001

400 27 1
                                    

La alarma sonó por segunda vez en la habitación del ojiazul, haciendo que este se sobre salte un poco. Miro hacia la mesita de noche y apago ese espantoso sonido que tanto aturdía.

Una vez ya sentado en la cama, se refregó los ojos y bostezo aun cansado. Giro su vista, ya no nublada, y miro el aparato que anteriormente hacia tanto ruido. Maldijo en ese instante por haberlo apagado antes.

De un solo salto se dirigió hacia su guardarropa y se puso la primera camiseta que vio. No tenía tanta ropa, ya que estaba recién mudándose. Rápidamente agarro su billetera y teléfono para dirigirse hacia la cocina. Agarro unas galletas que su madre le había dado hace unos días, cuando lo fue a visitar, y se las llevó hasta el auto. Si estaba consciente de que el desayuno es una comida importante, pero llegar a su nuevo trabajo era más importante, enserio más importante.

Una vez que llegó al hospital, se dirigió hasta la sala donde le había indicado una recepcionista, muy linda a la vista de Louis.

Abrió la puerta, un poco exagerado, y noto un par de vistas hacia él, a los segundos todas esas personas susurraban y lo veían, mientras reían un poco.

— Lindos pantalones —escucho de un susurro, a su oído izquierdo. Al voltearse se encontró con un morocho de ojos miel que sonreía divertido. Bajo su mirada a los piernas y mierda, traía su piyama, y era muy notable por los pequeños monitos dibujados. ¿Qué podía decir? Su hermana menor lo eligió para él, y era muy pero muy cómodo.

— Mierda—susurro pasa si mismo.

— ¿Dijiste algo? —pregunto de buena manera el morocho, y Louis le tiro una mirada sorprendida— Como sea, soy Zayn— estiro su mano con una sonrisa, pero al ver que el ojiazul no la tomaba, se dirigió hacia la mano de él y la tomo agitándola —Mucho gusto —.

— Louis— agrego, luego de que lo soltara

—Oh, tu casillero queda al lado del mío, si no me confundo. Tienes que ponerte la ropa que está ahí, y menos mal. — nuevamente le echo una mirada divertida a sus pantalones y Louis sonrió sin ganas y se dirigió al casillero. Ya sabía cómo era esto, ahora vendría un residente y se tendrían que dividir en grupos. Ya había pasado por esto antes, y hacerlo nuevamente le aburria, pero no tenia de otra si realmente quería ser cirujano.

Luego de guardar sus pantalones y ya estar cambiado con esa remera y pantalón que tanto odiaba color azul la puerta se abrió dejando pasar a un hombre de unos veintitantos, alto y cabello castaño.

— Rivers, Corden, Meison, Jackson andando— grito apurado, y se retiró de la sala. Vio como cuatro personas salían tras él.

— Me toco con Miller, ¿A ti? — el moreno de antes, apareció nuevamente haciendo que el castaño se sobresaltara un poco.

— Creo que también — contesto desinteresado, y le quito la vista de encima.

— ¿Eres así de vergonzoso siempre?

Al ojiazul no le dio tiempo de responder, cuando apareció una mujer en la puerta, rubia, un poco más grande de edad que el anterior residente.

— ¡Martin, Malik, Jonnas, Tomlinson! — cuando Louis escucho su nombre, sintió un escalofrió en su cuerpo, pero empezó a caminar junto al moreno, una chica y otro hombre detrás de él.

Pararon frente a la recepción donde la chica linda estaba. Su, ahora residente, tomo una carpeta que la mujer dejo frente a ella y la abrió.

— Solo diré tres cosas. Uno, me caen mal, no intenten cambiar eso. Dos, acá vienen a aprender, nada más, solo me hablan para algo que tenga que ver con la medicina, no me importa sus vidas. Tres y última, no miren a las recepcionistas o enfermeras, u otras personas, es desagradable —note su mirada en mí, la estaba mirando a ella quien soltó una carcajada baja junto a mis otros compañeros. — Gracias — se notó el sarcasmo en su voz. Cerro la carpeta y comenzó a caminar, pero se detuvo en el llamado de la castaña

Heart Rate » l.s. [M-preg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora