Hace unos días llamaron para informarnos de que, una tía que nunca me cayó bien, murió. Eso me recordó cuando a su esposo le pasó lo mismo años atrás y yo escuchaba su conversación sobre "las fases del duelo". Ese concepto es totalmente ridículo y poco aplicable teniendo en cuenta que cada persona es diferente, confronta los problemas de acuerdo a su crianza y experiencias. Qué va, ni que me importara, no es como si tuviera que atravesar ese proceso.
⠀ ⠀
Frunciendo el ceño, Levi nuevamente apretó sus párpados con fuerza resistiendo a la distracción que llevaba más de ochenta minutos transcurriendo.
"—Mi querida Allie, no pude dormir anoche porque ahora sé que todo sí se acabó entre los dos. Ya no estoy amargado porque sé que lo que tuvimos fue puro. Y si en un futuro lejano nos vemos en nuestras nuevas vidas, te sonreiré con alegría y recordaré el verano que pasamos debajo de los árboles aprendiendo el uno del otro y viendo crecer nuestro amor."
Debía concentrarse, mañana lunes tendría que presentar un examen crucial.
Debía...
El pelinegro cerró su libro bufando rendido y se acomodó en la rígida silla de madera. A pocos metros de él estaba su mamá sentada en el pequeño sofá, dándole la espalda; Kuchel sostenía una servilleta en sus mejillas que le irritaba la piel pero la ayudaba a controlar la caída de lágrimas. A través del viejo televisor se reproducía una película de romance que de nombre desconocía el muchacho, pero eso no impidió que con cada línea melosa sus ojos se dirigieran por inercia de sus apuntes a la pantalla. Prácticamente no había visto un largometraje de ese género, al menos no completo y le intrigaba la forma en que llegaron a mirarse los protagonistas en su mejor momento.
Lo odiaba. A su vez sólo bloqueaba cualquier tipo de diálogo amoroso porque creía que se le caería la cara de la vergüenza ajena y aún así permaneció allí sentado toda la película. Pudo irse perfectamente en el momento que quisiera a su habitación, también buscar sus audífonos y escuchar su última obsesión: Swan Lake Op. 20, Act. I No. 4, Pas de trois de Tchaikovsky repetidas veces, o alguna otra alternativa, de esa manera no tendría que soportar las voces con algo de estática salidas de aquella caja con cableado. En lo más recóndito del cerebro de Ackerman creyó que allí estarían las respuestas a los problemas del corazón. Últimamente sufría de una gran aceleración a sus latidos en el camino a Survey Cops que ni la mejor balada podría calmar, y cuando se acercaba a su asiento, donde su vista a los profesores sería bloqueada por aquella cabellera amarilla bien aplacada por productos, estos latidos disminuían considerablemente. Por no hablar de la colonia que imitaba los pinos.
