Capítulo 5

715 37 17
                                    

Eran las nueve de la mañana cuando Bruno apareció en mi calle con su coche. Era el típico coche que salía en las películas de adolescentes. Rojo, todoterreno y con una rueda colocada en la parte trasera. Me recordó al mar, los atardeceres y un eterno verano. Me gustó.

—Buenos días —me sonrió desde el asiento del piloto.

—Buenos días —me acerqué al coche y me quedé plantada frente a él.

—¿Estás preparada?

Asentí.

—Pues venga, sube, que tenemos unos cuantos kilómetros por delante —hizo un gesto con su cabeza señalando la parte del copiloto.

Rodeé el coche y me subí.

—Bonito coche —me abroché el cinturón.

Estaba nerviosa, demasiado nerviosa, tanto que sentía un cosquilleo en la punta de los dedos desde la noche anterior.

—Es un Suzuki Jimny.

Sonreí de vuelta, a pesar de no tener ni idea de coches.

—¿Y dónde vamos exactamente?

Ayer cuando fui a la librería para decirle que quería y estaba preparada para tirarme en paracaídas me dijo que no me preocupara que él se encargaba de todo. Intenté obtener algo más de información, pero solo me dio dos órdenes. La primera que estuviese lista a las nueve y la segunda que llevara un bikini y algo de ropa de recambio en la mochila, pero nada más. Así que era normal que mi mente curiosa necesitara más detalles de los que tirar.

—Ya lo verás cuando lleguemos —me sonrió.

Arrancó el coche y salió de mi calle.

* * *

El sol brillaba en lo alto del cielo sin apenas casi nubes a las que atravesar. Íbamos con las ventanillas bajadas mientras la radio intentaba hacerse oír entre el viento. Por suerte no había mucho tráfico.

—¡Son las diez, las nueve en Canarias! —informó la voz del presentador a través de los altavoces del coche—. Desde el edén de los éxitos hemos abierto nueva hora aquí en tu radio. Yo soy...

Bruno a mi lado conducía con soltura. No podía dejar de dedicarle miradas fugaces. Estaba guapísimo con aquella camiseta blanca, el pelo revuelto por el viento y las gafas de sol. Realmente guapísimo.

—Gracias infinitas por elegir un día más la número uno para acompañarte a empezar el día —continuó hablando la voz del presentador.

Desde que habíamos salido de Barcelona apenas habíamos intercambiado palabra y mi único entretenimiento era observarlo de vez en cuando. En una de esas ojeadas nuestros ojos se cruzaron y Bruno me sonrío. Se me aceleró el corazón y desvié la mirada de inmediato. Necesitaba distraerme, pensar en cualquier otra cosa. Así que me apoyé con ambos brazos sobre la ventanilla y me puse a observar el paisaje dejando que el tiempo pasara a nuestro alrededor.

—¿Y qué le gusta hacer a Martina aparte de leer? —rompió el silencio.

Aquella preguntaba me pilló por sorpresa. Pensé y pensé sin apartar la mirada del paisaje. Nada, vacío. Intentaba pensar en cosas que me gustaran y solo recordaba las cosas que me gustaban con Susi. En ocasiones me asustaba la unión que habíamos construido porque no era capaz de separarme de ese nosotras.

—Estoy intentando conocerme —me sinceré girándome hacia él.

—Eso está bien, al fin y al cabo, lo único que realmente importa es que acabes descubriendo quién eres.

Love is a Choice (el principio de un fin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora