Mayo de 2018 – Scottsville, Kentucky
Minho se sentó en una mesa diminuta en un rincón tranquilo de la cafetería del Earl G. Dumplin. Era un día tranquilo, y no había muchas otras mesas ocupadas. Su café estaba a punto de estar demasiado frío, y pensó en levantarse para encontrar a la camarera y pedirle que le rellenara la taza, pero luego tuvo que cambiar los montones de papeles que había repartido en su regazo, cada uno de ellos precariamente equilibrado.
Había una pila en la mesa frente a él que tenía que ver con Lee Lumber, todo lo cual necesitaba prestar mucha atención porque estaba en medio de convertir todo de papel a computadora por fin, y su negocio de transporte maderero a menudo estaba lleno de caminos ásperos, tanto literales como metafóricos. Tenía muchas responsabilidades sobre sus hombros desde que se hizo cargo del negocio familiar, y tuvo que aprenderlo todo increíblemente rápido después de la muerte de su abuelo Lee, sólo unos meses después de la de Christopher .
Claro, el abuelo Lee tenía gente de confianza instalada cuando Minho se hizo cargo, muchos de ellos de la secta menonita local, pero el negocio en sí había pasado los últimos seis años atascado en el pasado. Es cierto que eso había sido atractivo para sus empleados que conducían a caballo y con buggy, pero las cosas tenían que cambiar si querían seguir siendo rentables. Ya era hora de que Minho se apoderara de todo el papel que su abuelo había usado para rastrear todo y lo convirtiera en programas y procesos digitales. Eso incluía tratar con toneladas de viejos contratos cubiertos por la jerga legal sobre el transporte por carretera y el transporte, todo lo cual hacía que su cerebro quisiera que se le salieran de los oídos en un esfuerzo por escapar del aburrimiento.
Luego estaba la pila en su rodilla izquierda. Esto tenía que ver con la Fundación Christopher Bang para la Investigación Avanzada de Nanitos, incluyendo las últimas solicitudes de subvenciones y financiación. La enorme cantidad de dinero que Minho había dejado atrás para que la manejara después de la muerte de Christopher no era algo que él nunca hubiera esperado por varias razones.
En primer lugar, no sabía que Christopher había cambiado su testamento para hacer de Minho el beneficiario de sus bienes. Sólo habían estado juntos como pareja durante nueve meses cuando Christopher murió. Ni siquiera habían hecho que su relación fuera física todavía, con Minho siendo un chico de campo asustadizo que se ahogaba en una homofobia internalizada, y Christopher siendo un científico investigador muy ocupado con un compromiso saludable de esperar hasta que Minho estuviera "listo."
Minho sabía que estaban enamorados, lo creía con todo su corazón y lo sentía en sus huesos, pero había cometido la locura de la juventud: también creía que tenían tiempo. Sin embargo, no fue hasta después de la muerte de Christopher que entendió completamente cuán devoto había sido Christopher con él. La herencia había sido todo un shock.
Segundo, Christopher siempre había vivido frugalmente. Su apartamento en Nashville había sido poco llamativo -obviamente, desde que había sido el vecino de al lado de Minho- y su ropa había sido un uniforme de jeans negros y camisas negras con botones que parecía que podían haber sido compradas en JCPenney o incluso en Walmart. Christopher le había dicho una vez a Minho que sus padres, antes de su muerte, habían sido de la alta sociedad, y que él había asistido a prestigiosas escuelas privadas durante su infancia. Pero nunca había explicado lo que eso significaba en números. Así que Minho siempre había asumido que el dinero había desaparecido hace mucho tiempo, usado para pagar la universidad y el doctorado de Christopher , lo más probable.
No fue hasta que la sucesión de Christopher pasó por el proceso testamentario que se hizo evidente cuán verdaderamente rico había sido Christopher . Casi cien millones de dólares en dinero familiar heredado de sus padres, más las propias inversiones de Christopher en tecnología médica experimental que habían valido la pena a lo largo de los años, habían sido dejados en un fideicomiso para la investigación de nanocitos médicos después de su trágica muerte, junto con instrucciones estrictas de que Minho se encargara de dirigirlo y de que se le diera un salario bastante alto por hacerlo.
