006

247 18 2
                                    

A Louis le fascina la medicina desde que tiene memoria. Su madre es enfermera, pero de un hospital chico en un pueblo alejado de Salt Lake City –donde Louis ahora vivía y estudiaba– Kemmerer. El castaño recuerda cuando llegaba el fin de semana y se iba al hospital con su madre, ahí todas las enfermeras y médicos lo adoraban; tenía una risa angelical, y abrazaba a cualquiera que se le cruzara. A Mae siempre la alagaban por su cariñoso e inteligente niño, y ella se sentía muy orgullosa de cómo lo había criado, de la mejor manera que pudo.

Llegando a la adolescencia llegaron dos pequeños hermanos; no compartían el mismo padre, pero tampoco era uno presente –Mae apenas lo había conocido una noche y cuando le hablo del embarazo, no lo aceptó ni por un momento–. Louis siempre fue un buen hermano mayor, con solo doce años cuidaba de dos menores con dos años cada uno. Su abuela venía seguido cuando su madre trabajaba, pero había días que está no aparecía y Louis no quería preocupar a nadie; les cocinaba y jugaba con ellos, si podía los dormía y así el estudiaba un poco.

En Kemmerer Louis paso toda su vida, antes de mudarse a la gran ciudad de Baltimore donde estudió y residenció por primera vez. John Hopkins Hospital, que siempre estará atormentando la cabeza del castaño. El trauma vivió en su cabeza años y años, por ese error es que casi pierde sus estudios y –para el- su razón de vivir. La vida lo llevo a bastantes fracasos, pero pudo levantarse con la cabeza en alto para seguir adelante dejando los recuerdos en el inconsciente: así solo lo atacaban mientras dormía. 

Su padre casi nunca fue una figura presente en sus recuerdos. Aunque vivió con él durante dos años y medio, Louis no se acordaba de eso.

Sabía perfectamente quien era aquel hombre, que cosas logro y en cuales fracaso: gracias a aquellos periodistas y reporteros que informaban todo mediane televisión y revistas.

La madre jamás se negó a hablarle del padre cuando el pequeño preguntaba, pero el Louis de ahora se arrepiente de no haberse callado: tal vez así no tendría que preocuparse de que los medios se enteren que aquella persona –así nominado por Louis- era su padre.

O tal vez lo que le preocupaba era que subestimaran su aprendizaje e inteligencia y lo trataran de suertudo solo porque su padre era uno de los mejores médicos del mundo, uno de los pocos neurocirujanos que se especializaba en enfermedades terminales.

Y no, Louis no logro nada gracias a ese hombre, logro estar donde estaba gracias a el mismo: nadie nunca lo haría dudar de eso.

Σ

Una semana había pasado y Louis cada vez se volvía a acostumbrar a los horarios y nuevos tratos.

— Para mi tiene un especie de crush conmigo— el morocho se encontraba terminando de cambiarse con el uniforme sanitario celeste, los cuales se diferenciaban de los especializados y enfermeros; los superiores usaban un azul oscuro, los enfermeros unos verde agua u verdes oscuros. — Esta tela de mierda...— susurró para si mismo pero tanto Oliver como Louis lo oyeron y se rieron— Decía, el muy hijo de puta se folla a medio hospital frente a mis ojos.

La risa de sus colegas volvieron a hacer eco, junto a unas miradas horrorizadas y confundidas de otros internos. —  Que folle y tu aparezcas es distinto, imbécil— respondió el rizado de ojos miel.

— Oliver, tu cállate que me llego a mis oídos que estuviste en el cuarto de descanso con una morocha enfermera— un abucheo sarcástico llego de parte del castaño mayor, Louis que tenía años solo 3 años más que ellos -y la mayoría de los internos-.

La puerta se abrió dejando pasar a mas jóvenes con caras de cansadas.— Pues no se de donde mierda lo sacaste.

—  Es verdad —  Lila apareció, dejando suavemente su bolso en una banqueta. — Yo los vi.

Heart Rate » l.s. [M-preg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora