020 | LA MUERTE

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020:
LA MUERTE

Caminaba con el cansancio de todo el día sobre sus hombros, y con Niragi siguiéndole los pasos con un arma en la mano. Había conseguido librarse de la misma en una ocasión, pero el muy desgraciado aún tenía otra en su pantalón, así que cuando se deshizo de la primera y trató de echar a correr, el pelinegro ya había disparado hacia sus pies antes de alejarse más de dos metros. El shock invadiéndola había hecho que no hiciera nada más. No quería morir. Era una acción descabellada para alguien que tan cerca estaba de terminar con todo. Necesitaba ver el final.

Los escenarios por los que pasaban se veían cada vez más comidos por la decadencia y la naturaleza. En realidad, tenían su encanto. Era una idea en el fondo de su mente, algo que posiblemente no diría en voz alta.

—¿Dónde vamos? —las palabras arrastradas de Kyoko llegaron hasta el contrario. 

—Donde sea que estén esos desgraciados.

La cabeza de la chica comenzó a pensar en las personas a las que se refería. Después de lo que Chishiya le había contado, no dudaba en absoluto que uno de ellos se tratara del peligris. Le dio terror verlo en peligro. Conocía a Niragi y sabía de lo que era capaz. Lo había visto desde el primer día. Tragó saliva en seco, disminuyendo la velocidad de sus pasos. 

—No pares. 

—Chishiya está muerto —mintió. Notó la punta de su pistola posicionarse en la parte baja de su espalda, cuando llegó a su altura. 

El rostro del pelinegro buscó hueco por su lado izquierdo, escondiéndose en su cuello. No apartó el arma. Más bien todo lo contrario, presionó con ella. La joven emitió un quejido que hizo sonreír al contrario. 

—No me lo creo —comentó por lo bajo, en un tono cargado de asco. Dejó un beso sobre su piel, haciendo que ella se encogiera en una mueca—. Pero sí creo que si te hiciera algo saldría de debajo de la puta piedra bajo la que se esconde solo para salvarte. Su puto complejo de ser superior al resto. Esa jodida cara y forma de ser que tanto odio. Me pone de los nervios. 

—Está muerto, Niragi —trató de mantener la mentira. El chico comenzó a molestarse, la presión se hizo mayor. 

—Ese no muere ni aunque le metas un tiro en la puñetera cara. Deja de jugar conmigo. 

—Yo misma lo vi. En un juego. En la cárcel. Participamos juntos. Está muerto. 

 —Sigue —ordenó. 

—¿Por qué no me crees? ¿Por qué siempre tienes que ser así? Niragi, es tu oportunidad de demostrarles a todos que no eres...

—¡Camina, joder! 

Obedeció, en silencio. De nuevo, ella un par de pasos por delante. Sabía que no había creído ni una sola de las palabras. Pero al parecer no solo le buscaba a él. Habló en plural, así que, ¿quién era la otra persona? O los otros. Tantas dudas sin responder. Kyoko empezó a contar sin parar con sus dedos, dándoles toques a las otras yemas con el pulgar. La ansiedad la tenía consumida ya. 

—¿Sabes quién está muerto de verdad, Kyoko? —preguntó, con una sonrisa en las comisuras. La joven sintió un escalofrío recorriéndole—. El puto Tatta. Ese mierdas se sacrificó para salvarnos al resto. Ya me jodería. Vivo por ese capullo. 

—¿Qué? 

—Sí, joder. El putísimo Tatta. El hijo de puta se partió la muñeca para sacarse una puta pulsera y hacernos ganar. Tendrías que haber visto al rey de tréboles. El imbécil iba en bolas. 

La rabia comenzó a aflorar en su rostro, en todo su ser. Después de decirle algo como eso seguía hablando como si nada. Algo, un impulso que nació de lo más profundo de su persona, ocurrió en cuestión de unos instantes. Todavía no había caído ni una sola lágrima cuando se giró, lanzándose sin pensarlo sobre el cuerpo del contrario. 

hangover ; chishiya shuntaroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora