El mentiroso sabe quién miente.

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Advertencia, este capítulo contiene diálogos y escenas que pueden ser sensibles para algunos lectores, se recomienda discreción.

Edelweiss regresó al santuario y se dirigió a la torre del reloj de fuego, buscó a su doncella, pero no la encontró, así que le preguntó a algunos caballeros si la habían visto, todos dijeron que no.

Una mujer la tomó del brazo y la condujo hasta un lugar apartado del santuario donde había mucha ceniza y huesos humanos.

Edelweiss le preguntó que había pasado ahí y ella le respondió que el infierno del santuario la había quemado, para luego salir corriendo.

Aquella mujer había sido una de las sacerdotisas de Athena, pero ese título le fue revocado por caer en la locura.
Edelweiss entendió lo que la mujer le había dicho antes de irse, su doncella estaba muerta, pero sabiendo su condición, no estaba segura de si creerle o no.

Se fue corriendo de ese lugar, terminó llegando a otro que hizo que se le revolviera el estómago, sabía que algunos soldados habían recibido ese castigo, pero no lo había visto con sus propios ojos, no había visto a un soldado empalado.

Cayó de rodillas ante tal atrocidad, bajó la mirada y se dirigió a su residencia, no comió nada esa tarde y casi no durmió por la noche, al día siguiente fue con el patriarca.

Edelweiss: Su santidad, los guerreros de Tsukuyomi, tenían acorralada a la caballero de pavo real, no permitían que se moviera de su casa, los hemos eliminado y ella prometió venir lo antes posible.

Saga: Veo que has decidido confiar en su palabra.

Edelweiss: Respecto a la santa del fenix, dijo que tenía cosas que hacer, tal vez algo relacionado con el linaje de acuario.

Saga: ¿Eso es todo?.

Edelweiss: No he visto a mi doncella desde ayer.

Saga: Decidió irse del santuario por algo relacionado con su familia, te asignaré otra pronto.

Mintió, el lo sabía, a Edelweiss empezó a faltarle aire, pero se esforzó por aparentar que todo estaba normal, escucho la voz del patriarca y respondió hasta la tercera vez que la llamó.

Edelweiss: Creo, que descubrí lo que la anterior usuaria de esta armadura protegía, quisiera, pedir permiso para ir a buscarlo.

Saga: ¿Qué era?.

Edelweiss: Un medallón proveniente de China, creo que controlaba la tierra, ví que lo uso para hacer una serie de cavernas en una montaña.

Saga: No debería caer en manos equivocadas, pero, ¿Sabrás cómo encontrarlo?.

Edelweiss: Si, ya pude conectar el camino en mis visiones, será largo, pero puedo encontrarlo.

Ella también mintió, no sabía el camino y Saga lo notó, cualquier pizca de confianza que hubiese existido alguna vez entre ellos dos, se quebró en mil pedazos en ese momento.

Saga le permitió irse, una vez más, la necesitaba lejos, por su parte Edelweiss empacó sus cosas y cuando estaba por salir del santuario, la líder de las sacerdotisas de Athena la llamó.

Le pidió que se quedara para el funeral de una antigua compañera, al cuestionarla sobre quién había muerto, descubrió que se trataba de la mujer del día anterior, ella misma había decidido terminar con su existencia aquella mañana.

Edelweiss: Lo siento, pero no puedo quedarme, de verdad tengo que irme.

La caballero de corona boreal se alejó de Atenas y se dirigió a Eleusis, estando ya en completa soledad, dejó salir el grito de desesperación que llevaba un largo rato conteniendo.

La hermosa valiente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora