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tus ojos cayeron pesados mientras el cansancio pesaba sobre ti como una tonelada de ladrillos, tu larga semana de trabajo y exámenes escolares te desgastaron hasta quedar como una piedra, tu cuerpo finalmente cedió a su honesto estado de fatiga: — ¿cansada? — asomándose a través de tus pestañas, viste la figura de tu dulce novio mirándote, una dulce sonrisa adornaba sus labios color granate, su flequillo cubría su frente con un suave flequillo.
— solo un poco —, susurraste, tus ojos cerrándose de nuevo cuando la ola de sueño te golpeó de nuevo. sentiste que tu cuerpo se hundía más profundamente en el lujoso sofá por segundos, tratando de conciliar el sueño pero perdiéndolo debido a los pensamientos y recuerdos de la semana estresante. jay se dejó caer un poco más en el sofá, cerca de tus piernas. se inclinó a un lado, dejando que su mano quitara un mechón de cabello de tu rostro. — necesito algo para distraerme esta semana —, gemiste, apoyándote en su toque.
jay tarareó al comprender, sin dejar de observar su rostro. cada vez que te veía te ponías más hermosa, y juró que con su vida, aun ahora, con las bolsitas debajo de los ojos, cejas fruncidas y ligeramente arrugado nariz, eras la cosa más increíble que jamás había visto. y con gusto moriría en esa colina. — ¿qué tal si hacemos algunas galletas? dijiste que querías hace un tiempo, y finalmente compré los suministros mientras no estabas —.
tus ojos se abrieron ante la proposición, subiendo rápidamente para que tu espalda se apoyara contra el reposabrazos del sofá, te sentaste en silencio, pensando lentamente si te sentías bien para la sesión de horneado, dios, eras tan lindo así, o al menos eso es lo que pensó jay, observó mientras parpadeabas suavemente para quitarte el sueño, tratando de resistir el impulso de tirarte besos en la cara. — seguro ¿por qué no? —.
el rostro de jay se iluminó ante tu acuerdo, prácticamente saltando a la cocina, saliste corriendo del sofá, siguiendo sus pasos a través de su apartamento. — está bien —, murmuró en voz baja, sus dedos se desplazaron por su teléfono en busca de la receta. — primero, saquemos los ingredientes, luego comenzamos, ¿te parece bien, cariño? —.
— ¡sí! — te reíste de su apodo cariñoso, no importa cuánto tiempo tú y jay estuvieron juntos, él siempre te ponía tan mareada.
a medida que avanzaba la sesión de horneado, la harina fina se abrió paso en tu ropa, jay está protegido por un delantal de osito de peluche. dejando caer varias chispas de chocolate extra en tu boca, lo observaste con una sonrisa. — te ves tan lindo así —, te reíste, mirando a tu novio.
jay se sonrojó, su cara de concentración anterior se contorsionó en una sonrisa tímida, cuanto más trataba de ocultar su vergüenza, más evidente se volvía. — deberíamos poder hacer una docena más o menos con esta cantidad de masa —, cambió de tema (tratando de ocultar su tímida reacción), sin dejar de mirar el rodillo que estaba usando.
tu cariño creció ante su reacción, la sonrisa se hizo más amplia por segundos. — ¿no me escuchaste? dije que eres lindo —, te inclinaste más cerca de él, tu aliento golpeando la superficie de su piel.
su piel se puso más y más caliente, optando por fingir que no lo afectabas. — ¿son las galletas con chispas de chocolate tus favoritas? personalmente, prefiero las galletas con pasas- —.
— te prefiero a ti —, susurraste, inclinándote aún más para presionar un rápido beso en su mejilla.
si la cara de jay no estaba ya roja, ahora lo estaba. el rodillo se le resbaló de los dedos y cayó sobre la masa. risitas nerviosas salieron de sus labios cuando se giró para enterrarte en su figura. — pensé que estábamos horneando para distraerte, ¿por qué de repente estás coqueteando conmigo...? —.
— ¡coquetear contigo es mi desestresante! eres mi curación, jay. ¿sabías eso? —.
— ¡aún tienes esa sonrisa coqueta en tu rostro! mírate, poniéndome nervioso como si fuera la primera vez que nos encontramos de nuevo —.
te reíste en respuesta, su expresión continuaba suavizarse mientras te observaba. — te quiero mucho, t/n —.
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