No sabía si temerle más al infierno en el que se ha convertido el mundo, o en el infierno en el que se ha convertido él.
Me insultas. ¿Por rencor, para avergonzarme o para divertirte?
Tal vez tu vayas a ser el que me salve.
Y...Es increíble pasar e...
Estamos caminando todos juntos sobre las vías del tren, y por todos juntos, me refiero a cada quien por su lado de manera individual, perdidos con sus propios pensamientos. Rick al mando, liderando; Michonne detrás de él mientras conversa con mi hermano de manera animada. Después voy yo unos pasos detrás y al final Carl, metros de distancia alejado. El último del grupo.
Con la excusa de que quiero mirar el paisaje, volteo sobre mi hombro para mirarlo, y por el rabillo del ojo lo encuentro; caminando, solo, con cara larga, seria y entristecida.
Una sensación extraña en el estómago, me hizo voltear de nuevo hacía el frente. Por unos segundos, me sentí arrepentida. La verdad, es que lo traté igual de mal que él lo ha hecho conmigo los pasados días, y sentía como un picor en mi mente que, literalmente, me jodía la existencia con el asunto sobre Carl.
No podía dejar de pensar sobre ello una y otra vez. No quería sentirme mal, es más, debería sentirme orgullosa. Pero hay una diferencia, esa es la diferencia. El querer y deber. Mi corazón y mi mente. Mi corazón me decía que debía perdonar a Carl y dejar atrás el pasado, de nuevo, y volver a empezar desde cero, de nuevo. Pero mi mente contradecía con el hecho de que Carl no merece mi amistad, ya no.
El balance me arrastraba más hacía el Deber. Carl se merecía que lo ignorara y lo tratara justamente como él lo hacía. Debo imponerme como la persona con dignidad que soy. No me dejaría manipular. Debo seguir fuerte y dura.
"¿Arreglaron ya las cosas?" La voz de Barbie me saca de mis pensamientos, y volteo a verlo. No lo entendía, ¿cómo podía perder mi vista y adentrarme en mis pensamientos y seguir moviéndome como si fuera automático, y, sin tropezarme ni nada? Sin duda, era una de las sensaciones más raras del mundo, y me fascinaba las maravillas que el cuerpo humano llegaba a hacer.
Un chasquido frente a mis ojos me saca bruscamente de mi ensimasmiento, de nuevo.
"¿Qué quieres, Barbie?" Frunzo el ceño con voz de queja y chiflada. No quería hablar con nadie. No me sentía en el humor, y ni estaba de humor. El asunto de Carl me abrumaba, y me ahogaba. Necesitaba un respiro, pero no podía hacerlo con personas siempre recordándomelo.
"¿Arreglaron, ya, las, cosas?" Repite haciendo pausa brusca entre cada palabra, sonando fastidiado. Oh, créeme, la más fastidiada soy yo.
"¿Te parece que arreglaron las cosas?" Michonne alza una ceja, señalando con su pulgar hacía un punto detrás de su espalda. Los tres caminamos juntos, yo en medio de esos dos. Con imprudencia, los tres giramos nuestras cabezas hacía atrás, y vemos a Carl caminando sobre la vía, de mi, izquierda, manteniendo el equilibrio con facilidad y constancia.
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Está cargando su mochila y la de Rick, una en cada hombro. Pronto, como si se hubiera dado cuenta, su cabeza se levanta un poco y su mirada conecta justamente con la mía. Aprieto los labios soltando un resoplido con mi nariz volteando de nuevo hacía el frente, y él frunce el ceño cuando nota que los tres lo estábamos mirando.