Depredador sexual

•Conocerte• Capitulo 12

Un cosquilleo debajo de mi ombligo me obliga a despertarme.

Sin abrir los ojos siento unas manos calientes en mi estómago que baja hasta el vello púbico.

-Mmmm-protesto casi dominado por el sueño.

Solo escucho su risita culpable.

Intento abrir los ojos pero se cierran inmediatamente, no soy plenamente consciente de lo que pasa.

Hasta que....

Abro los ojos a tope.

___ me acaba de agarrar la polla.

-¿Qué haces?-pregunto sin siquiera moverme.

La miro.

Esta a la altura de mi pelvis, entre las sabanas, acariciando mi miembro.

Trago saliva. Tratando de controlar mi excitación.

Me ha tomado por sorpresa.

-No lo hagas-pido. No quisiera que me viera vulnerable entre sus manos.

Ríe de manera rebelde. Sin soltarlo.

Joder.

Una corriente baja desde mi espalda a mis pies y vuelve a subir hasta que se queda en mi entrepierna.

-Vamos Louis-por fin habla-Yo ahora te devuelvo el favor.

Y antes de que me de tiempo de protestar mas, besa la punta de mi pene.

Me pongo rígido.

Hasta que al final lo mete completamente a su boca.

-¡Oh por Dios ___!-gimo entre dientes.

Lo hace rápido.

Y me siento al borde del orgasmo. Soy patético.

Cuando siento que voy a llegar, para.

No se mueve, se queda unos segundos mirándome a travez de sus grandes pestañas.

Yo solo respiro pesadamente.

Incapaz de rogarle.

Y antes que lo espere...

Vuelve a empezar.

Esta vez, lento. Se toma su tiempo, sube y baja pasando su lengua por todo lo largo de mi rígido miembro.

Me vuelve loco.

Me tortura como yo lo hice con ella horas antes.

Mientras ella besa la punta pasa su mano por todo lo demás de mi pene.

¡Coño! Es tan buena es esto.

Hasta que no lo soporto mas y me dejo llevar por un catastral orgasmo.

Eso había sido mi 'Buenos Días'.

Han pasado algunas semanas, donde nuestros cuerpos aprenden a conocerse.

Somos buenos amantes.

Todas las noches duermo con ella.

Mi habitación es solo un lugar al que voy a cambiarme y bañarme, porque mi buen descanso esta en su cama, entre sus piernas.

Todo va excelente, no tengo noticias de mi familia, los sargentos ya no me molestan con eso, y es realmente sorprendente, cesaron como por arte de magia.

En algunos momentos de soledad taciturna en mi habitación, saco mi uniforme y lo miro, sin saber reconocer mis propios sentimientos; rabia, tristeza, desesperación...