002 | LA PLAYA

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002:
LA PLAYA

—¿Qué te pongo, preciosa?

La voz del chico tras la barra le sacó de sus pensamientos. Había estado observando todo con mucha curiosidad, y aún le costaba encajar todas las piezas del puzzle para hacer que algo de todo aquello tuviera sentido. La gente a su alrededor bebía y bailaba. Incluso el grupo del fondo, en los sofás, se agachaba de vez en cuando a la mesa y esnifaba unos polvos blancos. Parecía irreal. Toda la desolación fuera, en el centro, y resultaba que los pocos que seguían en la ciudad estaban allí metidos.

—No beberé. Gracias.

—Deberías tomar algo —fue una chica la que le habló—. Dicen que lo hiciste muy bien en el juego de esta tarde. Se ríen de Niragi porque, al parecer, le tuvo que salvar el culo una chica. Es decir, tú.

Dirigió sus ojos a la persona y la analizó de forma rápida. Tenía rastas, pero lo que más llamaba su atención era aquel cigarro falso entre sus labios. Por eso pronunció extraño. Trataba de que no se le cayera al emitir palabra.

—Soy Kuina —se presentó.

—Kyoko.

Kuina asintió con la cabeza, y se inclinó sobre la barra para repasar las diferentes botellas que había al otro lado. Pensaba en qué le apetecía esa noche, quería probar cosas nuevas. El barman esperó pacientemente, hasta que le señaló una de las bebidas y se puso en marcha con su trabajo.

—Chishiya dice que eres buena.

Esas palabras le pillaron con la guardia baja. ¿Eso le había dicho? Seguramente fuera algo privado y ella lo había dejado caer como si nada para sacar conversación. Se anotó mentalmente no contarle secretos, de profundizar su relación en una posible amistad. Ahora mismo, todo era posible. Pensó que, pese a estar a punto de tomar, se veía diferente a los demás. Centrada.

Admiró una vez más el ambiente, dando con Niragi y su grupo. Entraban en la terraza como si el lugar fuera suyo, y las personas se apartaban para dejarles paso. Así que eran importantes. Bueno era saberlo.

—¿Es amigo tuyo? —preguntó, sin apartar su atención de aquello que había priorizado. Kuina cogió su vaso para darle un trago, antes de responderle.

—Algo así.

—Casi hace que nos maten.

—Pero aquí estás. Y Niragi también —le defendió. En su tono se podía notar lo poco que realmente le importaba lo que acababa de decirle. Parecía saber más de este mundo, así que creyó que era buen momento de preguntar.

—Los juegos. ¿Cómo funcionan?

—¿El sombrerero no te lo ha explicado?

—Me ha contado algo, pero no sé como de cierto es —confesó. Y es que sí, el hombre de la bata le había explicado las normas del lugar, y cómo funcionaba la dinámica a la hora de jugar. Los símbolos y los números, las reglas. Pero que a Kuina se le fuera la lengua significaba que ella no le mentiría.

—Cada juego te da unos cuantos días para tu visado según lo difícil que sea —comenzó. Ahora Kyo la miraba solo a ella—. Un juego, una carta. Hay diferentes mecánicas. Tréboles es trabajo en equipo, diamantes es inteligencia, picas agilidad y corazones traición. El número no es más que la dificultad. Por ahora, no salieron cartas con figura. Hay rumores, pero la mayoría falsos. Si no superas el juego, tan solo mueres —se encogió de hombros al acabar, como si las vidas perdidas no significaran nada.

La de rastas apoyó su espalda en la barra, y miró en la dirección que su acompañante volvía a mirar. Los paramilitares. Acababan de sentarse en la zona de sofás, y varias chicas se acercaron a ellos con intenciones muy obvias. En el grupo detectó a tres importantes. El hombre más adulto, el de los tatuajes y Niragi. El resto no parecían más que peones. Hacían bulto.

hangover ; chishiya shuntaroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora