CAPÍTULO 13: El primer paso (Parte 3)

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Sacudió la cabeza para deshacerse del agua que seguía cayendo sin tregua, sin sacar las manos de los bolsillos, pues no quería mojárselas más de lo que ya estaban. La tormenta no daba la sensación de ir a remitir próximamente, más bien al contrario, la precipitación mantenía su intensidad a despecho del paso de las horas, haciendo enormemente complicado estar seguro de si seguía siendo de día o si ya estaba anocheciendo, al fin y al cabo, estaba muy oscuro y la cortina de agua entorpecía mucho la visión. La verdad era que Biro se sentía como si se hubiese pasado días enteros esperando bajo la lluvia, a la expectativa de que les diesen una señal que, todavía no se había producido. ¿Cuánto tiempo más iban a tener que seguir esperando?

Eres un exagerado, le reprendió Denio con un bufido, a despecho de que estaba tanto o más inquieto que él con respecto al curso de acontecimientos. Sí, pero ya oíste al Domago: de aquí no se va a mover nadie hasta que no den la señal los del frente. Biro suspiró, aunque solo porque sabía que el buteri tenía toda la razón.

- ¿Tantas ganas tienes de entrar ahí? – inquirió Goraan entonces, sin querer dejar pasar la oportunidad de meter baza en su charla, pues también estaría ocioso.

Al margen de sus impresiones, la verdad era que llevaban horas ahí, parados, con aquella condenada lluvia calándoles hasta los huesos, listos para partir desde hacía quién sabía cuánto tiempo, dado que les habían advertido que tenían que estarlo. Todos se habían apresurado para prepararse, contando con que su intervención sería algo más inmediata, pero, entonces, solo estaban ahí, esperando como pasmarotes. Los almaoscura que habían irrumpido en los alrededores de la ciudad les sacaban una cuantiosa ventaja numérica, por no mencionar que tenían la certeza de que había varios superiores mezclados con el grupo, resultaba evidente que estarían poniendo en serios aprietos a los suyos y, sin embargo, ellos no podían salir a ayudarles. No aún.

Biro conocía el plan, sabía que lo que el Círculo había propuesto tenía todo el sentido táctico del mundo en la situación en la que se encontraban y pensaba obedecer las órdenes que le habían dado, pero, aun así, no le resultaba nada fácil quedarse quieto cuando sabía que los demás estaban en problemas, nada y más y nada menos que con el mismo grupo de almaoscura que ya los había derrotado en las cercanías de Rainieri. Y sí, sabía que nadie había tildado de "derrota" esos sucesos, no obstante, no se le ocurría una palabra más oportuna para describirlo, al fin y al cabo, les pasaron por encima, mataron a un montón de gente e incluso a un buteri. De poco sirvió que llegaran los refuerzos... Pensar en eso ahora no sirve de nada, Denio cortó tan ominosa línea de pensamiento antes de que fuese a peor.

Lo que toca es esperar, agregó el buteri, esa vez, de viva voz, no es el fin del mundo. Biro suspiró otra vez y miró alternativamente a Denio y a Goraan, que asentía, coincidiendo plenamente con esa conclusión.

- ¿Os habéis puesto de acuerdo vosotros dos? – les preguntó con toda la intención – Me niego a creer que os parezca bien estar aquí parados. Sindra, por favor, ponte de mi parte por una vez – se inclinó para ignorar a su amigo e interpelar a su dragona, que estaba un poco más allá, oteando los alrededores con permiso de la lluvia.

La muralla oriental de la ciudad desembocaba a un valle más largo que ancho que discurría entre las estribaciones de la cordillera de Shalon Tore y un monte que estaba un poco desplazado al norte y, en consecuencia, separado de esta. Un bosquecillo cubría aquel lado del pasaje, limitando oportunamente la visibilidad desde las colinas de más allá, es decir, sirviéndoles de escondite frente a los almaoscura que estaban atacando la parte frontal de la ciudad. Aunque esa precaución casi se antojaba innecesaria en medio de semejante tempestad.

Goraan, creía que por indicación de Sindra, se había situado en el lado más al sur del valle, es decir, en el extremo opuesto a ese bosquecillo, y Denio y él habían decidido hacer lo propio. El terreno era un poco más elevado más cerca de Shalon Tore, de tal modo que podían controlar con relativa eficacia todo el espacio al este de la ciudad desde allí, así como a todos los que se habían reunido bajo la lluvia y, como ellos, estaban a la espera de novedades. Era de todos sabido que Sindra prefería estar en alto siempre que podía elegir. Biro había observado que esa tendencia parecía agudizarse en los momentos tensos y solo un idiota diría que esa espera no lo era.

La Gracia del Cielo I. Los Hijos del PoderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora