- ᴏᴄʜᴏ: ᴠᴜʟɴᴇʀᴀʙɪʟɪᴅᴀᴅ -

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Sus ojos permanecieron cerrados por un largo rato, había algo que le impedía abrirlos, una fuerza externa que le hacía privarse de la vista. Cuando está fuerza externa desapareció, abrió los ojos de poco, estaba en su habitación de hacía unos años, tenía aún ese chillante color rosado en las paredes, color que había tapado hacía ya unos años; había un montón de peluches de los cuales se se había deshecho, pero su atención recayó por completo en aquel joven con uniforme escolar, la luz apuntaba a él, todo lo demás estaba en plena oscuridad, lo pudo distinguir leyendo su cuaderno, reconocía el cuaderno, lo usó para la materia de historia, recordaba bien ese cuaderno pues ese año historia fue su materia favorita. Él estaba de pie delante de su escritorio con el cuaderno siendo sostenido por una única mano de la parte inferior, aún no se daba cuenta que había despertado, le daba la espalda.

Caminó despacio hasta él, y cuando estaba por hablarle notó que lloraba, era un llanto silencioso, sus sollozos eran ahogados, notó gracias a la luz del escritorio como una lágrima bajo por su barbilla y luego cayó al suelo. No entendía la razón de su llanto, se levantó de puntillas mirando por encima de su hombro.

Heeseung estaba leyendo sus apuntes de la ocupación japonesa. 

Soltó el cuaderno, cayendo sobre el escritorio, giró a ella asutandola por su repentina acción. Sus ojos estaban rojos por tanto llorar, esa fue la primera vez que lo vio en un estado tan vulnerable. Parecía que en cualquier momento caería hecho pedazos, era tan frágil en ese momento que hasta temía por abrazarlo. Nunca creyó ver ese lado en él.

Él no era humano, lo sabía aún cuando esté no se hubiera dicho, sin embargo verlo destrozado, llorando en mitad de madrugada, ver el dolor en sus ojos la hizo creer que era más humano de lo que pensó. Podía sentir.

Heeseung era igual de vulnerable que un humano.

Escuchó toser a Jake, que la hizo volver a la realidad, seguían los tres en aquel solitario callejón, nunca había puesto atención en aquel suceso, no hasta ahora. Era la primera y única vez que lo vió de tal forma, sin embargo, ninguno tocó el tema luego de eso, por lo que aquel recuerdo quedó prácticamente en el olvido, o al menos, en ese entonces.

Observa a Heeseung quien aún mantiene esa sonrisa dolorosa; ese año fue cuando más unidos estuvieron, él solía aparecer en su casa casi a diario y ayudarle en diferentes tareas, explicarle temas que no entendía, leerle, cantarle... Y luego, todo eso llegó a su fin, recordaba que le había pedido ayuda para esa tarea en específico, sin embargo no comentó nada, y luego, solo se alejó de poco en poco, hasta que hubo meses en los que no supo absolutamente nada de él. Fue en esa época que hizo su primera perforación.

— Heeseung — pronuncia de manera suave.

— ¿Qué quieres que te diga?

Lo piensa un poco más, con el pasar de los años, cree que ahora lo ha comprendido, sonríe con desgano. Él no está preparado aún para contar su verdad, cree que si fuera así ya lo hubiera hecho antes, así que solo sonríe, su mano sube y baja por la correa de su mochila.

— Me quedaré con la idea de que eres un ángel o algún ser inmortal que cuida de mi.

Jake abrió los ojos sorprendido, se llevó una mano a la boca para cubrir la sonrisa que se está formando.  La sonrisa en Heeseung desaparece, vuelve a sonreír con inocencia de manera rápida mientras asiente con cierta vergüenza.

Byul ha notado los gestos de ambos, después de tanto convivir con él, aún cuando él no hablara mucho de si mismo, puede saber cuando oculta algo y la reacción de su amigo que aún parece querer reír solo le confirma sus sospechas.

— ¿Qué haces por acá? —. Pregunta.

— Tomé el autobús equivocado.

Jake suelta una corta carcajada que calla inmediatamente. Ella sonrie con falsedad, el amigo de Heeseung le parece inusual, mete las manos en los bolsillos de su sudadera encontrando de un cigarro, no duda en sacarlo para colocarlo entre sus labios, se arrodilla para buscar en su mochila de un encendedor.

— ¿Ahora fumas? —. Se le nota sorprendido.

Byul finalmente encuentra el encendedor. No suele fumar con regularidad, sin embargo nunca lo hacía delante de él. Se encoge de hombros restando importancia encendiendo el cigarro.

— No —. Responde.

Se da la vuelta dándole la espalda soltando el humo.

— Tu hermana solía fum- No es bueno para tu salud —. Se cayó abruptamente.

Jake queda boquiabierto, Heeseung se lleva una mano a la cara apretando el puente de su nariz. Ambos notan cuando el cigarro cae al suelo apagándose casi de inmediato al caer en uno de los charcos. Se nota lo rígida que se ha puesto.

— Escucha, Byul-Yi —. Comienza a hablar intentando corregirse.

Byul no le deja continuar, no es que haya interrumpido, solo se vuelto a él, con la mano aún en posición sosteniendo el fantasma del cigarro entre sus largos y delgados dedos. Sus ojos permanecen tan abiertos que pareciera que en cualquier momento se saldrán de sus cuencas, sus labios entreabiertos.

Pero eso no lo es todo. Por su mejilla resbala de una lágrima, y luego otra y otra más.

La lluvia comienza, y aquel trío de jóvenes se van empapando de poco en poco. Heeseung la ha visto llorar tantas veces atrás, sin embargo, lo que era diferente a todas esa veces era la razón.

— P-pero... Se s-suponía que t-tu no conociste a Eun-Yi —. Habló con la voz rota.

Siempre supo que Heeseung era un mentiroso, alguien que escondía la verdad, sin embargo, jamás imaginó que podría esconder ese hecho que podría cambiar toda su percepción acerca de él.

El bajó la cabeza mientras su cabello empapado cubría sus ojos. Entonces ella decidió volver a hablar.

— Ni s-siquiera te dije que ella fumaba.

«Idiota, nunca debiste buscar redención en ella»

Ni siquiera fue por empatía, solo era una cuestión de ego, un enorme sentimiento de egoísmo. Eun-Yi era tan inolvidable, y para su desgracia, la pequeña niña que consoló en un momento de vulnerabilidad esa noche en la que el cielo parecía caerse a pedazos, se le parecía.





𝔇𝐞𝐬𝐢𝐫𝐞 || 𝐋𝐞𝐞 𝐇𝐞𝐞𝐬𝐞𝚞𝚗𝐠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora