El labio de Atsushi comenzó a sangrar después del golpe que recibió por parte de Yosano. El peliblanco tenía intenciones de argumentar a favor de Dazai a cualquier costo, y en esa ocasión nadie se encontraba ahí para defenderle.
—A pesar de toda su rabia, no debe expresarse así de Dazai-San —dijo Nakajima.
—¿Dónde está el problema? Fue sacado del mismo infierno —respondió la femenina—. Y sabes que tengo la razón. Si lo defiendes por ser "buen mentor" ¿por qué no le preguntas a Akutagawa? Veremos si concuerda contigo.
Debido al enojo, ella tenía las venas de la sien marcadas.
—¡Es que no es justo! —exclamó Atsushi. Perdió toda la fuerza para contener su llanto, así que este salió a brote.
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Mientras Chuuya corría, de inmediato supo que había algo extraño, pues Dazai no reaccionó a su llamado. A medida que acortaba la distancia entre el castaño y él, a su mente llegó una idea bastante trágica; dentro de sí, rogaba que no fuera cierta.
Aunque de nada sirvieron sus plegarias. El mal ya estaba hecho. Osamu se encontraba en el mismo estado que había tenido Gin y todas las personas de Yokohama luego de desaparecer. Con la mínima diferencia de que su novio se encontraba herido con mayor gravedad.
Con sumo cuidado se acercó a su pareja para tomar sus mejillas y poder ver con claridad sus ojos que ahora carecían de brillo.
—Osamu... —dijo desesperanzado.
Chuuya recibió una llamada. No tenía ánimos de hablar con nadie y quería ignorarla, si no fuera porque provenía del jefe de la mafia.
—Lo escucho —dijo el pelirrojo al responder.
—¡Hola Chuuya! —saludó el mayor desde el otro lado de la línea telefónica. Mori tenía un tono muy jovial. —Por las cámaras de tu casa puedo ver que ya encontraste a Dazai-kun, pero no en el mejor estado posible. Decidí ayudarte, así que ya llamé a una funeraria.
Si él no fuera su jefe, Nakahara estaría preparándose para cometer un crimen contra Ougai.
—Gracias por la atención —respondió con una inexpresiva y luego colgó el teléfono.
Chuuya no lloraría. Optó por morder su lengua y apretar los puños antes que soltar lágrimas. Mientras esto sucedía, pensaba que después de todo, su jefe no había dicho nada fuera de lugar. El final sin remedio de su querido castaño era la muerte. Y si el asunto ya es lamentable, existía otro pequeño detalle que lo trastornaba todo: Nakahara no podía reaccionar en absoluto, ni siquiera guardar luto por su pareja. La Port Mafia lo sobrecargaba de trabajo, circunstancia que no le permitía someterse a una apatía fatal. Estaba claro que lo único que debía que hacer era actuar con indiferencia hacia el fallecimiento del castaño, cosa que le producía enojo, ¿acaso él no tenía derecho de estar triste por la muerte de su novio?
Ni siquiera cuando hubo más sangre que saliva en su boca, Chuuya dejó de maltratar su lengua con los dientes.
Se puso en cuclillas para mirar como se encontraba Dazai. No quería ni imaginar todas las cosas infames que debió pasar.
Chuuya no podía hacer nada para evitar su muerte, y tampoco mostrar alguna emoción, así que optó por acompañarlo en sus últimos momentos. Osamu ya no sería consciente de aquello, pero Nakahara lo recordaría por el resto de su existencia como la última vez que estuvo con Dazai.
En otros tiempos había ocasiones en las que ambos estaban en el sillón de su departamento, Osamu leía su libro favorito mientras abrazaba a Chuuya. El pelirrojo tomaba vino o veía una película. Ninguno decía palabra, pero era una manera simple de disfrutar la presencia del otro.
Chuuya seguía batallando con sus lágrimas para que estas no resbalaran por sus mejillas. Se sentó a un lado de Osamu y lo abrazó consciente de que esta iba a ser la última vez que lo haría.
Y Chuuya jamás sintió tanto suplicio como cuando en ese abrazo la frente del castaño golpeó su hombro, siendo este el último movimiento de su vida.
De cualquier forma, Nakahara nunca admitiría que quien más sufrimiento le causó fue el bastardo de Dazai.
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El señor de los helados ya se había instalado en el parque que pronto dejaría de ser solitario, pues varios chicos pasaban por allí al salir de la escuela.
Esto no incomodó al presidente, quien estaba demasiado ensimismado reflexionando sobre la información que le había dado el ejecutivo de la Port Mafia. Era algo difícil de creer, pero que suponiendo que fuera verídico, ¿que haría con el responsable? Era un niño que actuó sin maldad. No podía juzgarlo como a un vil criminal.
Cuando levantó la vista, notó que el señor que vendía los helados estaba vestido y pintado como un payaso, cosa extraña, pues cuando llegó no tenía ese peculiar atuendo.
Luego, escuchó frente a él una conversación que hizo que el día diera un gran giro.
—Y el payaso que vende los helados hoy tiene una gran variedad de sabores...
En ese instante, el carrito de helados aumentó considerablemente de tamaño.
El presidente miró a su alrededor, ¿nadie se estaba dando cuenta de los cambios?
—Probablemente ahora hay alguien pidiendo un helado que tenga todos los sabores...
Frente al carrito, había una mujer a la que le entregaban un enorme helado.
Sin dudarlo más, el presidente se dirigió a aquel niño.
Tenía un aspecto bastante común para su edad, e incluso llevaba un oso de peluche en la mano.
Presentándose como un policía, le preguntó si sabía algo sobre las desapariciones que estaban ocurriendo en la ciudad.
—Son realizadas por dos seres más poderosos que Dios, un amo y su sirviente, por así decirlo —fue la respuesta que obtuvo.
—¿Tú crees que podremos atraparles? —preguntó el presidente.
Aunque su voz era inexpresiva, dentro de él residía una gran incertidumbre. Al parecer había encontrado al chico mencionado por el mafioso, solo debía cerciorarse de que aquello fuera correcto, pero después, ¿qué haría con ese chico?
—No, nunca —fue la respuesta que obtuvo—. Y aunque alguien lo hiciera, los responsables son como dioses, un humano no tendría oportunidad de hacer algo.
Los ojos del infante se iluminaban en cada palabra que pronunciaba. Al parecer disfrutaba conversar sobre aquel tema; incluso el tono de su voz era como si estuviera contando una historia de fantasía.
—¿Hay alguna forma de que la gente que se llevaron vuelva a la vida?
—Ninguna.
—¿Y por qué desaparecen esas personas?
—Porque son seres queridos de algún pecador. Es la forma de castigarlos.
—¿y qué es para ti un pecado?
El chico se quedó en silencio por unos momentos y luego respondió:
—No estoy muy seguro. Supongo que ser demasiado orgulloso sin reconocer que no lograrías nada si Dios no te apoyara.
El presidente se quedó en silencio. Estaba frente al culpable de aquellas tragedias ocurridas en Yokohama.
...
Perdón por haberme desaparecido casi un mes, pero feliz año nuevo.
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Las desapariciones de Yokohama
FanfictionEn Yokohama comienzan a ocurrir desapariciones misteriosas, que acaban afectando de manera radical la vida de pareja de Ranpo y Poe, aunque ellos no son los únicos afectados. Fyodor y Nikolai, Dazai y Chuuya; además de un dúo de hermanos, también se...