CAP 3: Soy cenizas #3

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Libro 1 FUEGO

Los patos-tortuga grasnaban juguetones mientras un joven príncipe se acercaba inexpresivo.

—¿A-amigos?—

Zuko giró de lado a lado, esperando ver a sus amigos intentando jugarle una broma.

Algunos patos-tortuga se le acercaron al reconocerlo, uno en especial se le acercó a moderle el pantalón.

Zuko bajó la mirada.

"¿Shun?"

En los recuerdos de su infancia Shun había sido un pato-tortuga especial, a diferencia de los demás patos-tortuga Shun tenía raras plumas doradas espolvoreado en su emplumado cuerpo.

Zuko fue guiado por los mordiscos de Shun hacia el estanque, el césped a sus pies se sintió húmedo y refrescante, el sol en lo alto de los cielos los bañó en su calidez y lo fortaleció; un conjunto de sensaciones que jamás creyó volver a sentir se instaló en su pecho.

Jamás creyó volver alguna vez a este estanque, no vivo al menos.

"Los chicos deberían regresar pronto." Pensó mientras se sentaba en una roca.

El pitón-anguila en sus manos fue depositado suavemente en el suelo.

Se sentó en la roca junto al estanque que su madre solía usar de asiento, la suave brisa de aroma floral y las aves cantando llenaron su alrededor, se permitió un momento de relajación pensando en lo feliz que sería al por fin reunirse con sus amigos.

Recordó a sus amigos la noche antes del cometa, todos sentados alrededor de la fogata después de haber disfrutado de una maravillosa cena, todos satisfechos en un silencio cómodo, muy conscientes de los riesgos de su próxima batalla.

Eran una familia, Zuko lo sabía pero no quería mencionarlo, no quería que sus amigos experimentaran el amargo dolor de perder un ser querido.

Zuko también sabía que no hacía falta mencionarlo, porque pudo notarlo.

Notó la manera en como Zokka se sentó entre Aang y Katara, les dio un largo abrazo a cada uno y luego procedió a juntar sus manos con una sonrisa comprensiva antes de retirarse en busca de Suki, dejándolos solos y ruborizados.

Notó como Suki se le acercó a una Toph retraida en el silencio para darle un fuerte abrazo y después sacar uno de sus abanicos de la espalda entregándolo en regalo, buscando animarla.

Una lágrima solitaria recorrió su rostro, mientras años de horrores y sufrimientos ardían en su pecho, sus ojos parpadearon sin emociones dejando que otra lágrima se escurriera sola.

En el suelo, el pitón-anguila miraba perezosamente entre los patos-tortuga.

Algo parecido a la mueca de una sonrisa apareció en el rostro de Zuko cuando vio al pitón-anguila ganarse un picotazo de advertencia al lamer a uno de los patos-tortuga.

La situación era inquietante para Zuko, los recuerdos de su infancia continuaban rodeándolo en pequeñas formas emplumadas, acosándolo, burlándose de él por su fracaso, restregandole en la cara que no pertenecía a este lugar, que no se merecía descansar después de la muerte, culpándolo por sus decisiones tomadas el día del eclipse, y en parte Zuko también lo creía.

El no matar a Ozai 'su padre' cuando pudo hacerlo, selló el destino de sus amigos, los obligó a enfrentarse a una misión con pocas posibilidades de sobrevivir, confiando solo en la suerte, y pereciendo en batalla de todos modos.

El cansancio se filtró a través de sus rasgos.

Los patos-tortuga comenzaron a caminar al estanque tan rápido como sus patas palmeadas se los permitieron siendo seguidos de cerca por un pitón-anguila curioso, cada emplumado fue saltando uno a uno en el estanque creando ondas en el agua con cada chapoteo, el ansioso reptil se arrastró cómicamente detrás de sus nuevos amigos y se deslizó en el agua con elegancia, feliz de volver a tocar el agua.

Zuko, DESTINADO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora