Capítulo 3

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Mensaje de la autora: Buenas, ¿les va gustando la historia?

Me haría muy feliz si votan y comentan lo que opinen(sin llegar a ofender). Pueden seguirme para que les llegue la notificación cada vez que subo un nuevo capítulo 🌿.

Disfruten.




Ian Holm

Una canción.

Sí, era esa canción. Esa que me indicaba que ya era tarde. La misma canción que escuchaba todos los días, sin falta al medio día. Debía recordar porque le gustaba tanto escucharla al cocinar.

Mi cuerpo estaba pesado, al menos así lo sentía. Como si una manada de animales me hubiera pasado por encima.

No volvería a ayudar a Ethan.

Empieza a sonar mi móvil, por alguna parte de mi cama. Busco por debajo de las sábanas, todo estaba hecho un lío.

—¿Qué quieres? —pregunto en un bostezo, después de descolgar la llamada.

—¿Así le hablas a tu hermosa novia?

Me levanto de la cama bruscamente. Me veo en el espejo del armario. Otra vez estaba sin la parte de arriba del pijama.

Que manía mía.

—Ya que eres mi novia... me darás ese pequeño regalo, ¿verdad? —Rebusco algo que ponerme en una silla donde solía amontonar ropa.

—Que interesado, quizás lo nuestro no tenga futuro —Se ríe.

—Y yo quería celebrar nuestro primer minuto de novios, Zoé.

—Vale, ya ponte algo encima y sal rápido.

Pongo mi móvil en el hombro e inclino mi cabeza. Encontré una camiseta azul que había usado posiblemente una semana antes. No olía mal, aunque igual le pondría un poco de perfume.

—¿Cómo sabes que no tengo...? —Alejo el celular, pensando que quizás era una videollamada.

—No es una videollamada —afirma—. Yo lo sé todo.

—Se lo dije yo —interrumpe Gael. Opacando la voz de su hermana en la llamada.

—Cállate tú.

Parece que Zoé cortó la llamada.

No había encendido mi móvil desde ayer en la noche, estaba otra vez ese mismo mensaje, en el cual yo siempre respondo lo mismo. Al apagarlo mi mirada va a las pequeñas gotas que caían.

Genial, va a llover.

No era algo seguro, pero era lo más probable. Aunque mi ventana estaba cerrada entraba una pequeña corriente de viento que me hacía querer meterme otra vez en la cama.

Una ducha era lo último que quería tomar con este frío, pero si salía así a la sala mi abuela me diría lo mismo que dice desde que tengo tres años.

Tenemos agua caliente.

Me duché rápido y me vestí con la ropa que había visto que aún estaba limpia. Al salir de mi habitación la veo.

—¿Vendrás a comer? —pregunta, después de saludarme. Se sienta en la silla, indicando que me siente también. Estaba servido mi desayuno, aunque también era mi almuerzo.

—¿Cómo sabes que saldré? —pronuncio mientras pruebo lo que había sobre la mesa—. ¿Esto no es ya mi almuerzo?

Le había dicho muchas veces que podía prepararme solo mi desayuno o comer afuera. Aunque me despertara tarde y fuera directo al almuerzo. Se negaba diciendo que lo que hacía no era tan difícil y que no me dejaría comer porquerías en la calle.

En aquel entonces(EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora