Capítulo 2

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Lizz Murphy

Me detengo al lado del semáforo. Estaba en rojo.

—Tengo suficiente ropa en mi armario. A qué vino la compra masiva —Repaso con la mirada todas las bolsas.

—Lizz, siempre hay que verse fabulosas, incluso para pasear al perro. Además, la blusa que tienes desde los quince no es suficiente ropa.

Leslie me sonríe y me mira de cierta forma, como diciendo te atrapé.

—Es cómoda —respondo con vergüenza al ver que unas personas se me quedaron viendo—. Y, además, tú no tienes perro.

Estaba segura que el desabastecimiento del centro comercial no era solo por verse bien todo el día, era porque oficialmente Leslie y yo comenzamos a ir a la universidad. Desafortunadamente no era la misma.

Faltando pocos segundos para que pase de rojo a verde. Veo a Leslie mirando fijamente atrás mío, como si no entendiera que pasaba.

—Pero, ¿qué es lo que hace?

Volteo al escucharla murmurar y desearía no haberlo hecho. Ese chico, el que conocí en el motel, estaba moviendo sus brazos por lo alto, mientras miraba a nuestra dirección. Aunque al notar que lo miré se hizo el desentendido y se cruzó de brazos, simulando que no nos había visto.

Una semana, una semana es el tiempo que había pasado desde esa noche. Al despertar noté que él aún permanecía dormido, así que simplemente me marché pensando que no lo volvería a ver.

—¿Lo conoces? —pregunta, dándose cuenta que dejó de mover los brazos cuando lo miré.

Los demás ya habían empezado a moverse, así que nos mantuvimos a un lado. No le había contado nada a Leslie de mi travesía de esa noche y tampoco tenía pensado hacerlo, cómo iba a explicarle que me emborrache con un total desconocido, que termine confesando que me gustaba Sander, cosa que ella pensaba que ya había superado.

—De ninguna manera.

Me limito a mirar mi móvil, fingiendo que hacía algo importante. Aunque solo estaba viendo las dos únicas fotos que tenía, y las dos me las había enviado Leslie. Tenía mucho espacio.

—Pues mira que se está acercando.

—¿Qué? —exclamo, girando rápidamente para confirmar que sí estaba caminando hacia nosotras; pero claro haciéndose como si no me reconociera.

—Corremos o esperamos a que te pida el número.

—¿Me dejarías correr?

—Sabes que primero te esposaría al poste.

Con esa amable respuesta solo me quedaba esperar. Aunque yo hubiera reconocido a ese chico en la calle jamás se me habría pasado por la cabeza dirigirle la palabra, ni siquiera para pedir la hora.

Estaba tan metida en mis pensamientos que no noté cuando él se puso a mi lado, Leslie solo lo miraba raro, antes pareció querer llamar nuestra atención, pero ahora permanecía en silencio. Con el semáforo otra vez en rojo.

Veo como un objeto se cae.

Me había agachado a recogerlo sin dudarlo dos veces. Al tenerlo en mis manos, reconocí el olor a alcohol saliendo de la lata, con un fuerte aroma a mora.

—Esto es... —Alguien se agacha, levanto la mirada para confirmar mis sospechas.

—Vaya, al fin me miras —Esboza una sonrisa complacida, sostiene la lata de mis manos—. Gracias por esto, es uno de los recuerdos que aún tengo después que me dejaste tirado en el suelo.

En aquel entonces(EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora