¿Dónde está?
En silencio rebusco los cajones de la sala. A mis manos llegan revistas junto a muchos sobres de cartas vacías, tenían un ligero tono entre amarillo y café; no fueron comprados recientemente. Indicaban una dirección en su parte trasera, una que me sorprendió al leerla. Al abrirlas solo había hojas en blanco en el mismo estado que el sobre.
Intento acomodarlo todo tal y como lo encontré, pero tenía el temor de hacer demasiado ruido y alarmar a mi hermana.
Al cerrar el primer cajón reviso los demás, sin encontrar la gran cosa.
Me siento sobre la alfombra, con las piernas estiradas. Debía recordar donde lo dejé. Caigo rendida, tumbando todo mi cuerpo y removiéndome al no poder lograr mi objetivo, pero al levantar mi mirada decaí en la pequeña cómoda que se encontraba al lado del sofá.
No era una opción.
No podía, siempre estaba cerrada con llave. Me entró una corazonada de buscar mi objetivo en ese pequeño compartimento, se me erizó la piel al entrar una corriente de viento por la ventana del apartamento.
Suavemente tiro del cajón, al sentir como no se atascó en ningún momento una sonrisa adorna mi rostro. Rápidamente con la mirada lo busco, mirando al pasillo al pensar que ya se había tardado un poco.
Aquí está.
—¿Molly? —pregunta al acercarse—. ¿Estás ahí?
—Sí, solo buscaba algo.
Asintió inclinando su rostro para colocarse unos pendientes, parecía no reparar en lo que estaba haciendo hasta que rápidamente me volteó a ver.
—Te he dicho un millón de veces que no me gusta verte en el suelo, que por eso compré la alfombra.
—Lo sé —pronuncio. Me levanto del suelo, con la mano izquierda detrás de mí. Debió notar que tenía algo oculto bajo mi mano, porque empezó a ver cada movimiento que hacía—. ¿Irás con ese vestido?
Le pregunté observando el vestido blanco, que le llegaba hasta un poco más arriba de las rodillas.
—¿Por qué? Leslie me dijo que se veía bien —afirma mirando si su vestuario tenía algún defecto visible.
—No está mal, pero tú...
—¡Ey! Tengo veintitres años, que seas diez años menos no significa que yo sea tan mayor —declara.
—Yo nunca he dicho eso, solo que viste el viento que corre afuera —pregunto señalando la ventana—. No quisiera que andes por la calle y te terminen comparando con Marilyn Monroe. Tienes hasta un vestido blanco.
Estiro mi mano libre hacia abajo, imitando lo que pasaría si sale con este viento. Ella solo rueda los ojos.
—¿Qué tienes en la mano, Molly? —inquiere cruzándose de brazos y alzando una ceja.
—Mira, nada.
—La otra mano.
Lentamente saco mi mano de su escondite y lo muestro. Antes que ella diga algo soy yo la que lo hace.
—¿Por qué tienes tú antiguo móvil aún?
—No importa, ni siquiera prende. La pantalla está completamente rota.
—¿No lo puedes llevar a reparar? —Con las dos manos intento encenderlo al mantener presionado el botón, saliendo el nombre de la marca, pero apagándose al instante.
—Es muy viejo el modelo, no encontré un técnico que pueda arreglarlo.
Se acerca para tomarlo de mis manos y verlo detalladamente.
—¿Lo tiro?
Lo pensó.
—No, lo quiero conservar.
—¿Tiene algo valioso?
—Quizás sí, quizás no. No lo recuerdo, pero si lo sigo guardando quizá un día pueda saber la razón.
Nos mantuvimos en silencio, parecía querer recordar la razón por la que seguía conservándolo. Mis recuerdos estaban un poco borrosos, pero sabía que ella lo tenía desde antes de mudarnos, quizá hasta antes de eso.
Seguro debe tener fotos con sus amigos.
Lo pensé al recordar a todos esos rostros nuevos que entraron en mi vida al tener ocho años. Todos parecían muy cercanos, aunque ahora no los veía tan seguido.
De pie seguía, tocando su mentón. Sin hacer una sola mueca.
—Al menos habrá imágenes o videos. Tal vez por eso lo guardaste.
—¿Videos? —susurro la palabra para sí misma. Intuí que debió recordar algo al verla abrir grande los ojos y sonreír—. Cierto, yo tenía videos. O al menos ahora me acuerdo de uno.
—¿Solo de uno?
—Lo tuve mucho tiempo, no sé qué tantas cosas podrían haber.
—¿Y de qué era el video? Espero que no uno de mi de pequeña, sería muy penoso.
Si es que había un video esperaba que fuera con sus amigos, o al menos con Leslie. O el chico de mi cumpleaños. Sí, ese que me regaló cincuenta dólares.
—Sigues siendo pequeña, pero no era sobre ti —suspira al no poder recordar los detalles—. Me pregunto desde cuando tengo tan mala memoria.
—Piensa en lo que hacías ese día, tal vez así logres recordar el video —propongo.
—Si no recuerdo el video mucho menos lo de ese día.
—Inténtalo.
Posa unos dedos sobre su boca, mientras se mordía ligeramente el labio inferior.
Otra corriente de viento entra por la ventana, pero más suave, haciendo que su cabello negro revolotee, sin llegar a ser un desastre al tenerlo corto.
Observa el móvil antes de continuar.
—En aquel entonces...
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Nos vemos
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En aquel entonces(EDITANDO)
Teen Fiction«No siempre fuiste la persona que amé, pero realmente quería que fueras el que amaría toda la vida.» Inicio: 22/01/23