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Alya Albrecht, una joven de Wilson con una vida normal, hasta que un día se dio cuenta que tenia nuevos vecinos, su familia y ella fueron a darle la bienvenida al pueblo, sin saber que estaría flechada por uno de sus vecinos, Frey Stei...
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❝Lo que fluye es lo que está destinado a ser. ❞
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— Me llamo Hades, Señor. — Dijo el tal Hades.
— Bien Hades y Alya, ya pueden salir de esta hermosa celda. — Hablo con humor.
— Muy bella. — Susurré, él escucho y soltó una risa disimulada.
— ¿Quieren quedarse unas horas más? — Pregunto el policía quitando la llave.
— ¡No, No, No! — Casi gritamos Hades y yo, quien mierda quería quedarse en una celda.
— Una lástima, — Dijo y con su mano abrió la celda. — Ya salgan niños, su mamá los espera afuera.
¿Mamá?
Él y yo no miramos confundidos pero lo dejamos pasar, no queríamos seguir ahí. Pronto salimos y pude ver a una señora con vestido rojo fuerte de espaldas hablando con un policía, en su cabeza tenia una tela negra que cubría todo su pelo. Él policía nos vio y nos señaló con uno de sus dedos, pronto la señora volteo y pude ver que traía unos lentes de sol, pero pronto una sonrisa salió de sus bellos labios pintados de un rojo fuerte combinando con el vestido.
— ¡Mis niños, no vuelvan a hacer eso, ¿entendieron?! — Hablo fuerte mientras se nos acercaba a nosotros con los brazos extendidos.
Llego a nosotros y nos abrazo muy fuerte, Hades y yo intercambiamos una mirada de confusión.
— Soy Mila, Alya. Actúen normal. — Susurro en el abrazo y pronto se separo para darnos una sonrisa de boca cerrada.
— Discúlpanos, Mamá. La terca de mi hermana salió de casa sin decirme nada. — Dijo Hades actuando perfectamente, me quede con la boca abierta de lo bien que le salía.
— ¿Yo tengo la culpa? — Pregunté indignada mientras tocaba mi pecho dramáticamente, actuando claramente. — Tú me dijiste que me fuera a la mierda, no querías saber nada de mí. — Dije haciéndome la loca.
