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Estos días me recordaban tanto a mi infancia, podría jurar que me veía justo como una niña pequeña emocionada, como si el día de hoy estuviera a punto de recibir una dotación de helado de vainilla.
No me podía permitir distraerme ahora, debía estar pendiente de mi ordenador, eran al rededor de las seis de la tarde, mi hermano podría llamar en cualquier momento.
Desde que se fue de casa teníamos video llamadas frecuentes, el año pasado, Dominique, mi hermano, había decidido emprender su propio viaje con destino a la ciudad de Gotham, la noticia no le sentó bien a mi padre y mucho menos a mi, pero, ¿qué podríamos hacer? Dom estaba decidido a irse y conocer las maravillas que el mundo podía ofrecerle.

Estaba tan sumida en mis pensamientos que no pude notar cuando la notificación de llamada emergió de repente, aún así reaccioné rápido y contesté, ahí estaba él, mi hermano favorito, sonriendo como si no me hubiera visto en años.

—Hola rojita -se acomodó en su asiento para después saludar enérgicamente con la mano.

—¡Dom! -grité con la misma energía de su saludo, se veía demasiado bien, había subido de peso y eso me alegraba, últimamente se sentía mal por ser tan delgado como una rama.

—Bien, antes de que digas algo, tengo mucho que contarte y poco tiempo, hice algunos nuevos amigos en la ciudad -mencionó sonriendo, podía notar como su expresión me exigía una respuesta pues yo era una de las personas que creía que relacionarse con la gente de Gotham no traía nada bueno.

—Vamos Dom, si te hace feliz tener amigos, ¿quién soy yo para juzgar? Dime una cosa, ¿al menos son guapos?

—Agh, eres desagradable ________, ¿tu crees que me juntaría con gente horrible, solo mírame -vaciló- soy tan hermoso como una rosa.

—Es de familia, Dom -sonreí, últimamente él era mi motivo para vivir, había estado pasando por una crisis existencial pero no importaba porque él siempre me animaba.

—Me hice amigo de red hood -soltó sin más.

—¡Qué hiciste qué, cabeza hueca! Hace una semana apenas me habías contado sobre la existencia de ese mercenario, el más peligroso de toda Gotham, ¿y hoy me dices que son amigos y toman el té? -mi ritmo cardíaco subió a mil, no podía creer lo que decía pero conociéndolo esto ni siquiera era una broma.
—Necesito respuestas Dominique Krig, no trates de mentir porque apestas en eso.

—¿Recuerdas a mi alter ego? -asentí- pues siendo vortex lo conocí, resulta que tenemos más en común de lo que pensaba.

—Oh Dom, no me digas que es gay -fingí hacer una cara de asco.

—No idiota, me refiero a que él también va tras los que venden drogas a los niños de la ciudad.

—Vaya, eso explica mucho -susurré de forma casi inaudible- debo confesar que en un principio odiaba la idea de que te fueras de casa para jugar al super héroe en una ciudad completamente nueva -pude notar como suspiraba- sin embargo, no puedo evitar sentirme asustada porque te la pasas arriesgando tu vida por los demás.

—Tranquila, no puedes vivir con miedo a lo que pueda ocurrir en el camino, es parte de crecer -asentí sin más, parecía que hablaba con un anciano.

—¿Entonces ahora son una dupla?

—Un trío -afirmó- su amigo Arsenal también está trabajando con nosotros.

—Arsenal, vaya nombre, demasiado para solo llevar un chaleco y un arco.

—Qué te diré pequeña, son un tanto... Exóticos.

Nuestra platica duró poco más de 10 minutos, Dom me hizo saber que esta noche desmantelarían la fábrica de drogas, no podía estar más preocupada por lo peligroso que sería y aunque también sentí desconfianza cuando supe quiénes eran sus nuevos amigos, concluí con que solo estaba sobrepensando todo y bueno, hasta cierto punto mi hermano tenía razón, debía dejar de preocuparme por todo, al final del día, si él decía que ellos eran buenos es porque lo eran, sin contar las cosas malas que red hood había hecho, supongo que las personas cambian, ¿verdad?

Después de la llamada me había recostado, no tenía ganas de contarle a papá que Dom había llamado, decidí esperar, no estaba lista para las preguntas invasivas que me hacía después de cada llamada, me acomodé viendo al techo esperando que nada ni nadie interrumpiera mi momento y sin más, me quedé dormida.


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Valhalla | Jason ToddDonde viven las historias. Descúbrelo ahora