Capítulo 6

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Lizz Murphy

¿Qué hago?

Mientras esperaba que el castaño regresara, este chico se sentó en el lugar al frente de mí que antes estaba ocupado. Y lo peor de todo es que no dejaba de hablar sobre el mismo.

-Te me hiciste alguien tan interesante que quise venir a hablarte. Estuve atrás de ti desde hace unos minutos, estuve esperando que voltearas.

¿Interesante? Ni siquiera me has dejado hablar y nunca noté tu presencia hasta que llegaste.

El único lugar en el que podía responder parecía ser mi mente, no había una sola vez en que hablara donde no me interrumpiera.

-Participo en muchos deportes.

-Mira, tienes que...

-¿Qué?

-Qué quiero que...

-¿Ah? -volvió a interrumpirme.

-Deja de interrum...

-¿Uhmm?

Que imbécil, solo quiero que se vaya.

Era normalmente de las personas que solían tener mucha paciencia, pero este tipo era de los que fácilmente podría sacar de sus casillas a cualquiera.

Recordaba constantemente lo que una vez alguien me dijo.

No te metas en peleas con un hombre, no porque no puedas ganarlas. Lo digo porque para ellos no hay otro ganador que ellos mismos.

Aunque sabía que no implicaba para todos, pero para tipos como él sentía que debía tener un poco más de paciencia, aunque me preguntaba...

¿Realmente alguien tan obstinado cómo él merece que le tenga paciencia?

Saqué mi móvil intentando parecer desinteresada a lo que continuaba hablando, o eso fue hasta que lo agarró de entre mis manos.

-Sabes me has caído bien, ten este es mi número.

Al devolverme el móvil eliminé el contacto y lo bloqueé. Un mensaje llegó mientras seguía intentando demostrar desinterés.

¿Quieres una ayuda?

Al levantar la mirada logro ver a Ian no tan lejos de nosotros, mirando su móvil antes de centrarse de nuevo en mí.

¿Tenías que tardar tanto?

Ya estamos a mano.

En un momento sin darme cuenta ese tipo me arrebató el móvil de las manos.

-¿No crees que estás siendo grosera? Estamos conversando.

-¿Llamas a esto conversación? Lo único que escucho salir de tu boca es un yo, yo, yo -admití levantando la voz para que no pudiera interrumpirme.

-¿Crees que tu vida es más interesante para hablar sobre ella? -dice con burla.

-¡Creo que ya es hora que te largues!

Dije de manera autoritaria, levantándome con las manos apoyadas en la mesa. De manera rápida recuperé lo que era de mi propiedad.

Da un resoplido fastidiado.

-¡¿Crees que puedes botar así a la gente?! Solo eres una idiota testaruda. Fui yo quien empezó a hablarte ¡¿no deberías estar agradecida de tener ese tipo de atención?!

Mi menta se quedó en blanco cuando me dijo eso, solo quería largarme de ahí. Quizá por esas razones detestaba conocer a otras personas -no es que pudiera tener una ficha para saber que no era un imbécil- y más si son de los que de repente se intentan colar a la fuerza en tu vida. Esas personas eran las que siempre busco evitar y tenía que cruzarme con uno.

En aquel entonces(EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora