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𖦹 él es quien siempre te enferma. pero de todos modos, es un gran novio, siempre se preocupa por tus necesidades, y no hay forma de que se vaya de tu lado.
— vamos, está lloviendo —, extendiste tu mano mientras salías del mac donald's. ambos hicieron un viaje alrededor de las dos de la mañana, así que no había nadie por ahí, solo tú, heeseung, y la lluvia. el chico en mención te siguió, cerrando la puerta detrás de él, y sus ojos se encontraron con los tuyos con picardía.
— vamos —, dijo, tirando de ti por el brazo hacia la lluvia torrencial riendo. corriste tras él, empandote por segundos.
— hee- ¡te vas a enfermar! — gritaste, él solo se rió, corriendo en dirección a tu casa con su mano en la tuya.
cuando ustedes dos llegaron a la puerta de su casa, él te miró a los ojos en lugar de entrar directamente.
— siempre quise hacer esto —. se inclinó, dándote un beso que agradeciste, nunca habías sido más feliz.
es decir, hasta que te despertaste temblando al día siguiente, te envolviste más con la manta y te frotaste ojos: atontada abriste tu teléfono para ver que ya marcaba 1pm. gracias a dios no tenías planes. espera. si lo hiciste.
le prometiste a heeseung que saldrían a una cita hoy. aunque lo habías visto anoche, no querías perder el tiempo ya que siempre estaba ocupado.
te levantaste de un salto en tu cama al darte cuenta, solo para arrepentirte instantáneamente con el golpe repentino en tu cabeza. haciendo una mueca, te tomaste un segundo para estabilizarte antes de levantarte. llamaste a heeseung en tu teléfono y saliste de tu habitación, solo para ser recibida con un tono de llamada familiar sonando desde algún lugar de tu cocina y un movimiento desde su sofá.
— ¡t/n! estás despierta —. heeseung instantáneamente se levantó del sofá y te acompañó de vuelta a tu habitación.
— ¿qué estás haciendo aquí? — dijiste mientras parpadeabas para quitarte el sueño de los ojos, tu voz estaba ronca.
— no contestabas mis llamadas, así que me preocupé y vine a ver cómo estabas —, te empujó a la cama, tirando de las cobijas sobre ti y arropándote, — tienes fiebre, por cierto entré a tu habitación y estabas temblando como loca, me asustaste —. con eso palpó tu frente, frunciendo el ceño cuando notó que la temperatura no era mejor que la última vez que revisó en la mañana, sino peor.
— hee, me siento como en el infierno —. te inclinaste más cerca de él cerrando los ojos, y él acarició tu cabello, cualquiera que sea la magia que tenían sus manos, definitivamente estaba aliviando tu dolor de cabeza.
