Capítulo 16

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Hacía tiempo que no dormía tan bien y todo se debía a la compañía. Bruno hacía que todo fuera más fácil. Las pesadillas habían ido disminuyendo con el tiempo, pero cuando dormía con él eran casi inexistentes. Seguía con la cabeza hundida en la almohada alargando los minutos en la cama cuando noté como Bruno se movía a mi lado. Me dio un beso en el hombro y se levantó. Escuché la puerta. Permanecí con los ojos cerrados disfrutando del silencio y los primeros rayos de sol que entraban por la ventana calentando mi espalda desnuda.

—¿Aún no te has levantado? —Bruno volvió a entrar.

Hice un sonido perezoso confirmándolo.

—Deberíamos bajar a desayunar con el resto.

Volví a emitir el mismo ruido.

—Martina...

El colchón se hundió ante su peso.

—¿Sí?

—Hay que levantarse —acarició mi espalda con su mano.

—Ajá.

—Hablo enserio, Tini —dejó de deslizar su mano por mi piel.

—Un poquito más —supliqué haciendo referencia tanto a las caricias como a eso de estar en la cama sin hacer nada.

—Veinte minutos, no más.

Abrí los ojos y le sonreí. Bruno volvió a tumbarse a mi lado con los brazos tras su cabeza y la mirada clavada en el techo. Me acerqué y me acurruqué sobre su pecho. Nos miramos y sonreímos.

—Buenos días —empecé a dibujar círculos sobre su vientre.

—Buenos días —enredó sus dedos en mi pelo.

Me deslicé hasta sus labios y le besé. Bruno aprovechó aquel acercamiento para posar sus manos sobre mi culo y colocarme encima de él. Simplemente con aquel gesto ya estaba excitada.

—Ahora sí que son buenos días.

—Creo que nuestro amigo opina exactamente lo mismo —confirmé al notar la dureza de su entrepierna.

—Tendremos que darle los buenos días ¿no?

—Me parece una buena idea —le ayudé a deshacerse de la única prenda de ropa que llevaba puesta.

Bruno colocó sus manos sobre mis caderas y empezó a marcar el ritmo de los movimientos haciendo rozar mi clítoris con su miembro. Él sabía que no era necesario y yo también, pero dejé que hiciera conmigo lo que quisiera.

—¿Sabes una cosa?

—¿Qué? —suspiré al notar como estaba a punto de entrar en mi interior.

Ambos teníamos la respiración entrecortada.

—Podría acostumbrarme a esto de despertarme contigo a mi lado desnuda —me dedicó una sonrisa maliciosa y se coló en mi interior.

Bruno continuó marcando el ritmo.

—Y yo podría acostumbrarme a estos buenos días.

Dejó caer sus manos hasta mi culo y simplemente se agarró a él con fuerza, acompañándome cada vez que entraba y salía de mí.

—Eres jodidamente increíble Martina —dijo mirándome directamente a los ojos.

Estando allí sobre él, solos, mirándonos a los ojos y sintiéndonos lo supe. Hacía tiempo que lo sabía, pero nunca lo había sentido en la punta de la lengua, queriendo escapar de mis labios. Me dejé llevar.

—Te quiero —susurré sin dejar de mirarle mientras iba ralentizando el ritmo de mis caderas, pero sin dejar de moverme. 

Bruno se quedó en silencio, mirándome. Esperé. Nada. Seguía mirándome con los ojos vidriosos, pero nada más. Paré de moverme. Continué esperando. Mi corazón repiqueteaba errático contra mis costillas muerto de miedo y el nudo de la garganta se iba haciendo cada vez más grande. Estaba a punto de levantarme, vestirme y salir de esa habitación antes de echarme a llorar allí en medio. Esperé un poco más. Nada. Me moví sacándolo de mi interior y pasé una pierna hacia el otro lado de la cama dispuesta a irme. Noté como todo se iba resquebrajando a medida que me alejaba. Fue entonces cuando Bruno reaccionó. Fue todo demasiado deprisa. Cuando abrí los ojos estaba debajo de él, presa del peso de su cuerpo.

Love is a Choice (el principio de un fin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora