Nakajima regresó a la agencia, ahí estaban Kunikida, Yosano, el presidente y Kenji, comentando el plan para separar al niño de Yokohama.
Atsushi pasaba desapercibido, y no quería interactuar con nadie en aquel momento, hasta que escuchó a Yosano decir:
—Solo esperemos que ese niño no sea culpable. De lo contrario, hará algo mal y saldrá huyendo como el cobarde de Dazai...
—¿Podrías ser más respetuosa con él? —intervino de inmediato Nakajima—. Ahora que está muerto, imagino que estarás feliz. Goza en silencio y no te expreses de él como si fuera lo peor de este mundo.
Con eso atrajo la atención de los presentes. El ambiente se volvió tenso. La sorpresa de todos era casi sólida.
Akiko fue la primera en romper el silencio con una sonora carcajada.
—¿¡Dazai muerto!? —se burló sin poder controlar su escandalosa risa—. ¡Él nos enterrará a todos en la agencia!
—Y todavía te burlas...
—Podré creer muchas cosas, pero no en la muerte de ese hombre.
—¿Cómo murió? —intervino el presidente.
—Desapareció y hoy mismo lo encontraron con signos de tortura fuera de la mansión de Chuuya-san. En otras palabras, desapareció igual que Poe.
A todos les costaba considerar verídicas sus declaraciones.
Según Yosano, a pesar de que Atsushi defendiera al castaño a capa y espada, no tenía ninguna razón para mentir con un fallecimiento, así que declaró:
—Aunque esté muerto ya, no esperes que lo perdone. Él asesinó a Ranpo y nadie cambiará mi parecer.
Dicho eso, decidió no alegar más.
Por otro lado, nada hizo que el presidente modificara su opinión en cuanto al niño culpable. Era fiel defensor de que no se podía ser severo con él.
—Tenemos que resguardarlo —decía el presidente—. Con una habilidad así podría estar en grave peligro. Las personas que usan sus poderes para el mal no tardarían en buscarlo.
Akiko no estaba de acuerdo con esa idea, pero luego del último comentario del presidente sobre ella tomó la decisión de no pelear más.
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Los padres y su hijo llegaron a la casa donde vivirían por algunos años. Era pequeña pero adecuada para tres personas. Los muebles carecían de decoro y sus colores eran opacos.
Para un adulto, esos asuntos suelen ser triviales, en su mayoría opinan que mientras funcionen no es necesario cambiarlos. Pero un niño tiene como prioridad su entretenimiento.
El infante estaba explorando su nueva vivienda y no tardó en pensar que sería muy aburrido.
A la hora de la cena, todos comían en silencio, hasta que de pronto el niño comenzó:
—La casa es bastante divertida, tiene muchos cuartos y es colorida, ¿Qué opinan ustedes?
Apenas el niño cerró la boca, la casa cambió de manera drástica hasta que encajó con lo dicho.
De inmediato, la madre llamó al presidente para informar sobre el reciente acontecimiento.
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—¡Es obvio que ya está seguro de su habilidad! —exclamó Yosano—. No puede dejarlo sin castigo...
—Cometí un error —comenzó el presidente con serenidad—. Solo advertí al pequeño de que había algo extraño desde que dijo lo de las desapariciones.
—¡Pero no es solo eso! ¿Qué tal si él ya lo conocía antes?
Algo lamentable era sin duda que, Yosano era a quien menos escuchaban, pero quien más razón tenía.
El niño pasó a estar bajo el cuidado del presidente. Cuando el mayor entró al edificio de la agencia, todos los demás estaban en una posición defensiva, como si se fueran a enfrentar al enemigo más poderoso.
Sin embargo, durante bastante tiempo, todos los detectives notaron que no era más que un niño, y además, bien educado. Era triste que la vida que llevaba antes diera un giro tan drástico por algo que no estaba en su control.
Cuando tenía dulces en su poder, prefería darle uno a todos incluso antes de él mismo comerlos. Se divertía viendo caricaturas, jugando cuando el presidente lo llevaba a los parques y en la escuela también.
Todos se encariñaron poco a poco con el pequeño, incluso Akiko llegó a ser menos dura con él, de tiempo en tiempo lo llevaba a la juguetería.
—Elige algo —le dijo ella—. Yo lo compro.
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Con el propósito de evitar contrariedades, el entierro de Dazai fue lo más discreto posible. Lo más problemático fue el capricho de Chuuya, quien insistía en que el ataúd debía ser del color de cabello de Osamu. La razón de eso nunca fue comentada con nadie, pero una vez saciado el deseo del pelirrojo no hubo más trabas en la realización de aquel proceso.
Mostrándose siempre jovial y cortés, a simple vista no se notaría que el novio de Chuuya falleció. Sin embargo, había detalles que nadie notaba, eran como piezas de un rompecabezas que si unías demostraban lo contrario.
En cierta ocasión Chuuya estaba en un bar para completar una misión de la Port Mafia. Una chica se le acercó y entre una plática, ella cuestionó si tenía pareja.
—¡Si tengo! —contestó Nakahara alegre—. Es un chico muy lindo, su nombre es Osamu.
Mori se había dado cuenta que siempre que le encargaba a un trabajo a Chuuya, el pelirrojo mandaba un mensaje de texto. Lo que el jefe desconocía era que este era enviado al antiguo número de Dazai para avisarle que tendría trajo e iba a llegar tarde a casa.
Sin contar que Chuuya no había sacado de la mansión ninguna de las pertenencias que fueron de Dazai.
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Yosano se encontraba en la oficina del presidente, quien estaba acompañado del niño. Los tres comían un pan recién horneado.
—En esta ciudad hay un panadero que envenena a sus clientes. Por suerte no es quien hizo este pan —sonrió el pequeño con alivio—, pero nunca nadie va a encontrarle.
El presidente y la doctora lo miraron con horror, como si fuera una bomba a punto de explotar.
—¿¡Por qué tienes una mente tan macabra, niño!? —le gritó Yosano, quien en apariencia parecía estar conteniendo llanto.
El niño, sin inmutarse, sonrió:
—Quizás en un futuro seré un gran escritor.
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Este fue el último capítulo del humilde fanfic, me encantaría saber sus opiniones.
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Las desapariciones de Yokohama
FanfictionEn Yokohama comienzan a ocurrir desapariciones misteriosas, que acaban afectando de manera radical la vida de pareja de Ranpo y Poe, aunque ellos no son los únicos afectados. Fyodor y Nikolai, Dazai y Chuuya; además de un dúo de hermanos, también se...