido y aproveché su distracción para pasar por debajo de su brazo y correr hacía las escaleras, pero un agarre brusco me detuvo. Miré a la persona que me agarraba, otro chico, visiblemente más mayor. Tenía el pelo de un tono castaño oscuro, sus ojos transmitían enfado, y su agarre estaba empezando a hacerme daño. El pecoso se quedó de piedra justo cuando vio al castaño, ¿le tenía miedo?

—Yongbok, —su tono de voz era frío y directo—. El señor Bang ha dado ordenes muy claras. ¿Ni siquiera puedes mantener a esta niña en la habitación?

—¿Niña? —Contesté, y él me fulminó con la mirada. Dejé de observarlo y me quedé callada de inmediato. Tenía algo, algo que te hacía obedecer aunque no quisieras.

Hasta sentía pena por Yongbok, parecía asustado, y no se movía del sitio, como si estuviera congelado. El malhumorado castaño abrió la puerta de la habitación con rudeza y me empujó dentro. Al salir, la cerró dando un gran portazo. Pegué la oreja en esta de inmediato para escuchar si hablaban. Chisme era chisme.

—Minho, deberías tratarla con más cuidado, sabes lo especial que es para el señor Bang.

—¿Tiene la etiqueta de "Frágil" en algún lado, Yongbok? Tú limítate a hacer tu puto trabajo, que es vigilar la puerta y que no salga. Si vuelve a dar problemas me llamas.

Silencio.

¿"Si vuelve a dar problemas me llamas"? ¿Acaso me veía como una puñetera niña pequeña?

¿Quién se cree ese tal Minho?

-Muñeca de la mafia- (Imagina con Stray Kids)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora