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El presidente había llevado al pequeño a la agencia, en compañía de sus padres. Explicó a los mayores que su hijo comenzó la serie de desapariciones en Yokohama debido a la habilidad tan poderosa que desarrolló.

La madre del pequeño estalló en llanto, declarando que tuvo miedo desde que las personas desaparecían y su hijo estaba muy informado sobre el asunto.

A pesar de todas las circunstancias, confiaron en el presidente para que pudiera tratar con el niño en busca de una solución al caso.

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Atsushi se dirigía a su vivienda cuando se encontró con Akutagawa, que tenía un aspecto en el colmo de lo demacrado. Parecía más cerca de ser un muerto que un vivo. El azabache ni siquiera lo había reconocido hasta que se giró luego de que Atsushi lo llamó por su nombre.

La incertidumbre invadía a Nakajima. En aquel momento no confiaba en Yosano, pero la persona más apta para saciar su necesidad de saber era el mafioso.

—¿Cómo era Dazai-San contigo en su estadía en la mafia? —cuestionó Atsushi sin gran ceremonia, abordando la pregunta de una manera insensible para el azabache.

—No molestes —habló Akutagawa dispuesto a seguir su camino. Su voz no era débil, sin embargo, no transmitía la seguridad que el chico tenía antes.

—No te cuesta nada contestar...

—¿A qué viene eso ahora? Tú vive feliz con su reconocimiento y deja de buscar circunstancias desagradables.

—Yo quiero saber. Es algo importante.

—Deberías de preocuparte por lo que están pasando los vivos.

—¿Qué insinúas?

Ryunosuke no contestó.

—¿A qué te refieres? —cuestionó Atsushi, que comenzaba a ponerse nervioso.

—Olvídalo —dijo Akutagawa volteándose.

—¿No significará que Dazai-San está...?

—¿Muerto? Sí, murió.

Atsushi se quedó parado en seco, no sabía como sentirse al respecto. Por una parte, eso significaba que su mentor no había desaparecido por ser culpable del asesinato de Ranpo, pero la razón por la que podría afirmar que no fue él, no es para alegrarse.

No tardó en salir de su trance para cuestionar al azabache:

—¿Pero desde cuándo? ¿Cómo murió?

—Hace unas horas mi superior lo encontró fuera de su mansión con signos de tortura y no fue cuestión de mucho tiempo para que perdiera la vida. ¿¡Ya me vas a dejar en paz!?

Atsushi abría la boca para responder, pero fue interrumpido por Akutagawa:

—Contestaré tu primer planteamiento: tengo una vaga idea de como te llevabas con el director de tu orfanato. Piensa que así fue conmigo Dazai-San. Todos lo saben, eres el único que lo ignoraba.

Mientras Ryunosuke se marchaba, Nakajima notó que en su espalda había una mancha de sangre que aumentaba su tamaño. No tuvo el reflejo de ayudar, pues su mente había sufrido un golpe de información.

Era un poco frustrante para él que Dazai por fin había alcanzado su propósito: la muerte. No era un fallecimiento estético y sin dolor como él deseaba, incluso es probable que en ese momento él no quisiera abandonar su vida. Tenía a Chuuya y a él. Aquí el primer enigma del peliblanco: ¿Realmente significó algo para Dazai?

Las desapariciones de YokohamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora