Capítulo 12

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—¡Dios! —me tapé los oídos con la almohada—. ¿Alguien puede apagar eso?

No tenía ni idea de que hora era, pero seguro que demasiado pronto como para tener la música a esos decibelios. Quería matar al culpable. Alargué la mano en busca del cuerpo de Bruno al otro lado de la cama, pero nada. Vacío. Aquello solo hizo que empeorar la situación.

—Estupendo.

Retiré la almohada que cubría mis oídos irritada y abrí los ojos lentamente adaptándome a la luz. El sol brillaba con intensidad en lo alto del cielo. Debían de ser cerca de las once o doce de la mañana.

—Por fin... —Suspiré aliviada cuando la música paró de repente.

Aproveché aquel respiro para levantarme de la cama y ponerme la camiseta de Bruno que había tirada en el suelo. Me gustaba la sensación de tener sobre mi piel algo que oliera a él.

—No, por favor, otra vez no —sonó la siguiente melodía.

Salí de la habitación dispuesta a asesinar al responsable con lo puesto, es decir, la camiseta de Bruno y mis braguitas, nada más. El sonido de la música era más fuerte a cada paso que daba. Recorrí el pasillo que llevaba hasta el comedor sin dejar de maldecir. Llegué a la puerta que conectaba con el comedor y me paré de golpe en cuanto vi el espectáculo.

—Interesante...

Bruno estaba cocinando tortitas mientras bailaba al ritmo de la música. En aquel momento Robbie Williams con su canción Rock Dj resonaba entre las paredes de la habitación. No podía dejar de mirar cada uno de sus movimientos. Estaba tan guapo y relajado... Sobre todo guapo, sin camiseta y con un pantalón de chándal colgando de sus caderas. Me mordí el labio sin dejar de sonreír. No me podía gustar más lo que tenía delante. Aunque todo mejoró cuando Matías apareció con su pijama de Buscando a Nemo con la batidora en mano y bailando al ritmo de la música. Me quedé allí plantada observándolos hasta que la canción terminó.

—Buenos días.

Matías dio un salto del susto dejando caer un poco de masa al suelo. Sonreí.

—Ups —me tapé la boca para no echarme a reír.

Ambos se giraron en mi dirección. Sonreí tímidamente saludándolos con la mano. Bruno me devolvió la sonrisa. Me encantaba.

—¿Te parece bonito? —Matías señaló el suelo—. Me has hecho desperdiciar parte del desayuno.

Bruno a su lado puso los ojos en blanco.

—Cállate.

—Me ha hecho tirar la masa —me acusó con la batidora.

—No ha sido nada —Bruno le quitó importancia—. Todavía tenemos de sobra.

—Pues que sepas que te acabas de quedar sin una tortita.

Bruno volvió a poner los ojos en blanco.

—Eso no te lo crees ni tú.

—Ya te digo yo que sí.

—Comeré lo que quiera.

—Eso sería si tu novia no me hubiese hecho tirar la masa —di un respingo en cuanto escuché aquella palabra.

Empecé a toser nerviosa. No es que no sintiera nada por Bruno, pero... ¿Novia? Quizás sí que actuáramos como tal, pero todo era demasiado reciente y tenía miedo. Demasiado miedo ¿Y sí después no funcionaba? ¿Y sí simplemente estaba confundida? ¿Y sí se acababa cansando de mí? ¿Y sí? Ahí estaban todas mis inseguridades de nuevo acechándome.

—¡¿No vas a decir nada?! —Matías interrumpió mis pensamientos.

Bruno alargó la mano y le dio una colleja por acto reflejo haciendo que Matías volviera a derramar parte de la masa.

Love is a Choice (el principio de un fin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora