Dalia se enjugó el sudor de la frente, agobiada.
En el departamento de homicidios estaban desbordados de trabajo y ella no daba abasto.
Para colmo, Axel no le cogía el teléfono. Ya debería haber llegado.
Tal vez se había entretenido con Dylan, pero no era propio de él no haberla avisado. Estaba inquieta.
Se mordió las uñas, con la vista clavada en el reloj que colgaba de la pared de su despacho.
Estaba a punto de llamar por tercera vez cuando llamaron a la puerta y la voz grave de Michael resonó desde fuera, trayéndole recuerdos de tiempos mejores.
—Inspectora, tengo noticias para ti. ¿Puedo pasar? —inquirió y se le escuchaba animado. Al menos uno de los dos tenía un buen día, pensó, con amargura.
—Claro Michael, adelante —invitó, para acto seguido empezar a componer la mejor de sus expresiones neutrales. Él la conocía bien y se percataría enseguida de que algo la inquietaba.
Sin hacerse de rogar, el imponente hombre se adentró en el despacho y depositó una carpeta sobre el escritorio, que ella tomó enseguida.
—Los de la científica me han pedido que te diera esto para que lo revises, el informe del forense ya está redactado —le informó, diligente.
Ella lo cogió con cuidado y asintió, dedicándole una sonrisa que no llegó a sus ojos debido a su precario estado de ánimo. Había echado mucho de menos el trabajo, pero ahora que estaba de vuelta solo quería poder dormir un poco más por las noches.
—Bien, gracias, espero que esto nos conduzca al asesino de esa pobre chica —expresó, estirando la engarrotada espalda. Pasar tantas horas en ese incómodo escritorio también pasaba factura.
—Sí, yo también. Así podremos cerrar este caso cuanto antes y pasar página —coincidió su compañero. Acto seguido, como si acabara de recordarlo -probablemente así era, debido a la sobrecarga de trabajo- añadió—: El comisario también me ha pedido que te diga que han aprobado la visita al íncubo.
Dalia se cuadró de hombros, con súbito interés. No se esperaba que ocurriera tan pronto, seguramente se debía al carácter urgente del caso. Para nadie era un secreto que todos aquellos horripilantes sucesos tenían a la población en un estado de alarma cada vez más creciente.
—¿De verdad? ¿Cuándo?
—Dentro de dos días, a las diez en punto. Estarán supervisando desde fuera, por seguridad —confirmó lo que ella ya sospechaba.
—Contaba con ello, pero son buenas noticias. Se lo diré a Axel, si es que se digna en aparecer —no pudo evitar que su tono sonara más ácido de lo previsto y Michael frunció el ceño, como si reparara en la ausencia del subinspector por primera vez.
—¿Todavía no ha llegado? —aventuró, pensando que no era propio de él.
—No y no me coge el teléfono — Dalia decidió sincerarse con él, pues necesitaba desahogarse. — Lo cierto es que estoy preocupada, Michael, siento que esta visita lo tiene muy atormentado y además están los mensajes que el asesino le está dejando...es algo personal y siento que me está ocultando algo —se mordió el labio inferior, temiendo haber hablado de más.
En momentos como aquellos la ausencia de Dayanne le dolía como un puñal retorciéndose en su pecho. Ella habría sabido exactamente cómo aconsejarla.
Sin embargo, Michael la sorprendió con su punto de vista ecuánime.
—¿Has hablado con él? Tal vez no sepa cómo te sientes al respecto...
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La ciudad que se tiñó de escarlata © PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO #2 saga diabolus]
Детектив / ТриллерSEGUNDA PARTE DE "LA CARA OSCURA DE NUEVA ORLEANS"