• El doble de peor •
M a r i e
Salgo de la casa en la que Carl me ganó y dejo caer mi mochila contra el suelo recargada contra la banqueta de la misma. Nadie me la podría robar. No hay personas normales y no creo que un caminante quiera averiguar que es lo que lleva una chica de catorce en su mochila. Además, no tardaré y por el momento me estorba si es que solo voy a revisar una casa que probablemente no tenga nada de mi utilidad.Camino tranquila pero molestamente hacía la casa de en frente. En serio yo quería esa casa, algo me decía que debía entrar ahí. Pero Grimes llegó y lo arruinó. ¿Por qué le dejé dos intentos? ¿Qué me pasa? Solo quería, de alguna manera, impresionarlo. No se como o porqué. Además, me hizo llorar. Es un idiota. Lo odio.
Resoplo y avanzo por el jardín delantero de la casa azul. Subo con pasos cautelosos y cuidadosos con la daga en mi mano ya preparada. La puerta está entreabierta. Uy, no. Mala señal. Con mis dedos, empujo levemente la madera y ésta, a tal mínimo movimiento, ya había rechinado. Hay segundos de silencio, pero me sobresalto con el corazón boxeando contra mis costillas, al ver la puerta abrirse de golpe ante mi mostrándome a un caminante asqueroso y gruñendo.
Reacciono rápido y, antes de que se me abalance, apoyo una mano en su descubierto y sangrado hombro y con la otra clavo la daga contra su cráneo. La sangre descompuesta comienza a descender sobre su frente y yo aparto la daga con fuerza. El caminante cae ante mis pies y reviso que mi cuerpo o ropa esté manchado de sangre.
Sonrío cuando noto que no.
Paso por encima del caminante y entro a la casa. Es normal pero desordenada. Hay un silencio que se extiende por todos lados, y mi oído se agudiza. No me gusta esto. Algo me dice que algo no anda bien. Me extraña tanto silencio. Si hubieran más caminantes, ¿ya habrán salido, no?
«Es lo más lógico, sí»
Me encojo de hombros y examino la estancia.
«Deberías cerrar la puerta»
Ignoro la voz de mi subconsciente. Nada me sirve. Paso de largo de algunas habitaciones abiertas por el pasillo y entro a la cocina. Todo está hecho un revoltijo de cosas. Abro los gabinetes pero no encuentro nada, y chillo cuando veo una rata correr por el gabinete que abrí para dirigirse al de alado. Los gabinetes no están separados por el interior.
Jadeando del susto, cierro de golpe la puertecita. Dios, odio las ratas con todo mi ser. Jamás podría tocar una o pisarla. Ni me la comería aunque estuviera muerta de hambre. Jamás lo haría, ugh.
Retrocedo unos pasos y me alejo de los gabinetes. En donde hay una, hay más. «Eso aplica con los caminantes. Mantente alerta en esta casa». Debe haber nido, aquí en la cocina, de ratas.
Salgo de ahí rápidamente y subo las escaleras. Procuro no hacer mucho ruido, pero si el suficiente como para que si haya algún caminante, se de cuenta de mi presencia y pueda despejar rápido. Al llegar al segundo piso, me encuentro con una especie de sala de estar que parece cuarto de televisión. A mi derecha hay un pasillo con puertas, y camino por ahí.
Pasos constantes dentro de una habitación me hace parar en seco de golpe.
Lo sabía. Sabía que había algo aquí.
«Te lo dije»
Con el corazón acelerado, y creo que es así como me la vivo, avanzo con los dientes apretados y mirada alarmante. Hay solo tres puertas, dos de un lado y una del otro. Me decido por la única puerta de la pared de la izquierda y abro la puerta.

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Saving You [carl grimes]
FanfictionNo sabía si temerle más al infierno en el que se ha convertido el mundo, o en el infierno en el que se ha convertido él. Me insultas. ¿Por rencor, para avergonzarme o para divertirte? Tal vez tu vayas a ser el que me salve. Y...Es increíble pasar e...